Hay frases en Cuba que
llegaron para quedarse, una de ellas es: “La última carta de la baraja”; otra
“El
secreto del jaibol está en la liga”. Ambas serán, utilizadas como bastón de
apoyo a esta descarguita.
El verbo zumbar no es precisamente–la última
carta de la baraja--del diccionario; otros cuatro lo siguen hasta el final por
ese orden: Zunchar, zurcir, zurrar y zurrir. Zumbar
significa cuchichear, ronronear, tararear y matraquear entre otra docena de
acepciones. Pero el verbo en pasado puede ser mucho más que eso, por ejemplo
ZUMBADO—así, en mayúsculas—es el primer apellido del colega Héctor, popularmente
conocido por Zumbi, o el Zumba, del cual no se puede ni se podrá hablar en
pasado. En tal caso, él sería --la última carta de la baraja-- si se
tratara de carta oro o carta blanca.
Lo cierto es que, nacido
en La Habana en 1932 de padres emigrantes, heredó genes nómadas y en su adolescencia
se convirtió también al trotamundismo.
Aburrido de tantos
multioficios trashumantes, quiso el destino que en su regreso a Cuba se
tropezara con Juan Ángel Cardi, otro que bien bailaba en la carretera. La
publicidad los unió en la firma Fergo-Arregui, para demostrar lo enunciado al
comienzo, con aquello de que el secreto del jaibol está en la liga.
En este caso se trataba de
un mejunje especial mezcla de ingenio
gracia, herejía y desmitificación etílica con gotas de marrasquino para
darle color; por suerte para todos nosotros, seres sanos y normales quienes
podíamos disfrutar sobriamente de sus dolencias: Ambos eran incurables
curdópatas y padecían de humorragia congénita.
Conforme la providencia
los unió primero, compromisos laborales los condujeron por caminos diversos. De
ello Zumbado escribiría en cierta ocasión “El Cardiway”.
A cada rato se
reencontraban casi siempre alrededor del círculo vicioso que dejaba la huella etílica
del vaso sobre el mostrador. Pero regresemos al presente de Zumbado mientras recordamos el pasado
del verbo zumbar.
En la próxima Feria del
Libro se presentará el libro “Un zoom a Zumbado” una simpática antología
a cargo de Antonio Berazaín (Bera) que recomendamos de todo corazón y cuya
portada reproducimos para que vean que
hijo de gato caza ratón, pues la ilustración es de su vejigo, el harmónico
Adrián Berazaín Azcuy.
De ahí que el Bera se
anota el primer punto cuando, siguiendo las pautas del maestro escribiera un gracioso
“prílogo”
a esta edición. La sustancial recopilación es además un homenaje a
quien le subió la parada al Quijote cuando sentenció: “…En un lugar de la Cancha…”
al inventor del vector “Asere Aegypty”, o quien bautizara
al peor de los cataclismos como “cagástrofe”, amén de buscarse numerosos
problemas mientras el “sinflictivo” dormita a pierna
suelta, entre otras “riflexiones” que hacían las delicias dominicales a los
lectores de JUVENTUD REBELDE..
Mi intención es recomendar
a las nuevas generaciones que se lean el libro, porque a mi tampoco me gusta
que me cuenten la película. Y a los “viejos” que no se pierdan la oportunidad
de refrescar la memoria. En cuanto al encargado de reciclar todo este coctel,
puedo agregar que es digno del maestro Zumbado y para dar fe de ello, los
invito a leer la anécdota que nos regala el Bera a continuación:
Quisiera
terminar con una anécdota personal. En marzo de 1996 asistí a una actividad en
la UPEC en la que sería agasajado Zumbado, concretamente con el Premio Marcos
Behmaras, merecido por la obra de la vida. Entonces, me decidí a hacerle un
modesto homenaje. Nada mejor que redactar algo para ser leído en esa ocasión.
(…) Como la inspiración no llegaba y ya era inminente el día en cuestión,
consulté algunas revistas y periódicos.(…) Al fin encontré un trabajo en el que
se hablaba del conocido músico Adalberto Álvarez y que decía así:
“…En estos días todos
comentan el trabajo realizado por el destacado sonero cubano Adalberto
Álvarez, por lo que conviene hacer un recuento de su obra.(...) Desde joven
se interesó por el son, y en la escuela, en los actos, llamó la atención
por su interpretación de “EL son de la loma”, y otros sones
clásicos. (…) Formó parte de agrupaciones importantes, entre ellas, “Son
14”. Recordemos de esa época creaciones como “Sonero soy”, “El son
de la madrugada” y otras.(…) Posteriormente fundó la banda Adalberto y
su Son, llevando al son cubano a planos estelares, para ganarse
con justeza el sobrenombre de “El Caballero del Son” (…) Por eso estamos
seguros, que mientras exista gente como Adalberto, se hace válida la
frase de que en Cuba, señores. ¡El son no ha muerto!...”
A continuación en el libro
Berazaín repite el texto que hemos subrayado en negritas, efectuando los
cambios oportunos y con ello lograr la efectividad del mensaje. Para no
extendernos mucho, solo hemos marcado las palabras que merecían sustitución: Adalberto por Zumbado y Son
por ron. Léanlo de nuevo reemplazando
mentalmente lo subrayado y verán el resultado de éste ejercicio interactivo.
Las felicitaciones, por
favor para el Zumbi y el Bera.
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