En la Feria Internacional
del Libro de La Habana, 2006 presentamos el libro “Bolívar en Martí” en versión
de historieta debido a la autoría de mi hijo Francisco Blanco Hernández y yo,
con el mismo nombre apellido.
(Una reproducción de la
portada aparece en el bajante permanente de este blog en la columna de la
derecha).
La premura por entregar
los materiales a la imprenta provocó errores en su factura que pasaron
inadvertidos para la mayoría, pero los autores no quedamos satisfechos,
solicitando una nueva edición corregida, lo que no se ha podido materializar
por razones ajenas a nuestra voluntad.
En estos días, al
acercarnos al 160º. Aniversario del Nacimiento de nuestro Apóstol José Martí, pensamos
que sería oportuno reproducir parte de la selección que hicimos del verbo
martiano como apoyatura a las ilustraciones para fundir en un abrazo el legado
de ambos próceres.
Las sobrecogedoras
noticias sobre la salud del Comandante Hugo Rafael Chavéz Frías, que
entristecen a cubanos, venezolanos, latinoamericanos y personas de buena
voluntad en el mundo entero, nos motivan a recordar esos vínculos, hoy más
necesarios que nunca. El mejor homenaje a héroes de la estatura de Bolívar,
Martí, Chávez y Fidel es unirnos en la veneración de sus luchas y seguir sus
ejemplos.
He aquí algunos pensamientos
martianos que sirvieron de hilo conductor a la puesta en el papel y sus
respectivas ilustraciones:
…Cuentan que un viajero
llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no
preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua
de Bolívar. Y cuentan que el viajero, sólo con los árboles altos y olorosos de
la plaza, lloraba frente a la estatua…
Libertad es el derecho que
todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En
América no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar (…) Un hombre solo no
vale nunca más que un pueblo entero, pero hay hombres que no se cansan cuando
su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque
no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos (…) A los sietemesinos solo
les falta el valor; los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete
meses, porque les falta el valor a ellos se los niegan a los demás…
Lo habían derrotado los
españoles; lo habían echado del país. Él se fue a una isla, a ver su tierra de
cerca, a pensar en su tierra (… ) Es la hora del recuento y de la marcha unida,
y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes (…)
Unos cabalgan por el llano y caen al choque enemigo como luces que se
apagan en el montón de sus monturas...
Otros, diente al diente nadan con la bandera a flor de agua por el río
crecido…Otros, como selva que echa a andar vienen costilla a costilla con las
cabezas… Otros trepan un volcán y les clavan en el belfo encendido la bandera
libertadora…
Pero ninguno es más bello
que un hombre de frente montuosa, de mirada que le ha comido el rostro, de capa
que le aletea sobre el potro volador, de busto inmóvil en la lluvia de fuego o
la tormenta, de espada a cuya luz vienen cinco naciones-(…) Un negro generoso
lo ayudó cuando ya no lo quería ayudar nadie. Volvió un día a pelear con
trescientos héroes, con trescientos libertadores
Los generales peleaban a
su lado con valor sobrenatural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó
tanto, ni se peleó mejor en un mundo por la libertad (…) Más bello que nunca
fue en Junín, envuelto entre las sombras de la noche, mientras que en plácido
silencio se astillaban contra el brazo triunfante de América, las últimas armas
españolas…
Pasó el páramo y revolvió
los montes, fue regando de repúblicas la artesa de los Andes y cuando detuvo la
carrera, porque la revolución Argentina oponía su traba colectiva y democrática
al ímpetu boliviano, catorce generales españoles, acurrucados en el cerro de
Ayacucho, se desceñían la espada de España (…) Otro peligro corre acaso Nuestra
América que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos o
intereses entre los dos factores continentales (…) y es la hora próxima en que
se le acerque demandando relaciones íntimas un pueblo emprendedor y pujante que
le conoce y desdeña (…) ¡Oh, no! En calma no se puede hablar de aquel que no
vivió jamás en ella: ¡De Bolívar se puede habar con una montaña por tribuna,
entre relámpagos y rayos, con un manojo de pueblos libres en el puño y la
tiranía descabellada a sus pies…
¡Pero así está Bolívar en
el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado en la roca de crear, con el
indio al lado y el haz de banderas a sus pies (…) y así está él calzadas las
botas de campaña, porque lo que no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy, porque
Bolívar tiene que hacer en América todavía…
Quien tenga patria, que la
honre; y quien no tenga patria que la conquiste; estos son los únicos homenajes
dignos de Bolívar (…) Hagamos por sobre la mar, a sangre y cariño, lo que por
el fondo de mar hace la cordillera del fuego andino. ¡Los flojos respeten, los
grandes adelante! ¡Ésta es tarea de grandes! (...) Así, de hijo en hijo,
mientras América viva, el eco de su nombre resonará en lo más viril y honrado
de nuestras entrañas…
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