El 28 de abril de 2010 publicamos en este
mismo sitio un trabajo titulado “Diez veces más hermoso” dedicado a Vietnam en su lucha de liberación.
Cuba estuvo siempre a la vanguardia de la solidaridad internacional con el
pueblo vietnamita.
Como parte de este pueblo, en dicha semblanza dejé constancia también de mi modesta colaboración, con una permanente cobertura de aquellos acontecimientos bélicos como caricaturista editorialista en las páginas de PALANTE y en el diario EL MUNDO; así como la donación que hice a Vietnam de mi primer premio internacional obtenido en Montreal 1967, con la obra titulada “Metamorfosis”.
Como parte de este pueblo, en dicha semblanza dejé constancia también de mi modesta colaboración, con una permanente cobertura de aquellos acontecimientos bélicos como caricaturista editorialista en las páginas de PALANTE y en el diario EL MUNDO; así como la donación que hice a Vietnam de mi primer premio internacional obtenido en Montreal 1967, con la obra titulada “Metamorfosis”.
Fue un gran honor recibir el reconocimiento
de la Embajada de Vietnam en Cuba al otorgarme el “Sello Ho Chi Minh”, a
propósito del 85º. Aniversario de su nacimiento.
En estos días que se cumplen 50 años del
Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam, destacando el aporte de tantos
cubanos valiosos, me viene a la mente una persona que logró con su obra
plástica y revolucionaria, dejar plasmado ese Vietnam diez veces más
hermoso profetizado por Ho Chi Minh.
Se trata del artista plástico y diseñador
René Mederos Pazos (1933-1996), quien se destacara en el equipo de la Editora
Política, sobre todo por aquellas maravillosas series de serigrafías
multi-cromáticas dedicadas entre otras al Che, al Ataque a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, así como
a Vietnam.
En mi modesta opinión, esta última es una
obra irrepetible, pues Mederos fue capaz con su inconfundible estilo, de
plasmar en bellas imágenes ese hermosísimo Vietnam, pero esta vez en medio de la
guerra, con sus penurias, sus colosales sacrificios, pero con la belleza de sus
paisajes, sus costumbres y la fe inquebrantable en la victoria final del pueblo
anamita, como lo exaltara nuestro Martí en la “Edad de Oro”.
Guardo con cariño una copia digitalizada de
esa fabulosa serie, que consta de unas diez láminas utilizando más de treinta
impresiones en cada una de ellas, con la técnica del silk-screen, cuyo colorido
impresiona, por lo que se me antoja, un adelanto de ese Vietnam diez veces más
hermoso soñado por el Tío Ho. Y tengo ahora la satisfacción de compartir con
ustedes mis queridos vecinos estas seis maravillas.
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