El
pasado día 7 de enero falleció en La Habana el compañero René de la Nuez
Robaina, artista, profesor, periodista y humorista gráfico, Premio Nacional de
Artes Plásticas 2007, y considerado uno de las 100 caricaturistas más
importantes del mundo entre otras muchas virtudes. Para mí, además: Colega,
hermano y amigo.
En
las condolencias a su hijo Iván, durante la velada en la Funeraria del Vedado,
junto a familiares y admiradores, le transmitimos igualmente nuestro pesar a la
esposa de siempre, la infatigable Pucha, ausente por razones de salud.
Mucho
se ha escrito del compañero; mucho más se hablará de su fecunda vida en el
futuro: Yo, embargado por la tristeza, no estoy ahora en condiciones de
hacerlo. Pero tampoco puedo pasar por alto este momento y me limitaré a
reproducir lo que publicamos en este blog en febrero del 2012, con
el mismo espíritu fraternal y desenfadado de siempre bajo el título de: “Radiografía
de un loco”…Y copio:
…Acabo
de asistir a la exposición de René de la Nuez en la sede de la Unión de
Periodistas de Cuba con el título de ¡¿Loco yo?! en saludo a los 55 años
del debut de su personaje el
Loquito en el semanario humorístico ZIG-ZAG, el 2 de febrero de 1957.
Acostumbro
a reseñar con mis propias palabras, notas cuasi-biográficas en este blog de los
colegas que durante años hemos compartico el difícil arte del dibujo humorístico.
Cuando
yo empecé en la caricatura, ya él era Nuez. Reconozco que nunca llegué ni
llegaré a su altura, pero me considero su alumno, a pesar de tener más años que
él. Como no se puede ser juez y parte, aquí van algunos criterios entresacados
de entrevistas que le han realizado a lo largo de su exitosa carrera. No me da
pena confesar que subrayo todos y cada uno de esos pensamientos como propios.
Por
tratarse de un personaje no solamente loco sino mudo, iré colocando algunas de
aquellas viñetas-- Sans parole -- como las bautizaron los franceses, a
lo largo del texto para ir entrando en calor. Comienzo pues, con breves
palabras del escritor español Vázquez Montalbán:
“…Cualquier cubano está convencido de que el
mundo es Cuba. A partir de esa complicidad con uno de los pueblos más
interesantes y ejemplares de la tierra, el dibujante, el artista De la Nuez ha
realizado un ejercicio de descripción total del comportamiento de una
ciudadanía. (…) Sin perder el fondo épico-lírico que las revoluciones consiguen
cuando crean y que van perdiendo cuando sólo conservan. Por su edad pertenece a
la generación del entusiasmo que Kant consideraba imprescindible para hacer
posibles y creíbles las revoluciones…”
Y
es que Nuez es todo eso, y mucho más. Pequeño de tamaño pero inmenso en su
trayectoria, heredó de la llamada Villa del Humor toda la experiencia de Eduardo
Abela, quien había creado aproximadamente veinte años antes, durante la
dictadura de Machado, un personaje con similares características: El
Bobo.
Sobre
la generación del entusiasmo, y su propia formación René de la Nuez nos dice: “…
No pasé ninguna escuela, porque la caricatura no se estudia en escuelas, hay
escuelas de artes plásticas, pero no de caricaturistas, yo soy como muchos
otros;, un autodidacta, que me movía y aprendía mucho de la discusión, y de la
gente que me rodeaba, lo que podíamos llamar “un caricaturista de oído…”
Enrique
Núñez Rodríguez agrega sobre sus inicios: “…En febrero de 1957 vimos aparecer en la
redacción del semanario ZIG-ZAG a un adolescente que portaba sus dibujos. Venía
desde San Antonio de los Baños a ofrecer sus colaboraciones: Traía la propuesta
de un personaje para incorporarse a la lucha contra la dictadura de Batista. Se
trataba de El Loquito que al estilo del también ariguanabense Bobo de Abela,
utilizaba símbolos para burlar la censura del régimen…”
El
propio caricaturista más tarde aclara:“… El Loquito fue, si se quiere, hijo de una
circunstancia, (…) Se me ocurrió el loco, porque en la calle se decía: …hay que
estar loco para hacer una revolución contra el ejército… Hay que estar loco
para meterse con Batista…”...
Sobre
la complicidad de que nos habla el famoso novelista español, Nuez abunda: “…Empecé
a utilizar claves que enseguida la gente empezó a comprender. También había un
ansia del público en ver las claves y aproveché eso. La imagen de la sierra de
carpintero aludiendo a la Sierra Maestra lo cual burló la censura (…) aquello
me enseño a dibujar en un espacio muy reducido porque era apenas una viñeta, y
tenía que resolver un dibujo que además, transmitiera una idea.
Adelaida
de Juan, profesora universitaria que ha investigado a fondo el humorismo
gráfico cubano decía: “…El Bobo de Abela y el Loquito de Nuez
entraron en la historia del dibujo humorístico cubano. Ambos personajes
murieron con las circunstancias sociales que les dieron origen: El Bobo se
retira fracasado y su autor se dedicó a su inicial amor, la pintura. Pero, la
causa del Loquito triunfa y Nuez continúa al crear otros personajes y
comentando circunstancias nacionales con agudo sentido del humor…”
Otra
diferencia según su autor: El Bobo de Abela era a base de círculos. Me
dije, tengo que hacerlo distinto, y probé a utilizar triángulos. Si te fijas
bien te das cuenta que el Loco está hecho de triángulos, y es totalmente
distinto a el Bobo, que es más redondo…”
De
esos otros protagonistas de papel que refería De Juan, su autor nos comenta
humorísticamente: “…Me mataron a un
personaje y me quemaron a otro: A Don Cizaño lo quemaron porque hicieron la ley
contra la vagancia y lo enterraron con toda la prensa reaccionaria. En la
Universidad hicieron un acto y en un féretro iba Don Cizaño y lo enterraron.
Después hice a Mogollón, que era un personaje dirigido contra la holgazanería y
cuando se hizo la Ley contra la Vagancia me quemaron a Mogollón también. Por
suerte ya había hecho El Barbudo…”
Y
sobre este último personaje nos aclara: “…He tenido muchas satisfacciones. En 1964
en la Plaza de la Revolución, frente a la fachada de la Biblioteca Nacional se expuso
una caricatura mía de un Barbudo con una alzadora de caña que estaba cogiendo a
un burócrata y lo estaba levantando en peso del buró. Eso demuestra qué
importancia tenía la caricatura. Ahí había obras de Raúl Martínez, de René
Portocarrero, pero también una caricatura…”
Nunca
este autor perdió el fondo épico-lírico de nuestra Revolución como expresó
Montalbán; y Nuez lo expresa así: “…Se
ha dicho que el humorismo es una cosa muy seria, esto se ha convertido en una
frase hecha pero es cierto, porque tratar de hacer humor sólo para reír es
degenerarlo. El hombre es el único animal que ríe, pero no se ríe por reírse,
no por razones fisiológicas sino por conceptos éticos y morales y el papel
fundamental del humor es ser crítico con el hombre. Se habla del hombre en
abstracto y este hombre está dividido en clases dentro de la sociedad y hay que
ver cómo se ríe cada clase, en fin cada clase tiene su humorismo, de lo que se
ríe un burgués no se ríe un obrero…”
Sobre
el comportamiento de la ciudadanía en relación con su obra, reflexiona:
“…Hacer el chiste por el chiste no tiene sentido en
estos momentos…”
Se refería al año 60, tras el triunfo de la Revolución, en una entrevista que
le hizo Fayad Jamis, para la REVISTA DE ARTES PLÁSTICAS, y recientemente
respondía así: “…Creo que aún eso está vigente… No estoy de acuerdo en la división del
humor en colores. No existe el humor blanco, ni el negro, solo el buen humor, (…)
si no hay un buen dibujo apoyando una buena idea, ni el blanco ni el negro ni
el verde tienen valor, (…) es una división falsa, una división comercial que
muchos historiadores y críticos no aprueban…(…)“…González Barros en su libro
sobre la caricatura tampoco la acepta. (…) Hay muchos tipos de humor gráfico,
pero todos dependen del dibujo. Nosotros necesitamos un buen dibujo porque esa
es la herramienta fundamental para transmitir lo que queremos. Si no hay un
dibujo claro no hay una buena transmisión de las ideas. (…) Lo ideal sería el
dibujo mudo, que es lo máximo a lo que se puede aspirar por el nivel de
síntesis, ahí estás usando tu lenguaje puro que es el dibujo, es decir, no te
auxilias de nada…”
Sobre
este punto Ciro Bianchi destacado periodista y acucioso investigador
costumbrista lo retrataba en esta imagen:
“…René de la Nuez es una especie
de monstruo de la naturaleza (..) Los resultados de varias encuestas
internacionales lo incluyen entre los cien mejores caricaturistas del mundo…”
Podríamos
estar horas mencionando sus obras, que van desde lo más activamente político
hasta el costumbrismo que nos identifica como ente cultural en el mundo. De sus
numerosos premios nacionales e internacionales, de su bibliografía con más de
quince libros publicados que van desde “Cuba. Allí fumé”, hasta “En
un ligar de la tinta”, destacándose el que ganara Mención en el
Concurso Casa de las Américas “Garabatos”. Es profesor de Mérito
de la Cátedra de Humor de la Universidad de Alcalá de Henares en España, y
presidente de Honor de la Cátedra de Humor del Instituto “José Martí” de la
Escuela Internacional de Periodismo en La Habana. Premio Nacional de
Humorismo “Aquelarre”; Premio Nacional “José Martí” de la UPEC;
y Premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura entre otras
distinciones.
Yo
agregaría que fue el único artista que pudo situar una caricatura en el espacio
exterior acompañando en su viaje al cosmonauta cubano Reinaldo Tamayo y al
soviético Romanenko en 1980.
Además,
recuerdo haberlo visto en el Noticiero de Televisión realizar caricaturas en
vivo con motivos de actualidad política o costumbrismo. Hoy se ha perdido esta
modalidad que podría refrescar el lenguaje televisivo en muchos de nuestros mensajes
que por repetitivos resultan adormecedores.
En
este trabajo nos hemos apoyado en opiniones de intelectuales que han ejercido
la crítica especializada en Cuba con verdadera maestría, y notamos que hoy adolecemos
de esa necesaria retroalimentación, lo cual no ayuda a mejorar cierto
acomodamiento, de mostrar más garra y menos retórica explicativa en los textos
del actual humorismo gráfico cubano.
En
las palabras de agradecimiento que Nuez nos regalara aquella tarde, entre bromas
y jaranas, dejó caer algunas de sus verdades:
“…El acomodamiento a descansar en el fatalismo del
espacio limitado, o de las frecuencias de nuestras publicaciones periódicas,
tampoco ayudan a sacudir el marasmo de la respuesta rápida y oportuna con nuestros
dardos…”
En
las frecuentes conversaciones que compartí con él, he aquí otras de sus
opiniones: “…Creo que existe talento joven y experiencia trasmisible de veteranos
para revertir esa situación. Y lo más significativo, contando en la actualidad
con páginas web que permiten abordar los temas digital y directamente desde la
computadora, sin tener que acudir a la redacción del periódico o al estudio de
la televisión para realizarlos. (...) Incluso, sin la limitación de un
solo artista, sino con la emulación fraternal de tantos valores jóvenes que
saben y pueden utilizar dichos medios. El problema estriba en hacer una
buena selección del material con que se cuenta en el momento del cierre.…”
¿Desidia
o temor a equivocarnos? Nuez me responde: “…A veces nos quejamos de que no hay
suficiente espacio para colocar la sátira política, y sin embargo existen
verdaderos baches informativos que debidamente ilustrados ganarían mucho en
frescura e impacto…”
Y
yo lo subrayo con una frase antológica: “Una
imagen vale más que mil palabras”.
Tal
vez coincidamos por el hábito de habernos desenvuelto en periódicos matutinos donde
la caricatura editorial, al día siguiente es ya un refrito. Sólo así, en la
inmediatez del taller se logra la excelencia. Se ha demostrado que puede ser a
veces un oficio antipático y hasta peligroso, pues nos valemos de metáforas y
otras subjetividades de doble interpretación; por lo tanto, nuestros errores
están expuestos constantemente a la picota pública, pero como diría en la TV el
profesor Calviño: “Vale la pena”.
El
buen caricaturista no puede esperar a que le baje la musa, a lo mejor cuando
esto ocurre, ya la publicación está circulando en la calle. Por eso también, la
sátira política debe ser preferiblemente diaria. Los acontecimientos se precipitan
con una vertiginosidad cada día mayor, según se desarrollan los acontecimientos
en tiempo real.
Una
opinión que Nuez ha repetido en varios comentarios es que “…La historia de Cuba puede
narrarse en caricaturas…”. Esta fue la inspiración de la serie que hemos
venido despegando en este blog desde la edición del 1º. de septiembre del 2014
bajo el título: “La Grandeza de la línea” y que en estos momentos va por el
capítulo No. 14: “La Línea olvidada”.
Con
el espíritu batallador del inolvidable Loquito de Nuez esperamos seguir
abordando esta interesante saga.
Nos
vemos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario