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9 may 2012

EN POCAS PALABRAS


EL MALECÓN  DE FIESTA
Al  frente del Hotel Inglaterra, sito en el Prado habanero existe una tarja que certifica el hospedaje allí del Lugarteniente General Antonio Maceo, en memoria de su regreso a la patria el 30 de enero de 1890
Lo que pocos saben es lo que dijo ante el abandono oficial y el insalubre panorama  contemplado en la capital de la Isla bajo la bota española: “…Aquella Covadonga chiquita que se llama La Habana, con sus calles estrechas y asquerosas, como el sentimiento de los españoles, que se proponen gobernar a Cuba, sin mejorar las condiciones de este desventurado país…”. Opinión coincidente con los esfuerzos del insigne Carlos J. Finlay y sus desvelos por hallar las causas de una epidemia que diezmaba la población urbana de la época. 
Ya desde 1881 nuestro investigador había descubierto al agente transmisor, --el mosquito aedes aegypty— pero poco o nada las autoridades españolas habían hecho para erradicarlo.Por eso no es de extrañar que finalizada la guerra, el gobierno interventor norteamericano, tomara desde sus inicios algunas medidas sanitarias basadas en las experiencias del científico cubano.
Correspondió al primer Gobernador General Brooke, algunas tareas beneficiosas como la de mejorar el abasto de agua, la red de alcantarillado, eléctrico, telefónico, de gas, y la recolección de la basura, así como levantar  un muro de contención en el litoral norte para prevenir la irrupción del mar durante los huracanes que frecuentemente nos azotaban, o eliminar los charcos que se formaban entre los arrecifes como focos del mortal vector, entre otras medidas igualmente higiénicas.
Al asumir esta actitud  acorde con el compromiso moral de su país para con Cuba, Brooke fue acusado  de simpatizar con la causa de los cubanos, lo cual no se correspondía con los planes imperialistas del gobierno de los Estados Unidos. 
No se  podía correr ese riesgo, y se optó por sustituirlo en diciembre de 1899, acudiendo al General Leonardo Wood --por entonces en Santiago de Cuba--  quien había demostrado con creces su fuerte inclinación anexionista.
Es por ello que correspondió a éste último el privilegio de inaugurar el primer tramo del Malecón habanero comprendido desde el Castillo de la Fuerza hasta Lealtad, coincidiendo el acto con el 20 de Mayo de 1920, y la proclamación a bombo y platillo de la República de Cuba, con su presidente de estreno, su bandera  tricolor, y su himno bayamés, pero totalmente mediatizados con el pesado rabo de la Enmienda Platt.
Sea este mi modesto homenaje en su 110º. Aniversario  a ese Malecón Habanero,  --el banco mas largo de Cuba--, con sus siete kilómetros de largo entre la Avenida del Puerto y La Chorrera; tantas veces cómplice en noches de juvenil canícula amorosa, o en jacarandosos paseos de Carnaval… ¡FELICIDADES VIEJUCO, QUE CUMPLAS 110 AÑOS MÁS!


SIN TRUCOS FOTOGRÁFICOS
Hoy tal vez estas imágenes sean comunes para ustedes mis actualizados vecinos, habituados a la digitalización, los efectos especiales, y el trucaje fotográfico, pero no se trata de eso. Es una selección de instantáneas tomadas de la revista EL CORREO  de la  Unesco, Año XLI, que con el título “La fotografía como memoria” publicó una serie de  imágenes antológicas realizadas por grandes maestros del cuarto oscuro. Hemos seleccionado sólo cuatro de ellas realizadas por grandes monstruos de la cámara.
1) Espléndida imagen del Taj Majal, esa maravilla arquitectónica erigida en el siglo XIX por el emperador mogol Shah Jahán para servir de mausoleo a su esposa. Lo extraordinario es que las aguas del Yamuna, contenidas en el estanque frontal sirven de espejo al esplendoroso edificio reflejado fantasmagóricamente.
2) A la izquierda, la foto titulada ”El fotógrafo” del alemán Ludwig Angerer, quien con ese título retrató un nuevo modelo de cámara fotográfica  presentada  en la ciudad austriaca de Viena en 1865. 
3) A la derecha  vemos la curiosa escena captada por Auguste León  el 14 de mayo de 1918, durante la Primer Guerra Mundial. Se trata de una montaña de sacos de arena, colocados de tal manera que protejan de las bombas enemigas el monumento “El triunfo de la República”.
  4)  Sebastiao Salgado, artista del lente brasileño, a partir de 1933 tomó varias escenas de trabajadores en diversos lugares del mundo, entre ellas ésta monumental panorámica  en la mina de oro de Sierra Pelada, a unos 400 al sur de Belém, estado de Ceará. Con una nitidez pasmosa captó a cientos, tal vez miles de mineros, laborando a cielo abierto, mientras suben por las escarpadas pendientes cargando al hombro sacas del dorado metal.

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