__________________________

__________________________
Mostrando entradas con la etiqueta CIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CIA. Mostrar todas las entradas

20 abr 2011

GIRÓN, VICTORIA DE LA VERDAD

En la revista “Mar y Pesca “ del mes de abril, se publica una historieta de cuatro páginas realizada por Francisco Blanco (h), bajo el título de “GIRÓN, VICTORIA DE LA VERDAD que se corresponde con los sucesos difundidos por la gran prensa de entonces, muy parecida a la actual, con la diferencia de que los enviaba a través del cable y los telepitos,--perdón—teletipos.

Ofrecemos una copia de esas cuatro páginas, aunque los textos sean ilegibles por la reducción lógica para la Web. Disculpen esta deficiencia, pero por lo pronto podrán tener una idea de su composición.

Los datos del guión fueron tomados textualmente del libro “Girón en la Memoria” de la autoría de Víctor Casaus.

En él aparecen reproducidos sucesos objetivos divulgados a todo el mundo por agencias de noticias muy serias donde la “verdad” da risa.

El tema harto conocido, no deja de ser interesante cada vez que se hable de la aventura, pues cuenta la historia de la Brigada 2015, convertida de golpe y porrazo en un colectivo de “gusanos-cocineros” tras la aventura de Playa Girón.

Curiosamente los animales tomarán protagonismo a partir de esta fábula, con moraleja y todo:

Detrás de todo ese bestial montaje estaba la oreja peluda de la SIP, encabezada por un coronel de la CÍA llamado Jules Dubois.

Esa misma agencia de inteligencia, financió, dirigió, y embarcó a los mercenarios cubanos, pero también puso los hombres-rana, --casi todos norteamericanos--, que fueron los primeros en desembarcar, ya que su misión era hacer señales desde tierra mucho antes de que saliera el Sol por el horizonte de la Bahía de Cochinos, para orientar al resto de los cerdos embarcados.

Como casi todas las cosas y los inventos de los yanquis, se disfrazaron los seis barcos de desembarco con nombres como Barracuda, Marsopa, Aguja, Sardina, Tiburón, y Ballena.

Poco faltó para que los pescadores del Golfo de México se declararan en huelga por la utilización de sus fuentes de producción en tamaña aventura. Pero ahí no terminaron los nombretes:

El que venía al frente de dichos batracios-homínidos le decían Cocodrilo Rip Robertson. Este-reptil del Orden de los anuros se hizo famoso en 1954, también en una “hazaña” de la CÍA cuando se equivocó dos veces: (Bombardeó un a nave inglesa creyéndola rusa), ya que tenía bandera soviética. La animalada ocurrió durante una operación en Guatemala contra el presidente Jacobo Arbenz.

Si así era el jefe de la operación, ¡qué podía esperarse de su manada salvaje!

Lo que les faltó a los invasores de resistencia, les sobró en imaginación:

Calaveras pintadas en las lanchas de desembarco, enseñas pintadas en el fuselaje de los aviones de guerra para despistar, con el resultado de cuando la cosa empezó a pintar mal, tomar pista de regreso totalmente agujereados. ¡Tremendo despiste! Dirían los pisteros.

Pero, cosas mucho más sorpresivas vieron los combatientes cubanos al penetrar en el territorio momentáneamente ocupado por el enemigo. Veamos el testimonio de uno de ellos: Su nombre: Sotero Enrique Soroa, a quien sus compañeros apodaban Mosquito, --aquí vemos también cómo los cubanos no nos quedamos atrás--.

Pues bien, cuando su batallón 117 penetró en Girón, Mosquito vio un cartel que decía:

“San Blas, Territorio Libre de Washington”.

Lo “original” del mismo radicaba en su antinomia, pues era una copia de nuestra consigna de la Campaña de Alfabetización.

En otra pancarta se leía:

“Cortesía de los hombres-rana del buque Bárbara J... ¡Bienvenidos!”.

Pobre de aquel que lo pintó, algo que sólo podía ocurrírsele a un norteamericano, pues se sabe bien que en Cuba la jota quiere decir jodido.

Finalizado todo este barullo formado por hombres-rana, cocodrilos, mosquitos, y peces de todos los colores y tamaños, vino la estampida salvaje y el resultado lógico de la indemnización bajo la consigna de: “Se cambian gusanos por compotas”.

La CÍA como buen perro huevero, una vez finalizada la aventura, comenzó otra nueva que llamó Operación Mangosta... Hay bestias que no escarmientan.

(Datos históricos tomados del artículo publicado por Luis Hernández Serrano en Juventud Rebelde del pasado 5 de febrero, con datos tomados de”En apoyo a la invasión mercenaria, la operación terrorista” de Jean-Guy Allard Granma Internacional, (9-abril-2006), y a su vez tomado del libro “Diario de Girón” de Gabriel Molina para Editora Política, 1983. Y para no dejar de seguir tomando, tomo un descanso, que ya estoy cansado.

21 nov 2010

EL SÍNDROME DE LA COLETILLA.

Cuando preparábamos los materiales para esta edición, un titular del diario “Granma” el pasado 8 de noviembre me sorprendía, y de paso me obligaba a cambiar los planes. Decía así:

“Falleció el destacado periodista Baldomero Alvarez Ríos”.

La nota, por escueta, no podía suponer la trascendencia de la pérdida. Me remontaré a mediados del pasado siglo, cuando apenas bajaba letras como linotipista en el taller del diario “El Mundo” cuando ya Baldomero era una figura destacada al frente del Colegio Provincial de Periodistas, perseguido por el régimen de facto, y clave en la depuración hecha a quienes faltando a la ética, se “bañaron” durante la dictadura batistiana, mediante la obtención de “botellas”, versión criolla de las sinecuras oficiales: Una de las más solapadas prebendas del sector.

Corrían los primeros días del 1960. Aquellos corruptos eran los mismos mercenarios que fraguaban bolas contra la Revolución naciente en la prensa todavía en manos de la burguesía. La lucha ideológica nos unió. Obreros de los talleres gráficos, junto a los locutores nos sumamos a una campaña periodística inédita hasta entonces, y que fue dirigida por la mano maestra de Baldomero bajo el nombre de “La coletilla”. http://www.cubaperiodistas.cu/noticias/noviembre10/08/03.htm

¿En qué consistía dicha coletilla?

Veamos cómo la describe en ese mismo trabajo su compañero de luchas Ernesto Vera:

“Cada artículo en que se difamaba a la Revolución era publicado, pero al final del mismo salía una coletilla declarando que la anterior información era divulgada en nombre de la libertad de prensa existente en el país, y decisión del director del periódico, pero que los periodistas y gráficos de la publicación la consideraban falsa, por tanto no estaban de acuerdo con la misma. Este método fue puesto en práctica también en la radio, y Baldomero fue su principal impulsor…”

Si usted acude en estos momentos a cualquier hemeroteca donde se conserven publicaciones cubanas de la época, hallará algo muy curioso: Algunos espacios en blanco, que debían estar cubiertos por editoriales o comentarios de opinión, pues los directores prefirieron dejar esas lagunas antes de que se publicaran criterios ajenos a sus intereses de clase, o dirigidos a contrarrestar sus falacias, casi siempre en contra de los intereses de los más humildes. En plena Revolución el pueblo seguía siendo “ninguneado” por los poderosos.

El coletillazo resultó demoledor a pesar de la intervención de un nuevo y solapado agente encubierto del Tío Sam, la SIP (Sociedad Internacional de Prensa) y su representante: Un tortuoso personaje identificado como “La oreja peluda de la CIA”.

Los accionistas y directores de los medios tomaron la decisión de declararse víctimas, tras siglos como victimarios. La salida lógica era el “auto-exilio”… y… ¿Dónde si no?

Precisamente la intervención revolucionaria de “El Mundo”, al finalizar el primer trimestre de 1960 me llevó del linotipo a la mesa de dibujo El primer sorprendido fui yo, al substituir casi de sopetón al titular Antonio Prohías, quien había tomado partido por los ex-propietarios en su periplo hacia el “Sueño Americano”.

Un año antes había vuelto a encontrarme con Baldomero Álvarez Ríos, esta vez en la recién inaugurada Agencia de Noticias “Prensa Latina” fundada por el Che, donde él fungía como vice-director. Acudí en mi condición de dibujante, y gané allí mi primer salario como dibujante profesional de la prensa.

En aquellos días inolvidables, mi lápiz juguetón dejó constancia gráfica de algunos de los compañeros de entonces, entre ellos el propio Baldomero. Sea pues éste mi modesto homenaje póstumo a quien por sus indiscutibles méritos revolucionarios, profesionalidad, sencillez, honradez y enseñanzas, merece ser recordado por siempre.

El caso de la “coletilla” no se ha repetido jamás en nuestro continente. Más bien, todo lo contrario.

Cuando la piedra en el zapato del gigante de las Siete Leguas le molesta, por muy democrática que sea, debe ser eliminada, pero de forma podóloga: Que la víctima parezca victimario, y para ello nada mejor que el terrorismo mediático de la gran prensa, que ha sido utilizado no siempre con igual éxito contra sistemas legalmente constituidos: Recordemos sin salirnos de su “patio trasero” los casos cercanos en tiempo o espacio de República Dominicana, Chile, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Honduras, y últimamente Ecuador. Detrás de cada gorila siempre habrá “botelleros” a sueldo.

Los tiempos cambian; tal vez ya no hagan falta nuevas coletillas, sino saber utilizar los medios alternativos que surgen del propio desarrollo científico-técnico en un mundo cada vez más globalizado e interconectado. Deseos, conocimientos, y voluntad, deben unirse para vencer al Imperio y Baldomero nos señala el camino.