UNO: La autorizada opinión de Adalberto Álvarez, de que en el tres hay un antes y un después de Pancho Amat, es muy cierta; pero debo aclarar que cuando él dio su primer do de pecho, ya el uno en el tres lo tenía desde mucho antes Arsenio Rodríguez, ese cieguito maravilloso, quien nos había demostrado que la Vida es un Sueño, y que su instrumento era dos veces bueno: Musical y comestible a la vez, ya que Miguelito Cuní le gritaba durante los montunos a su sucesor Arturo Jarvi en el Conjunto Chapotín: ¡Alambre dulce!
Por lo tanto nuestro personaje de hoy tiene el dos en mi escala del tres.
DOS: Desde aquel día 22 del cuarto mes de 1950, el bebito Panchito ya traía la música por dentro en su pueblo natal de Güira de Melena, y no precisamente tocando el güiro, sino el tres.
TRES: El Horóscopo lo situó en el centro del ruedo taurino para embestir la adversidad. Por lo que no es de extrañar que al asimilar las experiencias de otros cinco treseros famosos: El propio Arsenio, Niño Rivera, Isaac Oviedo, Chito Latamblet, y Nené Mánfugas, Amat lograra dominar ese concepto de: “Trovar el son y sonear la trova”, pues según su trova, el tres empezó con el son. Había que darle “rabo y orejas” en el ruedo al diestro criollo.
CUATRO: Las orquestas charangueras cubanas son de larga data, sin embargo en sus comienzos con Manguaré, Pancho Amat y el resto de la agrupación, tropezaron con tres de ellas: El charango chileno, la Charanga Habanera y el Charangón de Revé. De vocación latinoamericanista sumó un nuevo grupo alternando con la agrupación venezolana Cuatro por Cuatro, que no Son 14, son 16.
CINCO: Hablando de conjuntos musicales: Después el dúo y del trío, vinieron todos los tetos conocidos y por conocer: Cuartetos, quintetos, sextetos y septetos. Estos dos últimos sentaron cátedra en el son, a tal punto que no conozco ningún octeto de música popular cubana.
SEIS: Debemos aclarar a nuestros vecinos del lado de allá del charco, que tan cubanos como Arsenio y el propio Pancho Amat, el tres es un instrumento criollo, lo juro por las seis cuerdas que lo componen y los sextetos que existían antes de agregárseles la trompeta.
SIETE: Son las notas musicales, siete los colores del arcoíris. Existe el séptimo arte y la danza de los siete velos; y cuando Amat comenzó su vida artística en la década de los años 70 del pasado siglo, ya le sacaba los siete colores del arcoiris a la típica guitarra autóctona conocida como el tres. Como un modesto homenaje a su persona, aquí va una pequeña, muestra de mi admiración por el artista y su instrumento: Su caricatura personal.
OCHO: Para la cábala del cubano de antaño, amante de la charada y la bolita, el ocho significa la muerte. Y cuando Arsenio Rodríguez se fue a los Estados Unidos en busca de una Operación Milagro –inexistente en Cuba por entonces—comprobó que su caso no tenía remedio. Sin embargo el ciego ve más lejos que los demás y puso a bailar a los newyorquinos al son de la salsa, --sabor desconocido hasta entonces en la Gran Manzana--. En medio del éxito la muerte le hizo un número ocho el 31 de diciembre de 1970. Algunos dicen que subió al cielo desde Los Ángeles acompañado por un par de querubines amantes del tres.
NUEVE: El beisbol es el deporte nacional. Me imagino a Panchito de niño, en su pueblo natal, formando parte de la novena del barrio, antes de que decidiera cambiar el guante por el tres. Hoy con los cambios de la nueva división político administrativa, el afamado músico habanero se verá representado por un nuevo equipo, pues el club Habana desaparece para formar dos: Artemisa y Mayabeque. Güira de Melena, situada al sur, cae dentro de la jurisdicción de esta última provincia, así que, amante del terruño, lo veremos convertido en un mayabequero más.
DIEZ: Como han podido apreciar en esta breve incursión al mundo del pentagrama y los números, no debemos obviar el Premio Nacional de la Música 2010, obtenido el pasado diciembre por Pancho Amat. Sean pues mis últimas palabras para desearle en su onomástico, muchos más éxitos y que en esta oportunidad logre el tan añorado encuentro de sus dos agrupaciones: El Cabildo del Son y el Café Vista Alegre.
El Instituto Nacional de a Música tiene la palabra.
¿Qué mejor regalo que ése?
Para concluir esta “décima”, debo acreditar los datos proporcionados por Pedro de la Hoz en el diario “Granma” del 13 de diciembre del 2010 bajo el título de ”Pancho Amat: Alambre dulce, recia estampa”… Gracias colega, te debo una.
Por lo tanto nuestro personaje de hoy tiene el dos en mi escala del tres.
DOS: Desde aquel día 22 del cuarto mes de 1950, el bebito Panchito ya traía la música por dentro en su pueblo natal de Güira de Melena, y no precisamente tocando el güiro, sino el tres.
TRES: El Horóscopo lo situó en el centro del ruedo taurino para embestir la adversidad. Por lo que no es de extrañar que al asimilar las experiencias de otros cinco treseros famosos: El propio Arsenio, Niño Rivera, Isaac Oviedo, Chito Latamblet, y Nené Mánfugas, Amat lograra dominar ese concepto de: “Trovar el son y sonear la trova”, pues según su trova, el tres empezó con el son. Había que darle “rabo y orejas” en el ruedo al diestro criollo.
CUATRO: Las orquestas charangueras cubanas son de larga data, sin embargo en sus comienzos con Manguaré, Pancho Amat y el resto de la agrupación, tropezaron con tres de ellas: El charango chileno, la Charanga Habanera y el Charangón de Revé. De vocación latinoamericanista sumó un nuevo grupo alternando con la agrupación venezolana Cuatro por Cuatro, que no Son 14, son 16.
CINCO: Hablando de conjuntos musicales: Después el dúo y del trío, vinieron todos los tetos conocidos y por conocer: Cuartetos, quintetos, sextetos y septetos. Estos dos últimos sentaron cátedra en el son, a tal punto que no conozco ningún octeto de música popular cubana.
SEIS: Debemos aclarar a nuestros vecinos del lado de allá del charco, que tan cubanos como Arsenio y el propio Pancho Amat, el tres es un instrumento criollo, lo juro por las seis cuerdas que lo componen y los sextetos que existían antes de agregárseles la trompeta.
SIETE: Son las notas musicales, siete los colores del arcoíris. Existe el séptimo arte y la danza de los siete velos; y cuando Amat comenzó su vida artística en la década de los años 70 del pasado siglo, ya le sacaba los siete colores del arcoiris a la típica guitarra autóctona conocida como el tres. Como un modesto homenaje a su persona, aquí va una pequeña, muestra de mi admiración por el artista y su instrumento: Su caricatura personal.
OCHO: Para la cábala del cubano de antaño, amante de la charada y la bolita, el ocho significa la muerte. Y cuando Arsenio Rodríguez se fue a los Estados Unidos en busca de una Operación Milagro –inexistente en Cuba por entonces—comprobó que su caso no tenía remedio. Sin embargo el ciego ve más lejos que los demás y puso a bailar a los newyorquinos al son de la salsa, --sabor desconocido hasta entonces en la Gran Manzana--. En medio del éxito la muerte le hizo un número ocho el 31 de diciembre de 1970. Algunos dicen que subió al cielo desde Los Ángeles acompañado por un par de querubines amantes del tres.
NUEVE: El beisbol es el deporte nacional. Me imagino a Panchito de niño, en su pueblo natal, formando parte de la novena del barrio, antes de que decidiera cambiar el guante por el tres. Hoy con los cambios de la nueva división político administrativa, el afamado músico habanero se verá representado por un nuevo equipo, pues el club Habana desaparece para formar dos: Artemisa y Mayabeque. Güira de Melena, situada al sur, cae dentro de la jurisdicción de esta última provincia, así que, amante del terruño, lo veremos convertido en un mayabequero más.
DIEZ: Como han podido apreciar en esta breve incursión al mundo del pentagrama y los números, no debemos obviar el Premio Nacional de la Música 2010, obtenido el pasado diciembre por Pancho Amat. Sean pues mis últimas palabras para desearle en su onomástico, muchos más éxitos y que en esta oportunidad logre el tan añorado encuentro de sus dos agrupaciones: El Cabildo del Son y el Café Vista Alegre.
El Instituto Nacional de a Música tiene la palabra.
¿Qué mejor regalo que ése?
Para concluir esta “décima”, debo acreditar los datos proporcionados por Pedro de la Hoz en el diario “Granma” del 13 de diciembre del 2010 bajo el título de ”Pancho Amat: Alambre dulce, recia estampa”… Gracias colega, te debo una.
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