Es conocido que la portada del primer número del semanario “Palante y Palante” el 16 de octubre de 1961, causó un gran impacto, pues aparecía una joven de tez oscura, aparentemente ex sirvienta de la encopetada burguesa que acudía a depositar su dinero, la cual era atendida por su antigua criada. El petrificado “¡NO!” que exclamaba dicha vieja dama indigna, era todo el texto requerido para expresar su sorpresa. Su autor : Luis Wilson Valera. En esos primeros años del triunfo revolucionario, el personaje mestizo representaba a la mujer cubana discriminada. Hasta ese momento nunca había pisado como trabajadora una entidad bancaria u otra similar por el color de su piel. Prácticamente les estaba vedado el trato directo al público. Como si su sola presencia tiznara al cliente y…”El cliente siempre tenía la razón, aunque no tuviera gandinga”. Pero la protagonista seguía sin nombre propio, como un fantasmita que aparecía ante los ojos atónitos de aquella masa de arrugas cubierta de joyas y gangarrias. Un año después, --entre octubre y noviembre de 1962--, surgió la misma cubanita del cuento, pero con dos enfoques distintos: En un dibujo la muchacha aparecía bajo el título de “Criollitas” y en otra edición, una especie de hermana gemela que respondía al nombre de “Felinas”.¿Cuál fue el motivo para que el colega Wilson utilizara el mismo personaje pero bajo dos actitudes y nombres distintos? Lamentablemente el autor falleció hace un par de años y se llevó el secreto a la tumba, pero analicemos los contenidos. Las “Felinas” abordaban temas menos comprometidos con el proceso de reafirmación revolucionaria. Trataban fundamentalmente las relaciones en el quehacer cotidiano, la interacción con su pareja, familia o entorno. Eran más desprejuiciadas y “sexy” ----utilizando términos de la época--, y por tanto resultaban, más naturales.
Me atrevería a pensar que en el caso de “Criollitas”, Wilson trató de vincular a la mujer cubana con su propia reivindicación, hacerla más rebelde y combativa, sacrificando horas de sueño para superarse en el trabajo o el estudio. Dejar atrás la imagen pasiva que le había asignado la sociedad “machista” anterior. Ésa que lastraba en lo ideológico a un porcentaje mayoritario de la población laboralmente activa. Esta dicotomía duró un par de años hasta 1964, en que las “Criollitas” no necesitaron ya ninguna contrapartida; pues la tarea abnegada y esclarecedora de la Federación de Mujeres Cubanas, apoyada por el resto de las organizaciones políticas y de masas, habían puesto las cosas en su lugar.
Desde la óptica de hoy, lo vemos muy natural, pero resultó una tarea nada fácil puesto que todo cambio presenta rechazos en sus comienzos, y esa ama de casa, con bajo nivel de escolaridad, a la que se le prohibía trabajar “para la calle” y se mantenía esclava del delantal y la escoba, dependía por lo general económica y mentalmente, del marido que era quien “traía los frijoles”.
Lo “social” sólo flotaba en la crónica de la crema y nata de la alta burguesía. Para el resto de las féminas, por la fuerza de las costumbres machistas, y el bajo nivel de escolaridad, no eran capaces de asimilar de golpe su propia transformación.
Aquella era una violencia de género silenciosa. Si todavía hoy, a cincuenta años vista, las mujeres en muchas partes del mundo soportan la otra violencia, --la del compañero que lacera, agrede y hasta mata--. Podemos sentirnos felices de que nuestras madres, hermanas, esposas, novias, o simples compañeras, estén libres de ese flagelo, o por lo menos la ley las ampara. Y muchas de esas contradicciones ideológicas fueron abordadas por nuestros humoristas de entonces y de ahora.
Cuanto a la mujer, siempre hubo en Cuba excepciones. Desde Mariana Grajales a Alicia Alonso para poner solo dos ejemplos lejanos en el tiempo. Eran aquellas que, por situaciones coyunturales, esfuerzo propio, o nadar a contracorriente, pudieron imponerse en una sociedad que les cerraba las puertas a la dignidad humana.
Por ejemplo, en aquellos tiempos del debut de “Palante y Palante”, podían contarse con los dedos de una mano aquellas compañeras que practicaban profesionalmente el humorismo gráfico o escrito. Desde sus primeras ediciones algunas colegas aparecieron un tanto enmascaradas bajo los seudónimos de Mariel, Eureka, Milsania, Pucha, Ilse, etc… Excepcionalmente una de ellas, Évora Tamayo formó parte activa de nuestro staff por decenios. Además de excelente escritora, Évora se convirtió en una excelente investigadora de la gráfica humorística: Una especie de polilla rodante a bordo de su motoneta, que se adentraba en los vericuetos de las bibliotecas y archivos donde dormían el sueño eterno de la inercia los talentos del humorismo gráfico y literario. Muchas de las informaciones de este blog han sido tomadas por asalto de sus apuntes.
Hago esta aclaración para informarles que en la actualidad, no sólo contamos con excelentes investigadoras, informáticas, redactoras y caricaturistas que han obtenido premios y reconocimientos en el patio y el extranjero, sino que la directora del actual mensuario “Palante” se llama Mercedes Azcano, y la subdirectora, es la multipremiada caricaturista Miriam Alonso, ambas con suficientes méritos para el desempeño de sus funciones. En mi opinión, estas dos colegas son las únicas mujeres que encabezan el staff de alguna publicación humorística en el continente y posiblemente en el mundo, haciendo honores a aquellas preciosas “Criollitas” y “Felinas” de Wilson. Si alguno de mis asiduos vecinos tuvieran información de otros casos como éstos, agradecería que me lo hicieran saber para darlos a conocer: ¡GRACIAS!
Me atrevería a pensar que en el caso de “Criollitas”, Wilson trató de vincular a la mujer cubana con su propia reivindicación, hacerla más rebelde y combativa, sacrificando horas de sueño para superarse en el trabajo o el estudio. Dejar atrás la imagen pasiva que le había asignado la sociedad “machista” anterior. Ésa que lastraba en lo ideológico a un porcentaje mayoritario de la población laboralmente activa. Esta dicotomía duró un par de años hasta 1964, en que las “Criollitas” no necesitaron ya ninguna contrapartida; pues la tarea abnegada y esclarecedora de la Federación de Mujeres Cubanas, apoyada por el resto de las organizaciones políticas y de masas, habían puesto las cosas en su lugar.
Desde la óptica de hoy, lo vemos muy natural, pero resultó una tarea nada fácil puesto que todo cambio presenta rechazos en sus comienzos, y esa ama de casa, con bajo nivel de escolaridad, a la que se le prohibía trabajar “para la calle” y se mantenía esclava del delantal y la escoba, dependía por lo general económica y mentalmente, del marido que era quien “traía los frijoles”.
Lo “social” sólo flotaba en la crónica de la crema y nata de la alta burguesía. Para el resto de las féminas, por la fuerza de las costumbres machistas, y el bajo nivel de escolaridad, no eran capaces de asimilar de golpe su propia transformación.
Aquella era una violencia de género silenciosa. Si todavía hoy, a cincuenta años vista, las mujeres en muchas partes del mundo soportan la otra violencia, --la del compañero que lacera, agrede y hasta mata--. Podemos sentirnos felices de que nuestras madres, hermanas, esposas, novias, o simples compañeras, estén libres de ese flagelo, o por lo menos la ley las ampara. Y muchas de esas contradicciones ideológicas fueron abordadas por nuestros humoristas de entonces y de ahora.
Cuanto a la mujer, siempre hubo en Cuba excepciones. Desde Mariana Grajales a Alicia Alonso para poner solo dos ejemplos lejanos en el tiempo. Eran aquellas que, por situaciones coyunturales, esfuerzo propio, o nadar a contracorriente, pudieron imponerse en una sociedad que les cerraba las puertas a la dignidad humana.
Por ejemplo, en aquellos tiempos del debut de “Palante y Palante”, podían contarse con los dedos de una mano aquellas compañeras que practicaban profesionalmente el humorismo gráfico o escrito. Desde sus primeras ediciones algunas colegas aparecieron un tanto enmascaradas bajo los seudónimos de Mariel, Eureka, Milsania, Pucha, Ilse, etc… Excepcionalmente una de ellas, Évora Tamayo formó parte activa de nuestro staff por decenios. Además de excelente escritora, Évora se convirtió en una excelente investigadora de la gráfica humorística: Una especie de polilla rodante a bordo de su motoneta, que se adentraba en los vericuetos de las bibliotecas y archivos donde dormían el sueño eterno de la inercia los talentos del humorismo gráfico y literario. Muchas de las informaciones de este blog han sido tomadas por asalto de sus apuntes.
Hago esta aclaración para informarles que en la actualidad, no sólo contamos con excelentes investigadoras, informáticas, redactoras y caricaturistas que han obtenido premios y reconocimientos en el patio y el extranjero, sino que la directora del actual mensuario “Palante” se llama Mercedes Azcano, y la subdirectora, es la multipremiada caricaturista Miriam Alonso, ambas con suficientes méritos para el desempeño de sus funciones. En mi opinión, estas dos colegas son las únicas mujeres que encabezan el staff de alguna publicación humorística en el continente y posiblemente en el mundo, haciendo honores a aquellas preciosas “Criollitas” y “Felinas” de Wilson. Si alguno de mis asiduos vecinos tuvieran información de otros casos como éstos, agradecería que me lo hicieran saber para darlos a conocer: ¡GRACIAS!
Muy innteresante y instructivo el trabajo. creo que sobre el tema de las criollitas debire hacerse un trabajo amplio, pues hay bastante tela por donde cortar.
ResponderEliminarFrancisco