El último día de abril de 1975, fue también el ocaso de la invasión norteamericana a Vietnam. Las órdenes del mando superior en Saigón eran tajantes: --¡Hay que abandonar la ciudad! Muchos soldados a medio vestir salían como bólidos de los prostíbulos y fumaderos de opio. Garitos y tabernas quedaban vacíos por la estampida. Un escalofrío de terror rodeaba los helicópteros con los motores en marcha, mientras los oficiales, apertrechados en los buques de guerra aguardaban por el tropelaje de sus uniformados en fuga. Se estaba desarrollando la “Operación Chancleta”.
Al revisar mis archivos me sorprendo al ver esta caricatura de “El Mundo” fechada diez años antes de aquel despetronque, y si se fijan bien, refleja la misma imagen chancletera de la operación . Con el decursar de los años, no recuerdo los sucesos que provocaron aquel dibujo satírico, lo que sí les puedo asegurar es que no soy adivino, así que el asunto tenía rabo. Por eso les propongo otros de mis trabajos publicados en la misma década del sesenta.
Pero volvamos al 30 de abril: Saigón 12.15 hora local. La bandera del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur sustituye la de las barras y las estrellas sobre el Palacio de Gobierno. El pueblo festeja alborozado en las calles. Guirnaldas encendidas, dragones multicolores, orquestas ambulantes, banderas del GRP, y todos a un solo grito: ¡Viva Saigón Liberado! Hasta ahí llegó la antigua urbe, a partir de ese momento será Ciudad Ho Chi Minh.
En la capital siamesa del Norte (Hanoi) --a esa misma hora--, los vietnamitas, forzosamente divididos hasta entonces por el Paralelo 17, también daban rienda suelta a su alegría: Se había hecho realidad el pronóstico del Tío Ho aquel 10 de mayo de 1969, cuando dijo: “Derrotados los norteamericanos construiremos una patria diez veces más hermosa”.
La prepotencia de Estados Unidos --bravucón como siempre--, quiso sustituir al imperio francés en Dien Bien Phu, en mayo de 1951, pero el alarde se convirtió en impotencia. Quisieron repetir la jugada de 1899 en Cuba, cuando volaron el Maine, para intervenir en el conflicto y coger los mangos bajitos. Esta vez, la criada les salió respondona en el Golfo de Tonkín, y el tiro les salió por la culata.
Eran tiempos de lucha que inspiraban las obras satíricas de los colegas cubanos del lado de acá del ventrículo izquierdo. Por mi parte, emulaba con ellos lo mismo en el diario de la calle Virtudes, que en el semanario “Palante”, a tal punto que el libro “Veredicts on Vietnam” de la Pemberton Book, con 128 caricaturas del mundo entero recopiladas por Abu en 1968, y con prólogo de James Cameron, reprodujo dos de mis trabajos tomados de la prensa cubana.
Pero además la OSPAAAL (Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina), también seleccionó esta historieta que les muestro para la contraportada en colores de la revista “Tricontinental” en su edición Núm. 15 de 1966.
Al revisar mis archivos me sorprendo al ver esta caricatura de “El Mundo” fechada diez años antes de aquel despetronque, y si se fijan bien, refleja la misma imagen chancletera de la operación . Con el decursar de los años, no recuerdo los sucesos que provocaron aquel dibujo satírico, lo que sí les puedo asegurar es que no soy adivino, así que el asunto tenía rabo. Por eso les propongo otros de mis trabajos publicados en la misma década del sesenta.
Pero volvamos al 30 de abril: Saigón 12.15 hora local. La bandera del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur sustituye la de las barras y las estrellas sobre el Palacio de Gobierno. El pueblo festeja alborozado en las calles. Guirnaldas encendidas, dragones multicolores, orquestas ambulantes, banderas del GRP, y todos a un solo grito: ¡Viva Saigón Liberado! Hasta ahí llegó la antigua urbe, a partir de ese momento será Ciudad Ho Chi Minh.
En la capital siamesa del Norte (Hanoi) --a esa misma hora--, los vietnamitas, forzosamente divididos hasta entonces por el Paralelo 17, también daban rienda suelta a su alegría: Se había hecho realidad el pronóstico del Tío Ho aquel 10 de mayo de 1969, cuando dijo: “Derrotados los norteamericanos construiremos una patria diez veces más hermosa”.
La prepotencia de Estados Unidos --bravucón como siempre--, quiso sustituir al imperio francés en Dien Bien Phu, en mayo de 1951, pero el alarde se convirtió en impotencia. Quisieron repetir la jugada de 1899 en Cuba, cuando volaron el Maine, para intervenir en el conflicto y coger los mangos bajitos. Esta vez, la criada les salió respondona en el Golfo de Tonkín, y el tiro les salió por la culata.
Eran tiempos de lucha que inspiraban las obras satíricas de los colegas cubanos del lado de acá del ventrículo izquierdo. Por mi parte, emulaba con ellos lo mismo en el diario de la calle Virtudes, que en el semanario “Palante”, a tal punto que el libro “Veredicts on Vietnam” de la Pemberton Book, con 128 caricaturas del mundo entero recopiladas por Abu en 1968, y con prólogo de James Cameron, reprodujo dos de mis trabajos tomados de la prensa cubana.
Pero además la OSPAAAL (Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina), también seleccionó esta historieta que les muestro para la contraportada en colores de la revista “Tricontinental” en su edición Núm. 15 de 1966.
Más tarde, al obtener el Segundo Premio en el Salón VI de Humorismo de Montreal, y ser invitado a la Expo 67 en esa ciudad, entregamos el premio en efectivo a la Embajada de Viet Nam en Cuba para contribuir a la lucha armada de ese pueblo. http://ay-vecino.blogspot.com/2009/01/mis-desmemorias-1.htmlPor tal motivo tuve el honor de recibir el Sello Ho Chi Minh que otorga dicha sede diplomática en Cuba, distinción que guardo como uno de mis más preciados recuerdos
A miles de kilómetros de la epopeya librada por el pueblo vietnamita, sin tirar un solo tiro, no creí merecer tales reconocimientos, y aunque nunca pude visitar el frente de combate --como en aquella ocasión solicité personalmente a la Dra. Melba Hernández--, disfruté con legítimo orgullo de cubano, esta foto que circuló por el mundo en 1973.
A miles de kilómetros de la epopeya librada por el pueblo vietnamita, sin tirar un solo tiro, no creí merecer tales reconocimientos, y aunque nunca pude visitar el frente de combate --como en aquella ocasión solicité personalmente a la Dra. Melba Hernández--, disfruté con legítimo orgullo de cubano, esta foto que circuló por el mundo en 1973.
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