Como
aclaramos en la propuesta anterior, el primer tomo de “La Caricatura Contemporánea” del cubano Bernardo González Barros,
1916, abarca el estudio de dicha especialidad gráfica en Alemania y Francia.
En
sus once capítulos dedicados al país galo, el autor con eficacia conceptual
analiza el humorismo sentimental de Willette, la mirada compasiva al dolor la miseria
y el vicio en Steinlen, presenta a un mago de la risa como Cadan D´Ache y las
provocaciones hilarantes de Abel Faivre, Poulbot y Guillaume; mientras Leandre
se especializa en la sátira política; el pesimismo destaca en Forain y la
agresividad en Rouveire; en cuanto a Sem,
Losques, Sacha Guitry y Copello son los mejores exponentes del esquematismo gráfico.
Por último el choque entre Alsacia y Lorena contra Alemania a fines del siglo
XIX se evidencia en las propuestas de Zislin y Haws.
Abordaremos
el estudio de la época desde otra óptica puesto que la caricatura política en
Europa y en Francia cambia radicalmente a partir del reinado de Luis Felipe en
1830, cuando el monarca de Orleans firma la primera ley de Libertad de Prensa.
La
monarquía pagaría bien caro dicha decisión, al convertirse el rey en el primer
blanco de los dardos satíricos en la prensa y los humoristas de la época,
comenzando por el propio Phillipon director de LA CARICATURA y caricaturista él
mismo con su genial metamorfosis de “La Pera” aquí mostrada.
Aprovechamos
para incluir a un maestro de la especialidad en dicha centuria que no aparece
en la lista y que en mi modesta opinión es imprescindible para cualquier antología
del humor gráfico mundial. Se trata de Honoré Daumier (1808-1879) dibujante
humorístico, maestro litógrafo y republicano de corazón, quien intervino
personalmente en la Revolución de Julio de 1830, realizando además sus primeras
sátiras políticas en la propia publicación de Phillipon durante esa época. Lo
curioso del caso es que, si Felipe de Orleans fue víctima de un lápiz juguetón y
a la vez primera baja de la Ley que él mismo dictó, Daumier sería cuatro años
después la segunda de ellas. Veamos las causas:
Honoré
Daumier quien se sustentaba económicamente con la gracia de su línea para la
prensa satírica de la época, logró inmensa popularidad con tres grabados
políticos de gran impacto en 1834: La matanza de la calle Trasnonain, El
Vientre Legislativo y La Libertad de Prensa, pero le puso la tapa al
pomo ese mismo año con su parodia del monarca como el personaje “Gargantúa”
de la literatura, recibiendo a cambio una condena de seis meses de cárcel y lo
que es peor--la derogación de dicha Ley de Prensa por el propio Luis Felipe--pues
le hipotecó el futuro a él y al resto de los caricaturistas franceses de la
época.. Aparejado con estos sucesos ocurren frecuentes huelgas en París y la
expulsión en Francis de Carlos Marx.
A
partir de esa situación, los dibujantes satíricos y la prensa especializada se
vieron obligados a cambiar de temática so pena de peores penas, es decir,
carcelarias. Daumier fue uno de ellos; sin embargo, su talento demostró ser tan
bueno en la caricatura política como en la crítica costumbrista. El ex-convicto
lo observa todo ahora en el París de los congestionados bulevares, la .ultima
moda, los andenes repletos, los cafés al aire libre, las salas de espera, y
crea su propia comedia humana con la misma precisión que Balzac, su amigo y
confesor lo hace en la literatura.
Si
bueno fue plasmando de memoria la ebullición de la ciudad Luz en pleno
desarrollo, con sus rayos y sus manchas emulando con el astro rey. Daumier fue también
capaz de crear personajes ficticios basados en la realidad de la época como
Robert Macaire--estafador real, inescrupuloso y taimado--convertido por obra y
gracia de su talento paródico en “Monsieur Prodhoume”.
A
este protagonista y entes similares el litógrafo le adjudicó vicios aún vigentes
en pleno Siglo XXI como la elocuencia artificial, la banalidad, el protagonismo
de salón, la superficialidad, el individualismo salvaje, la codicia y el
burocratismo paralizante, entre otras lindezas de la contemporánea globalización
neoliberal.
Los
que tuvimos el privilegio de asistir a la exposición “Litografías Originales
de Honoré Daumier-(1808-1979)” en el Museo Nacional organizada por el
Ministerio de Cultura de Cuba en febrero de 1981, pudimos constatar la inmensa
obra de este artista, que se mantuvo activo hasta que su visión se debilita en
1877 y el Gobierno le concede una pensión de 1200 francos anuales.
Un
año antes de su fallecimiento y bajo la presidencia de Víctor Hugo, la Federación
de Artistas Franceses montó en París la exposición retrospectiva de Honoré
Daumier con 112 láminas, 93 óleos, 140 dibujos, 40 bustos y una escultura en
yeso de Rastapoli. Completamente ciego, el autor no pudo asistir al acto de
inauguración.
El
11 de febrero de 1879 muere el artista en Valmondois donde pasó los últimos
años de su existencia: Profundamente anticlerical, como última voluntad Daumier
pidió ser enterrado por lo civil. Posteriormente su cadáver sería trasladado al
cementerio del Pére Lachaise junto a la tumba de Corot.
Según
especialistas como Michel Ragon en “Les Maittres du Dessin Satirique”, la
Comuna de París (1871), no aportó gran cosa al desarrollo de la caricatura política
francesa. Abundaron los procesos judiciales contra la difamación y la obscenidad,
que redujeron su impacto en la sociedad, sin embargo a partir de 1881 la
caricatura en Francia recobra su protagonismo, a tal punto que el decenio extendido
hasta 1891 es conocido como La época de oro donde apareciendo nuevas
revistas satíricas destacándose “Le rire”, “La caricatura”, y “Le
Assiette au Beurre”, donde participan muchos de los artistas descritos
en la extensa lista ofrecida por González Barros.
En
próximas entregas abordaremos otra etapa interesante de la caricatura francesa
a partir del antimilitarismo y el antisemitismo surgido durante el proceso
Dreyfus, lo que se extendió desde los albores del siglo XX hasta la Primera
Guerra Mundial. Ello coincidió con uno de los acontecimientos culturales más
impactantes de esta etapa en el mundo que influyó en los movimientos chovinistas
europeos y su teoría de la raza superior.
Como
en el caso anterior “Todo a línea” donde abordamos la obra de Saul Steinberg por su
importancia en el desarrollo de la caricatura moderna durante la segunda mitad
de siglo XX; en la próxima entrega violaremos también el orden establecido por
el autor de “La Caricaturta Contemporánea” para dar a conocer otra
caricatura—ni francesa ni alemana—pero cuya repercusión aún en estos días
provoca comentarios adversos. Fue la realizada en su país al genial investigador
y naturalista inglés Charles Darwin, a partir de sus estudios sobre la
evolución de las especies y la selección natural (1859), lo cual dio origen a
no pocas versiones encontradas.
Tema
que por su interés y repercusión actual demostrará que la línea también
evoluciona… ¡AQUÍ LOS ESPERO!
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