La Feria Internacional del
Libro (Habana 2013) Está como quien dice, a vuelta de página. En un trabajo
anterior nos referimos al libro que realizamos para la Feria del 2005 a cuatro
manos entre mi hijo, del mismo nombre, y yo, titulado “Bolívar en Martí”. (Ver
portada en el anuncio del bajante a la derecha).
Ahora quisiéramos abordar
otra propuesta de la misma Editorial Pablo de la Torriente, donde participamos
no dos personas sino cuatro amantes de la historieta.
A la pareja padre-hijo
anterior, habría que añadir a quien sugirió el tema del proyecto, el compañero
Abel Prieto Jiménez--a la sazón Ministro de Cultura—quien soñó la idea de unir
en cuadernos de historietas, la obra de nuestros narradores gráficos con artistas
plásticos capaces de darle ese toque mágico de los consagrados a la popular y a
veces menospreciada manifestación gráfica.
Estuve entre los historietistas
convocados a participar y aquello me pareció fantástico, pero para que se
materializara, en mi opinión había que conquistar con buenas razones a los pintores
no habituados a este tipo de manifestación artística.
Por suerte conocía la vida
y obra del pinareño Pedro Pablo Oliva,--el cuarto participante-- así como su
admiración por el llamado Noveno Arte, según sesudos investigadores, quienes
jamás han explicado cuál es el octavo pasajero detrás del Séptimo.
Aproveché uno de mis
frecuentes viajes a la más occidental de nuestras provincias, para sugerirle
esa posibilidad a Pedro Pablo, quien de inmediato mostró su agrado por un
experimento capaz de elevar las ofertas gráficas del arte secuencial a niveles
de mayor vuelo; pero a la vez, lo difícil que resultaría para él abandonar los
temas que venía realizando con su obra personal. En mi modesta opinión, ése era
el escollo que tendríamos que vencer en cada uno de los pintores convocados.
Mi respuesta fue tajante: --Olvídate
de eso, mi proposición es mucho más sencilla. Confía en mi y facilítame copias
de cada una de tus obras, o la mayoría de ellas debidamente digitalizadas,
envíamelas a La Habana, que yo me encargo de armar el muñeco.
Más o menos la
conversación giró en esos términos coloquiales que tanto nos gustan.
Ya de regreso a La Habana,
recibimos lo solicitado a los pocos días. De inmediato mi hijo y yo, fuimos
tejiendo la trama sin necesidad de recurrir a otras fórmulas argumentales. La
propia obra de Oliva, dividida en series
como el circo, el malecón, sillones de mimbre, los apagones, la tacita de café,
y la piedra en la cabeza, prefijaban el guión, pero sobre todo, el amor–así con mayúsculas siempre
presente en todas sus obras, incluyendo una buena dosis de humorismo criollo y
doble sentido.
Sin embargo la puesta en
papel—una especie de rompecabezas sin pies ni cabeza-- resultó complicada, pero
el intento era lo suficientemente atractivo. Una vez puestos para las cosas llegamos
ilesos al final.
Pocos meses después el
libro --breve pero satisfactorio--estuvo concluido y pudo ser presentado en la
Feria correspondiente al mes de febrero de 2007.
Para sorpresa nuestra aquello
resultó un éxito de taquilla o de venta--como prefieran considerarlo ustedes
mis afables vecinos--si se tiene en cuenta que estábamos rompiendo esquemas
temáticos, hábitos de lectura, infantilismo conceptual y otros lastres
inherentes al género. Pero lo más sorprendente ocurrió meses después, al obtener
Pedro Pablo Oliva el Premio Nacional de Artes Plásticas 2007 y la convocatoria
para recibirlo oficialmente con una exposición monumental en el Palacio de Bellas Artes entre el 7 de septiembre y el
31 de octubre de ese año.
¿Y saben ustedes cómo se
tituló la misma? “Historia de Amor”. ¿Coincidencia, verdad?
Por eso durante aquel maravilloso
acto inaugural, los cuatro que habíamos cocinado en Aceite de Oliva aquel
amoroso libro nos fundimos en un abrazo fraternal.
Pero hay algo más que
contar: En la primavera del 2011, invitado por mi hijo, viajé a Miami para
conocer a mi primera nieta y coincidió que durante aquellos días, la prensa
amarillista de la Florida arremetió contra dos de nuestros más queridos y
prestigiosos artistas plásticos—como lo habían hecho años atrás con los maravillosos
pavorreales de Mendive.
Uno de ellos era Pedro
Pablo Oliva, el otro Agustín Bejerano: Fui testigo presencial de la campaña de
desinformación orquestada contra ambos por la prensa floridana con repercusión
en Cuba y el mundo. En los dos casos se tergiversaron opiniones, se manipularon conceptos, se
magnificaron los conflictos, con tal de dividir a nuestro pueblo una vez más. El
tiempo con su paciente sabiduría se encargó de poner las cosas en su lugar.
La política no es mi
fuerte, sobre todo en casos como éstos, donde surja la teoría del rumor y asome
la oreja peluda de la intriga y la hipocresía; por eso no habíamos abordado el
tema con anterioridad.
Ahora lo hago reiterando en
todas sus partes lo que afirmamos en el colofón-epílogo de aquel libro calzado
con la caricatura que le hiciera entonces al maestro Pedro Pablo Oliva.
Para los vecinos que no lo
hayan podido leer, aquí se lo brindo:
“…En tiempos de batalla de
ideas, universalización de la enseñanza y ser cultos para ser libres, el
proyecto de llevar al cuaderno de historietas la obra de artistas de la
plástica no era nada descabellado, y por eso, como fiel humorista gráfico, me
sumé a la idea.
Pero, de ahí a formar
yunta con el maestro Pedro Pablo Oliva constituía un privilegio y un reto. Tal
vez dicha proposición venía de una vieja amistad, cultivada por más de veinte
años, aunque para Gardel eso no representara nada.
Lo cierto es que, más o
menos por esa época, un 1º. de enero visité por primera vez a Oliva en su
humilde vivienda del Rancho, en Pinar del Río. La imagen de aquel encuentro no se
borrará jamás de mi memoria.
Él personalmente, en
camiseta y con un papalote en la mano, me abrió la puerta, excusándose por la
tardanza pues tuvo que bajar de la azotea donde saludaba el nuevo año empinando
su “chiringuita”. ¡Qué mejor prueba de la sencillez y humildad de ese guajiro
natural, ya por entonces descollante en nuestra plástica.
Pero Pedro Pablo es una
cajita de sorpresas, en esa misma entrevista me reprochó mi poca memoria, pues
nos conocíamos de antes, desde sus comienzos cuando colaboraba en el periódico
EL GUERRILLERO y pudimos compartir en los talleres de Humorismo Gráfico que allí realizamos en
los años setenta.
Con el tiempo, junto con
su talentosa perseverancia, sus indiscutibles éxitos profesionales, su
afianzamiento en las raíces autóctonas y su apoyo irrestricto a la promoción de
nuevas hornadas de artistas locales, fue creciendo también mi admiración por
alguien que ha podido reunir en un solo grano de maíz todas las glorias de este
mundo.
Esa fue la razón por la
cual, hace cuatro años me tomé el atrevimiento de realizarle la caricatura personal que acompaña esta semblanza
y es por eso también que ahora me atrevo a escribir el guión de esta versión
libre basada en su obra con la técnica que el maestro WIll Eisner bautizara
como arte secuencial y más conocida entre nosotros como simple historieta.
Por último, y como para
confirmar lo dicho; mientras trabajábamos en este proyecto supimos del merecido
otorgamiento a Pedro Pablo del Premio Nacional de Artes Plásticas 2006, por lo
que nos sumamos con alegría a los que lo felicitan.
BLANQUITO…”
Ninguna ocasión mejor para
homenajearlo que este 15 de enero de 2013, al arribar en su terruño vueltabajero
a sus 64 años de edad y en plenitud de facultades.. Reciba pues este sincero
abrazo digital con el cual Blanquito y familia se unen a los parabienes por el
Año Nuevo que recién ha comenzado a gatear. ¡FELICIDADES HERMANO!
Hola Francisco,
ResponderEliminarEnhorabuena por su trabajo en esta blog. He llegado a ella buscando referencias de historieta cubana.
El planteamiento de este libro que menciona, Amores en Aceite de Oliva', me parece muy interesante. Me refiero a cómo construyeron una historia gráfica a partir de los cuadros de Pedro Pablo Oliva ¿Se encuentra a la venta en algún sitio online? ¿Y su recopilación 'En pocas palabras'?
Saludos desde España.
Jesús