Cuando se le otorgó el Premio Nobel de la Paz en diciembre del 2009 al primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos, bajo la promesa de cambios fundamentales, todo el mundo respiró tranquilo. Habían pasado los tiempos del fundamentalismo bushista y de la bravuconería con ropaje de payaso. La verdad de Iraq se abriría paso entre el hedor de una guerra falsa, injusta, y criminal.
Ha pasado un semestre de aquellas elecciones, y el cuartico está igualito. No me gustan las palabras de veinte pesos, pero si vamos a la etimología del vocablo paz, aunque se parezcan, vemos que sosiego, no es lo mismo que so-ciego. Tranquilidad no viene de tranca. Concordia es lo contrario de sin-cordialidad. Un a-cuerdo no puede ser tomado entre a-locos. Y mucho menos que la quietud se refiera a la paz de los sepulcros.
De ahí los ancestrales consejos del presidente indígena Evo Morales cuando dijo: ¡Se lo dieron… Ahora gáneselo!
Pero parece que estos gringos entienden el español todo al revés: A palabras sabias, oídos necios. Y la esperanza de muchos se ha convertido en dividendo de pocos, sobre todo de los que menos necesitan esas utilidades.
Prometió mucho y se ha quedado más que corto… Alegando el respeto a la democracia apoyó la dictadura en Honduras… Prometió salir de Irak, y se empantanó aún más en Afganistán… ¿Y Osama Bin Laden? -Bien, gracias… Con la esperanza de sentar nuevas bases de amistad y cooperación, ha implantado siete en Colombia, otras tantas en Panamá, sin contar las del Caribe, que sumadas a la Cuarta Flota pueden irse todas al carajo del palo mayor, o pique igual que sus ofrecimientos…
Y no seguimos, porque la cosa pica y se extiende.
En fin, el privilegiado con el Premio Nobel podría muy bien recordar la frase de otro indio inolvidable, cuando dijo hace más de un siglo: “El respeto al derecho ajeno es… LA PAZ”.
Como estamos a seis meses de sus nupcias presidenciales, ya el feto está al nacer y si es sietemesinos sólo le queda uno; así que su gestión pacificadora ha perdido un año de los tres que le quedan de incumplimientos. Por el camino que va, continuará hundiéndose en nuevas guerras, ya “antiterroristas”, mediáticas, o simplemente ilógicas, si del cambio climático se tratara.
Todo este largo recordatorio se debe a la contradicción que se cumple en este mes, al arribar este 21 de marzo de 1962, a una fecha significativa: El otorgamiento de otro galardón pacifista, no tan Nobel, pero mucho más noble: ¡EL PREMIO LENIN DE LA PAZ A FIDEL!.
Ha pasado un semestre de aquellas elecciones, y el cuartico está igualito. No me gustan las palabras de veinte pesos, pero si vamos a la etimología del vocablo paz, aunque se parezcan, vemos que sosiego, no es lo mismo que so-ciego. Tranquilidad no viene de tranca. Concordia es lo contrario de sin-cordialidad. Un a-cuerdo no puede ser tomado entre a-locos. Y mucho menos que la quietud se refiera a la paz de los sepulcros.
De ahí los ancestrales consejos del presidente indígena Evo Morales cuando dijo: ¡Se lo dieron… Ahora gáneselo!
Pero parece que estos gringos entienden el español todo al revés: A palabras sabias, oídos necios. Y la esperanza de muchos se ha convertido en dividendo de pocos, sobre todo de los que menos necesitan esas utilidades.
Prometió mucho y se ha quedado más que corto… Alegando el respeto a la democracia apoyó la dictadura en Honduras… Prometió salir de Irak, y se empantanó aún más en Afganistán… ¿Y Osama Bin Laden? -Bien, gracias… Con la esperanza de sentar nuevas bases de amistad y cooperación, ha implantado siete en Colombia, otras tantas en Panamá, sin contar las del Caribe, que sumadas a la Cuarta Flota pueden irse todas al carajo del palo mayor, o pique igual que sus ofrecimientos…
Y no seguimos, porque la cosa pica y se extiende.
En fin, el privilegiado con el Premio Nobel podría muy bien recordar la frase de otro indio inolvidable, cuando dijo hace más de un siglo: “El respeto al derecho ajeno es… LA PAZ”.
Como estamos a seis meses de sus nupcias presidenciales, ya el feto está al nacer y si es sietemesinos sólo le queda uno; así que su gestión pacificadora ha perdido un año de los tres que le quedan de incumplimientos. Por el camino que va, continuará hundiéndose en nuevas guerras, ya “antiterroristas”, mediáticas, o simplemente ilógicas, si del cambio climático se tratara.
Todo este largo recordatorio se debe a la contradicción que se cumple en este mes, al arribar este 21 de marzo de 1962, a una fecha significativa: El otorgamiento de otro galardón pacifista, no tan Nobel, pero mucho más noble: ¡EL PREMIO LENIN DE LA PAZ A FIDEL!.
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