El pasado 5 de mayo,
un fenómeno natural bautizado como “Superluna” en el mejor estilo del “Superman”
nos sorprendió a todos cuando contemplamos a nuestro único satélite pasado de
peso y en tiempo real a través de los medios informativos. Numerosas fueron las
espectaculares fotos captadas esa noche alrededor del mundo. Me acojo
junto con ustedes, --mis crédulos
vecinos--, al beneficio de la duda.
En esos mismos días
circulaba la noticia de que nuevos hallazgos en asentamientos indígenas de
Guatemala echaban por tierra la tesis maya del fin del mundo en este año; lo
cual demuestra que en la actualidad vivimos de sorpresa en sorpresa y de
sobresalto en sobresalto, no ya inventados como las guerras, los recortes, y
los despidos; sino de todo lo que realmente pueda asombrarnos o ponernos la
carne de gallina.
Desde mis
adolescentes comienzos en el mundo de la gráfica hace más de sesenta años, me
identifiqué con aquello de que…”Una imagen vale más que
mil palabras…”, y a eso me dediqué en cuerpo y alma desde entonces; por
lo tanto, hoy pretendo poner mi granito de arena, y brindarles a mis queridos
vecinos, lo que milagrosamente captó mi ingenio digital esa misma noche de insomnio.
Aquí está:
Nuestra humilde,
subdesarrollada y tercermundista “Giraldilla”, símbolo de la Ciudad
de La Habana, quedó muy bien silueteada por esa gigantesca luna cascabelera; comparativamente
menos asombrosa que los otros colosos arquitectónicos como, la Estatua de la
Libertad de Nueva York, la Eiffel de París, o el Cristo de Corcovado en Río de
Janeiro, pero con una historia más romántica que la de Romeo y Julieta, porque
no tuvo nada de virtual. Por tanto creo que merece la pena contarla a mi manera,
y espero que les guste:
En 1528, arriba a San
Cristóbal de La Habana, Hernando de Soto, nuevo Gobernador General de la “Isla”
de Cuba acompañado por su esposa Isabel de Bobadilla.
Tras exitosas campañas
militares en la conquista de Nicaragua y Perú, llega con el propósito de frenar
los continuos ataques de corsarios y piratas que asediaban nuestras costas,
mediante la urgente fortificación de la villa. De ello dejó constancia pétrea.
Sin embargo, por su condición de Adelantado de la Florida, once años más tarde se
le encomienda la conquista de la península vecina.
Al mando de 900
hombres y 300 caballos apiñados todos en 9 barcos, desembarca en un lugar virgen
conocido más tarde como Tampa, no Virginia.
Leyendas indígenas lo llevaron a adentrarse en
el continente por el sur en dirección al oeste en busca de una hipotética Fuente
de la Juventud en el norte, posiblemente ubicada en las márgenes del
Mississippi. En su lugar Hernando de Soto encontró la muerte a los 43 años de
edad, víctima de fiebres desconocidas.
Cuentan que, como una
Penélope tropical, --su media naranja-- Doña Isabel, desde lo alto de su atalaya
oteaba día a día el horizonte en espera del regreso de su castizo Odiseo, a tal
punto que esta imagen se convirtió en leyenda.
Años después, el
escultor y fundidor habanero Gerónimo Martín Pinzón, nacido en 1607, se inspiró
y esculpió una figura femenina como recuerdo de dicho personaje símbolo del
amor, la fidelidad, y la esperanza.
En la década del
treinta de ese siglo, el gobernador general Juan Bitrián Viamonte ordenó fundir
la escultura en bronce y colocarla en forma de veleta de los vientos sobre la
torrecilla de vigía del Castillo de la Fuerza frente a la entrada del puerto. Esta
obra escultórica se inspiró en la que
remata la torre de la Giralda en Sevilla.
Ese fue el origen de
la leyenda convertida en símbolo de nuestra querida capital, pero ahí no
termina la historia.
Se sabe que el original
fue derribado y dañado en la caída, por los fuertes vientos del ciclón del 26. Años
más tarde se decidió preservarla de la acción del tiempo, por lo que aún se conserva entre las piezas patrimoniales del Museo de la Ciudad en el Palacio de los Capitanes Generales.
En su lugar, en el
Castillo de la Fuerza, se colocó una
reproducción exacta que permanece alerta
sobre la cúpula del torreón para que continúe vigilando el horizonte, y salude hospitalaria
a todo viajero que arribe a puerto con buenas intenciones.
Tres siglos de
leyenda la acompañan, y de ello me he valido para entretenerlos pero como comprenderán, todo ha sido una broma por
parte mía. Como hemos explicado, la imagen silueteada por la Superluna que
brindamos al comienzo de este trabajo, tampoco es la Giraldilla original.
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