Los
éxitos de la Revolución Bolivariana venían preocupando al Imperio desde que
decidiera independizarse del yugo neo-colonial. Se agudizó tras la impronta de
su líder indiscutible Hugo Chávez a fines del siglo XX y el año pasado se
ensañó aún más con las amenazas de Barack Obama a Venezuela.
No
podía esperarse otra cosa de ese Tio Sam del norte revuelto y brutal, cuando
tan lejos como el 15 de agosto de 1829, el propio Simón Bolívar lo retratara de
esta manera: “…Los Estados Unidos parecen estar llamados por la providencia a plagar
de miseria a los países de América en nombre de la libertad…”
Independientemente
de haber arado en el mar, como analizara al fin de sus días, desengañado de
aquellos caudillos que algún día lo siguieran y que posteriormente lo
traicionaran como ese Santander que no sé de donde le vino lo de santo…
Pero
la historia no olvida y ejemplos sobran…
Pues
bien, el pasado 23 de marzo, durante la apertura de la Expo “Venezuela
potencia 2017” donde el presidente Nicolás Maduro destacó el nuevo
modelo económico del país, así como el ingreso del país como miembro titular en
el Banco Asiático de Inversiones--infraestructura que abarca más de 70 naciones--parece
que le aflojó las patas a más de una serpiente ponzoñosa de la derecha—tanto
interna como externa y decidieron patalear.
La
situación que viene afrontando el hermano pueblo venezolano es precisamente la
impotencia interna de una oposición desprestigiada apoyada por la potencia externa
de EE.UU. quien pretende revivir viejas artimañas de aquel engendro sembrado en
su patio trasero, ahora en la voz del Secretario General de la OEA, su
Benemérito y Excelentísimo Señor Don Luis Almagro.
Parece
que la historia se repite, pues recuerdo aquellos días de 1959 con el triunfo
de la Revolución Cubana como si fuera hoy mismo: Venía desempeñándome en el
taller tipográfico del diario EL MUNDO, pero recién, graduado de la Escuela
Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” ansiaba dedicarme
por entero a la caricatura y la historieta.
Tuve
el privilegio de ganar simultáneamente mi primer sueldo periodístico como
dibujante de la Agencia de Noticias Prensa Latina, fundada a mediados de 1959 por
el Che, gracias a la solicitud de su Primer Director-–también argentino--Ricardo
Masetti, mientras continuaba como linotipista en el taller de Águila y
Virtudes, pero vinculado a las luchas obreras como la llamada “Operación
Coletilla” que enfrentaba a las empresas ya declaradas
contrarrevolucionarias.
Unos
meses después—fines de febrero de 1960—con la intervención revolucionaria del
diario es que paso a ocupar la plaza de caricaturista editorialista de EL MUNDO,
en sustitución del titular Antonio Prohías, quien simultáneamente preparaba
condiciones para su exilio, con la creación
de un nuevo personaje opositor al gobierno titulado “Tovarich”. para el
vespertino PRENSA LIBRE.
Me
tocó pues debutar en el humor gráfico a fines de febrero precisamente un par de
días antes del siniestro sabotaje al vapor “La Coubre” y su secuela de luto. Los
meses siguientes fueron también definitorios en la trinchera de ideas a que fue
sometido nuestro pueblo.
Pero
quiero referirme a un hecho que surgió por entonces y que tiene mucho que ver
con la situación actual que vive el hermano pueblo venezolano.
Se
trataba de la Sexta Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores
del hemisferio convocada en San José de Costa Rica, para discutir la denuncia
de Venezuela ante este mismo Consejo de la (OEA), al acusar al régimen
trujillista de República Dominicana por atentar contra la vida del presidente
Rómulo Betancourt, el 24 de julio de 1960 que causó la muerte de uno de sus
custodios y otros heridos graves.
Lo
cierto es que dicha reunión auspiciada por los Estados Unidos no era para condenar
al dictador más sangriento del continente, sino una escusa más para aislar a
Cuba de resto de sus países hermanos.
La
mejor prueba, fue que el propio director de la agencia cubana de noticias
Prensa Latina—Jorge Ricardo Masetti— que cubría el evento fue víctima de un
secuestro por las autoridades de San José de Costa Rica y sólo la oportuna
intervención de cinco jóvenes periodistas cubanos que lo acompañaban se logró
abortar el atentado.
Pero
hubo otras arbitrariedades también denunciadas por la representación cubana,
incluyendo al propio Canciller Dr. Raúl Roa. No quisiera alargarme en estos
hechos, sólo apuntar que no por gusto el propio Canciller de la Dignidad fuera
quien bautizara por entonces este engendro como…. Ministerio de Colonias Yanqui
en América.
Para
ilustrar lo dicho, aquí va una muestra de cómo este joven y novato
caricaturista desde su modesta mesa de dibujo en un diario habanero, vio el
desarrollo de aquellos acontecimientos, la conclusión a que llegáramos hace 57
años de la vetusta OEA y como la historia se repite con su nuevo y genuflexo bufón:
Don Luis Almagro.
Las
cuatro caricaturas que tengo el gusto de reproducir a continuación fueron
realizadas para el diario EL MUNDO entre el 25 y el 30 de agosto de 1960. En
ellas trato de reflejar la sordera del Tío Sam, ante la denuncia de Venezuela
contra Trujillo, el trago amargo que representó la oposición de algunos
cancilleres y sus dotes de equilibrista para--por último, y como buen negociante--comprar
los votos de la OEA contra Cuba.
El diario EL MUNDO desapareció víctima de un cobarde sabotaje en febrero de
1969. De entonces acá han pasado 48 años, mientras que el otro mundo, ése que
continúa girando alrededor de Sol, también evoluciona y se transforma… Pero la que
no cambia es la OEA.
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