Las
condiciones sociopolíticas a partir de la Revolución Francesa contribuyeron al desarrollo
de las investigaciones científico-técnicas a partir de la segunda mitad de
siglo XIX en todo el mundo y muy particularmente en Europa, con celebridades
como Newton, Stephenson, Fulton, Volta, Farraday, Morse y los esposos Curie,
entre otros muchos.
Al
calor de estos descubrimientos nos vemos obligados a dejar por un momento el
estudio de la caricatura francesa y saltar el Canal de la Mancha para aterrizar
en el vecino Reino Unido con motivo de la virulenta campaña de que fuera objeto
uno de esos hombres famosos: Charles Darwin:
Nacido
el 12 de febrero de 1809, desde pequeño sintió inclinación por los secretos de
la Naturaleza; sin embargo rechazó los deseos de su padre para estudiar
medicina en la Universidad de Edimburgo, siguiendo su vocación empírica por la
biología y la taxidermia.
La
gran oportunidad de enriquecer esos conocimientos le llegó al ser propuesto
para acompañar al capitán Robert Fitzroy en el segundo viaje del “HMS
Beagle” buque dedicado a cartografiar los litorales suramericanos y al estudio
de las corrientes oceanográficas, pero con libertad para continuar sus
investigaciones en el campo de la Geología, la Botánica y la Zoología. Tras cinco años navegando por las
costas de América del Sur y África, regresaron a Inglaterra el 2 de octubre de
1836. El joven naturalista lo anotaba todo en su diario de abordo: Desde el
comportamiento del plancton oceánico, las conchas, bivalvos, y fósiles de
mamíferos prehistóricos como el megaterio, hasta la gran variedad de pinzones,
tortugas y otras especies estudiadas en el Archipiélago de las Galápagos.
De
sus investigaciones surgió la teoría de la evolución a partir de la selección
natural, idea cuestionada por sectores eclesiásticos basados en el origen del
mundo por obra de Dios. Mientras se le sumaban los unitarios, enemigos del
dogmatismo anglicano que defendía el orden social imperante; otras fuerzas
permeadas por la ignorancia, los complejos o los intereses de clase se oponían
radicalmente.
A
estas diferencias habría que sumar otra más peligrosa aún: Los seguidores de
Malthius, quienes apoyaron en 1834 la Ley de Pobres, auspiciada por las
autoridades, quienes tergiversaban los pronunciamientos de Darwin basándose en
la teoría del superhombre.
El
Fin del Mundo basado en dicha hipótesis anunciada por el maltusianismo logró
echar raíces, alimentando en la confusión al racismo, al militarismo, al
antisemitismo y a otros movimientos segregacionistas afines al concepto de la
raza superior y las guerras de conquista.
El
fenómeno tomó tal fuerza que ocupó los principales cintillos en los periódicos
y revistas, e interpretaciones humorísticas, sobre todo en la propia
Inglaterra, donde los caricaturistas se dieron banquete—como diríamos
vulgarmente los cubanos.
Pero,
como de caricaturas trata este trabajo, hemos copiamos aquí tal vez la más
divulgada caricatura de la época y que fue publicada en la revista británica HORNET,
cuyo pie dice: “Ese animal que todos llevamos dentro…” Lamentablemente,
la fuente consultada no aclara nombre del autor ni la fecha de publicación. Tal
parece que eso era una constante en la Inglaterra de entonces pues a pesar de
la intensa campaña a favor o en contra, tampoco hemos podido acceder a otros
dibujos satíricos dignos de dar a conocer.
En
nuestra infructuosa búsqueda a través de internet, logramos esta otra imagen que
les ofrecemos a continuación. Lo curioso del caso es que no corresponde a la
época: El pie explicativo aclara que es obra del caricaturista cubano Enrique
Pérez y correspondía a una de las 223 obras enviadas por autores de 44 países a
la III Muestra Bienal de Humor Gráfico celebrada en Valencia, España con motivo
de la celebración del 200 Aniversario de Charles Darwin y los 150 de la
publicación de “El origen de las especies”.
Pero,
no solo fueron los caricaturistas quienes se valieron de esta polémica
situación sobre el origen de la humanidad. He aquí una muestra de dos anuncios comerciales, donde se promocionan El famoso licor “Anís del Mono” y el
linimento para la garganta marca “Marchant´s” cuyo pie aclara: “Yo
soy el abuelo de Darwin, y como podrán ver, lo que resulta bueno para el hombre
y la bestia, también lo es para usted”.
De
que la humanidad se desarrolle favorablemente como lo ha realizado la línea a
través de su historia, es nuestro deseo partiendo de la Teoría de Darwin sobre
la evolución de las especies y la selección natural. Por lo pronto, los invito
regresar a Francia en un próximo encuentro y ver la influencia de estos
acontecimientos en la propuesta de sus caricaturistas contemporáneos.
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