Ofrecemos una copia de esas cuatro páginas, aunque los textos sean ilegibles por la reducción lógica para la Web. Disculpen esta deficiencia, pero por lo pronto podrán tener una idea de su composición.
Los datos del guión fueron tomados textualmente del libro “Girón en la Memoria” de la autoría de Víctor Casaus.
En él aparecen reproducidos sucesos objetivos divulgados a todo el mundo por agencias de noticias muy serias donde la “verdad” da risa.
El tema harto conocido, no deja de ser interesante cada vez que se hable de la aventura, pues cuenta la historia de la Brigada 2015, convertida de golpe y porrazo en un colectivo de “gusanos-cocineros” tras la aventura de Playa Girón.
Curiosamente los animales tomarán protagonismo a partir de esta fábula, con moraleja y todo:
Detrás de todo ese bestial montaje estaba la oreja peluda de la SIP, encabezada por un coronel de la CÍA llamado Jules Dubois.
Esa misma agencia de inteligencia, financió, dirigió, y embarcó a los mercenarios cubanos, pero también puso los hombres-rana, --casi todos norteamericanos--, que fueron los primeros en desembarcar, ya que su misión era hacer señales desde tierra mucho antes de que saliera el Sol por el horizonte de la Bahía de Cochinos, para orientar al resto de los cerdos embarcados.
Como casi todas las cosas y los inventos de los yanquis, se disfrazaron los seis barcos de desembarco con nombres como Barracuda, Marsopa, Aguja, Sardina, Tiburón, y Ballena.
Poco faltó para que los pescadores del Golfo de México se declararan en huelga por la utilización de sus fuentes de producción en tamaña aventura. Pero ahí no terminaron los nombretes:
El que venía al frente de dichos batracios-homínidos le decían Cocodrilo Rip Robertson. Este-reptil del Orden de los anuros se hizo famoso en 1954, también en una “hazaña” de la CÍA cuando se equivocó dos veces: (Bombardeó un a nave inglesa creyéndola rusa), ya que tenía bandera soviética. La animalada ocurrió durante una operación en Guatemala contra el presidente Jacobo Arbenz.
Si así era el jefe de la operación, ¡qué podía esperarse de su manada salvaje!
Lo que les faltó a los invasores de resistencia, les sobró en imaginación:
Calaveras pintadas en las lanchas de desembarco, enseñas pintadas en el fuselaje de los aviones de guerra para despistar, con el resultado de cuando la cosa empezó a pintar mal, tomar pista de regreso totalmente agujereados. ¡Tremendo despiste! Dirían los pisteros.
Pero, cosas mucho más sorpresivas vieron los combatientes cubanos al penetrar en el territorio momentáneamente ocupado por el enemigo. Veamos el testimonio de uno de ellos: Su nombre: Sotero Enrique Soroa, a quien sus compañeros apodaban Mosquito, --aquí vemos también cómo los cubanos no nos quedamos atrás--.
Pues bien, cuando su batallón 117 penetró en Girón, Mosquito vio un cartel que decía:
“San Blas, Territorio Libre de Washington”.
Lo “original” del mismo radicaba en su antinomia, pues era una copia de nuestra consigna de la Campaña de Alfabetización.
En otra pancarta se leía:
“Cortesía de los hombres-rana del buque Bárbara J... ¡Bienvenidos!”.
Pobre de aquel que lo pintó, algo que sólo podía ocurrírsele a un norteamericano, pues se sabe bien que en Cuba la jota quiere decir jodido.
Finalizado todo este barullo formado por hombres-rana, cocodrilos, mosquitos, y peces de todos los colores y tamaños, vino la estampida salvaje y el resultado lógico de la indemnización bajo la consigna de: “Se cambian gusanos por compotas”.
La CÍA como buen perro huevero, una vez finalizada la aventura, comenzó otra nueva que llamó Operación Mangosta... Hay bestias que no escarmientan.
(Datos históricos tomados del artículo publicado por Luis Hernández Serrano en Juventud Rebelde del pasado 5 de febrero, con datos tomados de”En apoyo a la invasión mercenaria, la operación terrorista” de Jean-Guy Allard Granma Internacional, (9-abril-2006), y a su vez tomado del libro “Diario de Girón” de Gabriel Molina para Editora Política, 1983. Y para no dejar de seguir tomando, tomo un descanso, que ya estoy cansado.
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