Continuamos
la serie sobre la caricatura contemporánea analizando la compleja situación
geopolítica en Europa a fines del siglo XIX y comienzos del XX, por los efectos
de la Revolución Industrial y el desarrollo de las fuerzas productivas
fundamentalmente en el Reino Unido; los cambios en la Revolución Francesa tras
la Comuna de París y la Tercera República; así como el auge del Imperio zarista
en Rusia; por lo cual se deciden a formar la Triple Entente para crear un muro
de contención al expansionismo militar teutón conocido como Pangermanismo.
Todas estas situaciones fueron abordadas por los caricaturistas de la época y
relacionadas en capítulos anteriores.
Hemos
visto cómo se emprendían campañas xenófobas, con marcado acento anti-semita, además
del anti-militarismo o el anti-pacifismo en uno u otro bando. El mejor ejemplo
es el llamado affaire Dreyfus surgido en Francia--capitán judío de ideas
republicanas--acusado de vender secretos al enemigo y condenado a traición en
1894. En su defensa se alzaron distinguidos intelectuales como Emile Zola,
quien con su alegato YO ACUSO le dio la vuelta al mundo. El caso fue blanco de
no pocas caricaturas hasta que en 1906, se comprobara la culpabilidad del
oficial monárquico Esterhasy, revocándose la sentencia original contra Dreyfus.
Por
otro lado, las hazañas bélicas de Bismarck--el Canciller de Hierro--lograron sumarse
los territorios franceses de Alsacia y Lorena, y vencer a los austriacos en la
Guerra de las Siete Semanas, obligándolos a unirse con el reino de Hungría formando a su vez la
llamada Monarquía Dual (Austrohúngara) convertida ahora en su dócil aliada y como
valladar ante las aspiraciones zaristas hacia esa amalgama de pueblos
balcánicos formada por serbios, montenegrinos, griegos, rumanos, magiares,
croatas, eslavos y turcos, etc.
Todos
estos intereses basados en el nacionalismo, el imperialismo y el militarismo,
forman el caldo de cultivo europeo como prólogo al conflicto de 1914. Sólo
faltaba la excusa y surgió entonces el atentado al Archiduque Francisco
Fernando, príncipe heredero a la corona austro-húngara y su esposa, asesinados
en Sarajevo capital de Bosnia. Como hemos visto la ambición de las grandes
potencias afectaban a países más pequeños que se iban a ver también envueltos
en el conflicto.
En
varias ocasiones visité uno de ellos, la antigua República Socialista de
Chevoslovaquia antes de que el país se dividiera en dos: República Checa y
Eslovaquia, momentos en que pude recorrer interesantes lugares de su capital Praga,
donde se bebía la mejor cerveza del mundo: Si negra en la taberna “U-Flecu”,
o ligera en la “U-Kalikja”. Y precisamente en los altos de ésta última vivió
el gran escritor checo Jaroslav Hasek, así como su “hijo putativo” Sveik, el
protagonista principal de “Las Aventuras del Buen Soldado Sveik en la
Guerra Mundial”, uno de los documentos más representativos de la
literatura checa en la primera mitad del siglo XX.
Otra
gran ayuda fue la colaboración de su amigo, el caricaturista, Josef Lada,
--invidente de un ojo igual que yo--quien ilustró las viñetas humorísticas con
que cuenta el libro.
La
última de mis visitas fueron unas vacaciones colectivas en noviembre de 1990,
que coincidieron con la celebración de mis 60 años y que ampliamente relaté en el trabajo titulado
“Vacaciones bajo cero” .
Me
explico: Los tres autores más importantes del país fueron sin dudas Frank Kafka,
Karel Cápek y Jaroslav Hasek, con la particularidad de que los dos primeros lo
hacían en alemán, mientras el tercero fue quien le dio brillo al idioma checo;
pero sobre todo porque ésa, su novela satírico-pacifista, fue una de las más
importantes sobre aquella contienda de 1914. Tuvo además la característica de distribuirse
en folletines y ser profusamente ilustrada por su amigo, el caricaturista
Joseph Lada.
Los
datos me fueron facilitados por el doctor Radko Piklik,--historiador y biógrafo
de Hasek-- en una visita anterior que hice a la patria de Smetana, esto me
permitió publicar en la Revista BOHEMIA. Año 72. No. 35 (29 de agosto de 1980),
bajo el título de “El Buen Soldado Sveik” un trabajo bastante abarcador alrededor
del autor y su obra, la cual fue editada íntegramente a todo lujo ese mismo año
en Cuba por la Editorial Arte y Literatura.
Consecuente
con el resto de su obra satírico-literaria, cercana a los cien seudónimos en artículos
y crónicas de prensa, su obra--el soldado Sveik--le costó a Jaroslav Hasek
incomprensiones editoriales y hasta marginación en el clima ultraconservador
europeo de entonces, por lo que se vio obligado a emigrar al pueblito de
Lipnice, a medio camino entre Praga y Brno, donde también en otra cervecera--“La Taberna Azul”—fue armando el
“muñeco” capítulo a capítulo, y gracias a que se distribuyó por entregas, el
autor pudo subsistir.
En
cuanto a las ilustraciones, la obra cuenta con más de 500 viñetas, algunas de
las cuales acompañan este trabajo. Las aventuras de Sveik quedaron inconclusas
debido a la prematura muerte del escritor.
Precisamente
la originalidad de la cervecería praguense “U´Kalikja” a la que nos referíamos
con anterioridad, radicaba en que sus paredes estaban adornadas con murales de
ese gracioso y pícaro soldado inventado por la yunta Hasek-Lada y realizado
manualmente por este último
¿Se
conservará todavía?
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