En
estos días de octubre por lo general se insiste en aquella primera hazaña globalizadora
del comercio capitalista soñada y materializada por el Almirante Don Cristóbal
Colón. A esta distancia del cuento —520 años-- y sus numerosas versiones resulta
un tanto difícil tratar de ser original.
De
ahí que me apoye en dos reconocidos autores para definir lo que a mi, o a nuestro
juicio, fue el Descubrimiento de América para unos y la Confrontación de Dos
Culturas para otros.
En
realidad se trata de ambas cosas. Veamos por qué:
El
famoso caricaturista Antonio Mingote fallecido hace poco, y español por más
señas, expresó su punto de vista europeo y satírico, al imaginar cómo los
aborígenes de estas islas --y de Cuba en particular-- los veían a ellos: Vestidos
con armaduras y cascos metálicos, capas, botas, armas, e impedimentas de toda
índole; incluso montados en otras bestias como ellos pero de cuatro patas. En
fin, “extraterrestres” que hipotéticamente describían en su dialecto
siboneyista como: Hombres con cáscara.
La
prueba documental de tal definición pueden buscarla en la página 60 del libro “Historia
de la Gente” escrito e ilustrado por Mingote, (primera edición,
noviembre de 1955) por Taurus Ediciones, España.
Si
este capítulo del descubrimiento en la obra de Mingote comienza con la frase:”Cuando
para ir al extranjero debía empezarse por descubrirlo primero…” Podrán
imaginarse lo que viene detrás.
La
otra tesis, –la nuestra-- nos viene de más cerca, pues parte de una cubanita
que nos tiene acostumbrados a profundas investigaciones y no menos exitosos
volúmenes autobiográficos de nuestro Comandante en Jefe. Se trata de la colega
Katiuska Blanco. En este caso particular, nos sorprendió con un redescubrimiento
insólito publicado hace unos años en el diario JUVENTUD REBELDE bajo el título
de “Hornillo
Olvidado”.
He
aquí un párrafo definitorio:
“…Una
pipa humeante evoca las enigmáticas y maravillosas ceremonias de los aborígenes
de nuestro continente americano y el deslumbramiento de Rodrigo de Triana,
vigía de Cristóbal Colón que anunciara el avistamiento de un nuevo mundo para
los europeos y que ya en tierra se fascinó con la visión de un pueblo que llamó
Hombres de chimenea. (…) Cuando Rodrigo de Triana volvió a España para
hacer una demostración pública del acto de fumar y después de que sus vecinos
en Ayamonte lo vieran echar humo por sus orificios sin quemarse, creyeran que
el Diablo lo poseía, y el cura de la parroquia lo denunció al Santo Oficio, por
ello fue sentenciado a pasar varios años en una cárcel de Sevilla. Al volver a
casa todos sus paisanos fumaban. También el monje Fray Bartolomé de las Casas
contó en “Historia de las Indias” sobre esos deshollinadores originales…”
Hasta
aquí el parrafito que me interesa destacar de su enjundioso artículo para el
diario de la juventud cubana.
Como
ven nuestra versión criolla admite la otra cara de la moneda: La de los hombres
con cáscara frente a los hombres de chimenea.
Por
mi parte, para echar más leña al fuego y continuar fumando la pipa de la paz,
los remito a otro texto cuya procedencia no he podido localizar. Y dice así:
“…Del
12 al 5 de noviembre de 1492, Rodrigo de
Xeres y Luis de Torres vieron en la provincia de Oriente a los taínos fumando.
Habían descubierto el uso del tabaco. (…) Xeres quiso probar por sí mismo el
placer que experimentaban los indocubanos, y ahí se desencadenó la furia de la
Inquisición, cuyos “sagrados agentes” consideraban que si echaba humo por la
boca y la nariz se debía a que había concertado un oscuro pacto con el Diablo.
(…) Por fumador Xeres fue a parar a las mazmorras españolas hasta que se hubo
generalizado la costumbre de fumar…”
Como
ven el hábito no hace al monje; por el contrario, el clero era quien lo
castigaba obedeciendo a dogmas ya caducos.
A
propósito del tema, me viene a la mente una vieja ilustración en los libros de
la Conquista sobre el tabaco. Era una horquilla que los nativos utilizaban para
degustar la aromática hoja. Durante algunos años tuve dudas de esa complicada forma
de fumar hasta que leí en cierto documento lo siguiente:
“…”Mayor
asombro les causó ver cómo en ocasiones masticaban la larga hoja parda (andullo), o la
machacaban hasta reducirla a un polvo que aspiraban por la nariz con la ayuda
de una ramita hueca en forma de Y. ese polvillo se conoció como rapé en todo el
mundo, pero para los taínos era sencillamente cojiba..”.
He
ahí el origen de la marca de tabaco habano más famosa del mundo. Sin embargo, a
la larga e independientemente de las afectaciones económicas a nuestra
industria nacional, les recomiendo a mis obedientes vecinos que dejen la fuma y
no quemen sus bolsillos, lo que yo hice hace más de veinte años por prescripción
facultativa. Y aquí me ven echando humo todavía al dejar el cheruto
infecto,
como calificaba Évora Tamayo la permanente tagarnina en la boca de su
compañero de trabajo Alben, hace algunos años en PALANTE.
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