Esta
tercera entrega de nuestro recorrido tras las zancadas de aquel primer
troglodita que salió de la cueva antorcha en mano en busca de su sustento, para
descubrir que la lucha por la vida también podía considerarse un deporte, nos
llevó al segundo capítulo incursionando por la Antigua Grecia y sus Olímpicos Juegos.
Fue
una prehistórica marcha a través del tiempo --que por entonces era ficticio, no
real— y por tanto habrá que perdonarme todas estas elucubraciones.
Otra
que se atribuye su paternidad es Turquía, pues las estatuillas más antiguas de
los atletas que participaban en los llamados Juegos Helénicos fueron halladas
en Anatolia, de donde los tercos—perdón, los turcos—afirman que fueron
importadas por los griegos.
Aquellos
Primeros Juegos del año 776 a.C. sirvieron de base para establecer un nuevo calendario,
por lo tanto la batalla de Maratón, que dio nombre a una de sus pruebas más
importantes, no pudo acontecer antes del conflicto del mismo nombre, en el año
(490 a.C.), o sea 284 años después de la inauguración.
Este
dato me conduce a otra intriga: Dichas pruebas duraban una semana y en sus
inicios consistían en una carrera simple o estadio (192 m), más tarde se
incluyó la carrera doble o diaulos (384 m), y la de fondo que comprendía
a 20 estadios (3,850 m); por tanto la nombrada prueba de la Maratón (42
kilómetros y pico), no tiene nada que ver con aquella primitiva de fondo.
Incluso,
si nos acercamos a la figura de su inspirador, el heroico Filípides era, según
la leyenda, no sólo un magnífico atleta, primero en correr 42 kilómetros sin
descanso; un tremendo corresponsal de guerra capaz de divulgar la noticia del
combate en dos agotadoras jornadas laborales; y por último, un valeroso
soldado, que dio la vida al cumplir una importante misión bélica.
Hemos
hecho una breve incursión en esos Juegos Panhelénicos para llegar a la conclusión de que, en ellos hubo
también mucho de Mitología griega; pues se les reconocía un origen religioso,
de ahí que fueran prohibidas en tiempos de Roma con el auge del cristianismo..
No sabemos si por simple fanatismo o como consecuencia del triunfo obtenido por el
luchador armenio Varasdate en la Olimpiada del 385 (a.C.), cuando el emperador
Teodosio prohibió los Juegos indefinidamente. Era la primera vez que un bárbaro
vencía en las 21 oportunidades anteriores. Y transcurrió más de un milenio
hasta que surgieran de nuevo.
Como
terminamos con la narración de la
histórica batalla celebrada en la llanura de Maratón, que le dio origen
a la disciplina del mismo nombre, proponemos retomarla mediante un salto en el
tiempo y llegar a dichos eventos actuales, gracias a los esfuerzos del Barón de
Coubertain, entusiasta noble francés, a quien le debemos que en 1896 se
celebraran los Primeros Juegos de la Era Moderna en la propia Atenas.
Muchos
han sido los cambios establecidos en cada disciplina a partir de entonces, pero
esos son elementos a considerar más tarde. Concentrémonos ahora en las pruebas
de fondo o Maratón, las cuales se corrieron a partir del nuevo siglo que
asomaba ya por el horizonte.
II Olimpiada de París (1900). - Nuestra primera
anécdota surge en los Segundos Juegos: A pesar de “La belle epoque” París no
contaba por entonces con las instalaciones idóneas para celebrarlas, y tuvo que
acudir a la ayuda del Racing Club de Francia, el cual prestó las suyas
del bosque de Boloña. Resultado de ello, la mayoría de los participantes en la
Maratón se extraviaron, y algunos ni siquiera pudieron terminar la prueba. Resultó
ganador el francés Michel Theáto, quien conocía al dedillo el bosque de Boloña,
pues era, nada menos que el jardinero del Racing. La foto que obtuvimos de esta
carrera demuestra que por entonces, no existía tampoco el agua embotellada; de
ahí que veamos como el corredor galo recibía un refrescante manguerazo al
llegar a la meta.
III Olimpíada de St. Louis. (1904)
El
protagonista de esta Maratón fue nada menos que el cubano Félix Carvajal, más
conocido en nuestro país como (El Andarín), y tras su hazaña en esta prueba
celebrada en los Estados Unidos pasó a la historia como Félix IV, o sea (Félix
el cuarto). No les repetiremos la narración para no aburrirlos, pues está ampliamente contada en
la oferta titulada así mismo
Lamentablemente
no contamos con el foto-finish que nos muestre aquel trágico final; en
su lugar hemos repetido la caricatura que realizamos al efecto.
En
esa misma carrera surgió otra gran sorpresa: El norteamericano Fred Loy,
resultó ser el primero en arribar a la meta más fresco que una lechuga. Fue recibido
con besos, abrazos, flores, aplausos, y fotos; sólo faltó la banda de música
del Ejército de Salvación.
En
una de aquellas instantáneas se dice que, junto al corredor aparece la hija del
presidente Roosevelt –el del “big stick” no Franklin Delano--, quien quiso
retratarse junto al “héroe norteamericano”; --las comillas no están puestas por
gusto--, la heroicidad del astuto
vencedor, consistía en haber hecho gran parte del trayecto en un confortable
Ford tres patás de la época. Lamentablemente no contamos tampoco con dicha
fotografía, pero el cuento no es de extrañar, tratándose de quienes se trata.
Aunque fue descalificado al descubrirse el fraude; el verdadero ganador –cuyo nombre se ha perdido también en la ignominia—llegó sin penas ni glorias, pues gran parte del público se había retirado, y el resto, o no lo sabía o se sintió totalmente estafado.
IV Olimpiada de Londres (1908)
Otro
desenlace interesante puede verse en esta secuencia tomada por un camarógrafo
indiscreto, quien logra captar el desfallecimiento del italiano Dorando Petri, a
pocos pasos de la meta tras los 42 y pico kilómetros recorridos, así como el
instante en que algunos espectadores y amigos, compadeciéndose por su estado
físico, casi lo cargan en peso para que pudiera romper la cinta de llegada. El
atleta fue inmediatamente descalificado, sin embargo… !Agárrense de sus asientos!... La reina de Inglaterra
Alejandra, apenada por lo sucedido al fondista, le entregó una copa de oro
especialmente confeccionada para él. Fue la única vez--que yo sepa—en que una
descalificación olímpica haya sido premiada con una copa de oro.
Tuvieron
que pasar cincuenta años y dos guerras mundiales para que un nuevo acontecimiento sensacional coloreara la competencia
de los 42 kilómetros y pico. Hasta
entonces las naciones al este de Europa no habían descollado en el deporte
olímpico. La URSS y los países socialistas habían salido fortalecidos de la
contienda bélica contra los nazis, y aquello comenzaba a dar sus frutos. Veamos
la sorpresa de estos Oncenos Juegos.
La
estrella resultó ser esta vez, Emil Zatopek, más conocido como (La Locomotora
Checa), quien batió records en, 500, 1000 y Maratón, a lo que sumó la medalla de oro por outsanding
perfomance, (rara modalidad desconocida para un lego como yo). La alegría
llegó por partida doble porque su esposa --la Zapoteka--, obtuvo la de oro en
jabalina, con lo cual dejaba bien claro que: Por mucho que su marido corriera
con intención de escapársele, ella podía
ensartarlo de un solo disparo.
Para
concluir este maratónico recorrido por la extenuante prueba atlética, aclaro
que no por gusto hemos insistido varias veces en calificarla como de 42
kilómetros y pico. Según datos obtenidos
en nuestras pesquisas, todo parece indicar que en realidad la distancia es de
24 kilómetros más 267 metros; precisamente esos doscientos sesenta y siete, han
sido casi siempre, los que han decidido la victoria o el fracaso de sus competidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario