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12 ene 2018

¿DÓNDE SINO?



El primer sábado de este año 2018, en el programa de televisión “23 y M” ¿Dónde si no?, la musicalísima Edith Mazola nos sorprendió una vez más. El subrayado es nuestro porque la recuerdo desde sus inicios en el Teatro Musical de Virtudes y Consulado, en el barrio de Colón, a solo tres cuadras de donde yo hacía también mis pininos en el diario EL MUNDO, primero de linotipista y a partir de la nacionalización revolucionaria en 1960, como caricaturista editorialista, cuando ella aun no había nacido.

Esta introducción--en el mejor sentido de la palabra—se debe a un éxito suyo por partida doble: Entrevistar a dos personas que se las traen: Ambos políglotas, revolucionarios y jodedores:

 Argelio Santisteban, nacido en Banes, provincia de Holguín, en 1945--el mismo año en que yo celebraba mis 15 en Luyanó barrio obrero de la capital—él me  ganó por puntos en el periodismo revolucionario porque ”pinchó” en MELLA, BOHEMIA, EL MUNDO, TRABAJADORES Y TRIBUNA. Lo cierto es que, además de todo eso y sus amenas tertulias vespertinas a dúo  con el historiador y podólogo Rolando Aniceto en los portales del Hotel Inglaterra, se ganó además el título de “tertuliano”.

Con el tiempo y un ganchito Argelio se convirtió en un políglota consuetudinario, pues a partir de 1985, parió para la Editora de Ciencias Sociales, una tonga de cubachismos que recogió bajo el título de ”El habla popular cubana de hoy”. Hijo bastardo de otra obra de arte—la edición póstuma del maestro Fernando Ortiz, pues la idea de su “Catauro de cubanismos” apareció por primera vez en 1923—cuando el hijo ilustre de Banes no existía aún—y la edición póstuma que tengo en mis manos data de 1974 gracias a la editorial Ciencias Sociales.

Ambas dos obras tienen sus antecedentes —y descendientes— en la propuesta de Constantino Suárez (a) El españolito —a quien la intelectualidad de la época satanizó, por haber incluido palabras indecentes, por tanto ambos tres llegaron hasta el tuétano de nuestra idiosincrasia, catalogada por el maestro Ortiz como “el ajiaco criollo de nuestro idioma, formado por el chorizo español y la papaya cubana”.

Sólo quisiera agregar que a cada rato leo la dedicatoria que el hermano y maestro Santiesteban me hiciera en la presentación de su libro:  
“Para Blanquito, con fraternal incondicionalidad, Argelio.

Nota: ¿Sabes lo que es blanquito en mexicano?.”

Han pasado 33 años de aquel cuestionamiento y todavía estoy en blanco o en babia —como prefieran ustedes-- porque dicho vocablo no aparece tampoco en ninguno de los dos volúmenes aquí nombrados.

El otro entrevistado de aquella tarde-noche en 23 y M fue nada menos que Pedro Luis Ferrer, quien guitarra en mano también hizo de las suyas defendiendo no solo su obra, sino su pedigrí familiar en el querido Yaguajay --de músicos, poetas y locos-- pues todos ellos Raúl, Rafael, Rogelio, Rodolfo, etc. llevan en el lomo la marca-- R.F.

Durante años mantuve estrechas relaciones con su tío Raúl Ferrer. Se sabe que a partir de la Jornada de la Alfabetización en 1961, como Viceministro de Educación acuñó la frase-- QTATA al cuadrado—que traducida al cubaneo quiere decir “Que cada analfabeto tenga su alfabetizador y que cada alfabetizador tenga su analfabeto.”

Varias veces acompañé al maestro en sus escapadas a Yaguajay. De ahí que me relacionara con él y con toda su familia, con su pedigrí, pero sobre todo con su sentido de la pedagogía:”Lo que se aprende jugando nunca se olvida”. De ahí sus numerosas anécdotas en la escuelita rural del central Narcisa, donde compartió el pizarrón nada menos que con Onelio Jorge Cardoso, por tanto no es de extrañar que en este ambiente surgiera el “Romance de la niña mala”.

Con estos antecedentes poéticos, pedagógicos y musicales, es natural que dicha entrevista sabatina del Canal 8, terminara con Pedro Luis, su música y su guitarra al ritmo de “La vaquita Pijirigua”.

 ¿Con qué se apeará ahora el sobrín? Toma la guitarra entre sus manos y decide hipotéticamente parodiar a esos que la Tierra les queda chiquita, alquilan una parcela en la Luna y se lanzan al espacio exterior. Tienen dinero, fortuna, y recursos pero el idioma les queda grande, suben al cohete, en el apuro pierden el habla y se les queda en La Tierra como un paquete más… Alunizan, pasa el tiempo y… de pronto comienzan a cantar…

“Unmé, dosmé, tresmé, cuatromé, pero sincomé, no se puéviví”.

Felicitaciones a ambos tré: Edith, Argelio y Pedro Luí. Pero ahí mismo me fui a comé antes que empezara el noticiero en la tevé.

3 abr 2013

ESTIRPE DE CONSAGRADOS


Sean estas dos humildes caricaturas, mi modesto homenaje a ese cuadrúpedo de madera que tantas emociones nos ha trasmitido a través de siglos tensando sus cuerdas para  que se luzcan los mejores tecladistas de Cuba y del mundo.
Se trata del piano, especie de Pinocho musical, hijo del carpintero Bartolomeo Cristófori, tan italiano como el Gepetto del cuento de “Pinocho”, quien bautizó su invento en 1695 como Forte-Piano y del cual sólo pudo construir tres en toda su vida.
El más antiguo de los existentes aún, fue terminado en 1720 y
se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York; precisamente bastante cerca de los talleres de su exitoso sucesor, el alemán, Heinrich Engelhard Steinway, quien se había visto en la necesidad de emigrar hacia los Estados Unidos a mediados del siglo XIX.
Steinway se estableció en la ciudad neoyorquina donde apoyado en sus cuatro hijos logró el 8 de marzo de 1853 darle vida a su primer instrumento totalmente hecho a mano y así se ha mantenido hasta el día de hoy con más de medio millón salidos de la firma “Stenway and Son”.
En 1880 la familia Steinway instaló una sucursal en la ciudad alemana de Hamburgo bajo los mismos patrones de calidad y control de la empresa matriz. De esta forma salen anualmente de manos de sus artesanos en ambas fábricas alrededor de tres mil pianos de cola y seiscientos verticales. En 1903 la firma se consolidó tan firmemente, que, de sus talleres se habían comercializado ya cien mil pianos sin la más mínima reclamación de calidad.
Han pasado 160 años de aquella hazaña lograda por la familia Steinway en Nueva York y quisiera referirme ahora a otra familia prestigiosa pero cubana.
Para ello, mis queridos vecinos, los invito a vincularse con el trabajo titulado “De tal palo tales astillas” publicado en este blog el 12 de febrero de 2010, donde presentamos la caricatura de Chucho con motivo del premio Granmy obtenido en esa fecha por ambos.

A todo lo expresado en aquel trabajo, puedo agregar una nueva sorpresa que me deparó--ya nonagenario--Bebo Valdés hace apenas un par de años, con la película “Chico y Rita”, realizada en colaboración con el afamado cineasta español Fernando Trueba e inspirada en los recuerdos de un viejo pianista habanero --según mi opinión--un dibujo animado para adultos, con sentidas añoranzas de la historia musical de nuestro país, muy lejos de los encasillamientos del mercado y cuya dramaturgia rompió con todos los esquemas del género. Tal vez, la causa de que obtuviera, tan merecida nominación al Oscar en el 2011.
Apenas concluido este trabajo, nos llega la triste noticia de su fallecimiento a los 94 años de edad en Suecia, bastante lejos de su Quivicán nativo, de La Habana que tanto disfrutó de sus éxitos o de su actual residencia en Málaga, España.
Cómo olvidarnos de sus aportes a la rumba-flamenca, al latin-jazz, o de aquel inolvidable ritmo Batanga que llevó a todos los escenarios del mundo la liturgia misteriosa de los tambores batá, hace más de medio siglo.
Sea pues este, mi postrer tributo a quien deja no solo una imborrable huella de maestría y entrega personal a la música cubana de todos los tiempos, sino a la herencia cultural heredada por toda una familia de consagrados.

24 sept 2011

EN POCAS PALABRAS

BOLA CENTENARIA

En cierta ocasión el Indio Naborí me dijo sentirse orgulloso de haber nacido en Guanabacoa, tierra de Rita Montaner, Ernesto Lecuona, y Bola de Nieve. Motivos tenía pues se trataba de las estrellas más rutilantes en la constelación de nuestros artistas musicales, criollos y universales a la vez, como lo quería Martí.

El diario “Granma” publicó el pasado 11 de septiembre de 1911 la semblanza titulada “Bola”, que Pedro de la Hoz le dedicara a Ignacio Villa en su centenario; y así lo retrata: “…Cubano universal de piel negra y brillante, cara redonda y voz áspera, pequeño de estatura, regordete, con algo o mucho de güije y chicherekú…”

Bola de Nieve tenía un encanto indescriptible sólo reservado para los consagrados, que de solo asomarse al escenario acaparaba la atención y el aplauso atronador del respetable; lo que demostró en cada una de sus presentaciones.

En lo personal, le hice algunos apuntes humorísticos dado su peculiar aspecto y carisma. De todos ellos el que más me gustó fue éste, donde lo vestí de etiqueta con su redonda cabezota sin cuello embutida en el voluminoso tórax, mientras su risa se convierte por obra y gracia del absurdo en el teclado que con tanta originalidad ejecutaba.

A las virtudes como compositor e intérprete, hay que sumar la gracia y el humorismo que destilaba por todos los poros, no ya en las actuaciones, sino hasta en el devenir cotidiano. Una anécdota que cuenta el periodista de “Granma” es el mejor ejemplo de esa prodigiosa agilidad mental cuando en cierto momento se definió: “..Soy marxista, fidelista y yoruba…”

Bola de Nieve como Cuba, resultó siempre un misterio para mi, algo que no puede definirse con palabras, ni tampoco aparecer bajo los conjuros del babalao. Esa mezcla de hombre de mundo, refinado, impecablemente vestido de frac, símbolo del buen gusto ante los auditorios más refinados de Broadway o París, y de pronto se transformaba convirtiéndose en el más desenfadado intérprete de sus raíces montunas y africanas, para mitigar el gorrión que lo atenaza en la soledad de las lujosas suites en las que se alojaba durante aquellas frecuentes giras.

Su alma vuela entonces hacia el terruño, en busca de sus raíces. Aquella añorada Guanabacoa de entonces: El pueblo de campo más cercano a la capital: Donde el gallo le cantaba al sol mañanero, para iniciar un concierto de trinos y gorjeos que solo paraban con la lluvia o el crepúsculo. La Guanabacoa donde la fragancia del galán de noche perfumaba el insomnio pasional de cualquier extasiada pareja. De esa fuente bebieron todos ellos, y Bola de Nieve, el primero.

LAS 3 LUCIAS

Humberto Solás hubiera arribado a la tercera edad este año. Así lo vimos en 2002, en el fondo verde de su esperanza puesta en un nuevo y prometedor cine pobre. Había dejado imborrables recuerdos en nuestras pantallas, pero ninguno como el de las tres hijas, frutos de sus 25 años bebiendo en la fuente de la juventud, y que debutaron el 5 de octubre de 1968. Eran tres Lucías, cada una con su propia personalidad inserta en el momento histórico que les tocó vivir. Solás tuvo además, la visión de escoger a las intérpretes adecuadas.

Una Raquel Revuelta, inserta en el brutal escenario del coloniaje español alrededor de 1895, inmensa en el papel de una dama romántica que doblemente traicionada como mujer y cubana, no ve otra salida que el asesinato justiciero de su amante.

Le sigue la Lucía de Eslinda Núñez, joven revolucionaria en tiempos convulsos de la seudorrepública en 1932. La rebelión estudiantil contra la dictadura la lleva a los brazos de su ídolo, y se entrega en cuerpo y alma a la pasión amorosa y el combate contra la dictadura. Con el asesinato de su gran amor, mueren también sus ilusiones.

La tercera Lucía, Adela Legrá, interpreta una cubana actual, fruto de la revolución triunfante a partir de 1959, pero aún lastrada por los fantasmas del machismo. El tono de farsa que Solás imprime al conflicto no le resta dramatismo a los atavismos heredados por una violencia de género aún vigente en la sociedad.

Ya en 1971 “Lucía” ocupaba el puesto número diez entre las mejores películas latinoamericanas, en el Festival de Cine de Huelva, España. Y el ICAIC en 1989 la incluyó junto con “Memorias del Subdesarrollo” de Gutiérrez Alea entre las 30 más importantes de la cinematografía revolucionaria cubana.

Finalizo con las palabras del crítico cinematográfico también ya desaparecido Eddy Morales, quien en la revista “Cine Cubano” dijera:

“…Sí, es posible descubrir de nuevo a Lucía e inventarla otra vez, sin recubrirla de la triste pátina de los homenajes, sin olvidar sus años. Asistimos a ella con ese júbilo, con ese azoro que solo lo vital y lo fresco provocan…”

EL HURÓN Y OTRAS “FIERAS”

Un tres de agosto de 1900, hace ciento once años, nacía en Cuba Carlos Enríquez, el pintor de “El Rapto de las Mulatas”, de “Campesinos felices” y de otras muchas obras consideradas patrimoniales de la plástica cubana de todos los tiempos.

Bohemio por excelencia, Carlos Enríquez hizo de su entorno otra obra de arte pero ambiental: “El Hurón Azul”, su íntima estancia en la cercana barriada de Párraga.

Contaba la finca con un florido jardín que daba acceso a la mansión de tablas bellamente pintadas. A ambos lados de la senda, un ejército de rendidas botellas, como trofeos de guerra tras cruentos combates etílicos eran mudos testigos de la rendición incondicional en las escaramuzas efectuadas, frente al jolgorio de la tropa victoriosa. Una vez dentro de la vivienda otras sorpresas nos esperaban. Se accedía al piso superior, --alcoba y atelier o ambas en una sola pieza no recuerdo bien--, por una escalera también de madera, cuyos escaños mostraban las huellas pictóricas de unos misteriosos pies desnudos.

Tuve el privilegio de comprobar in situ estas extravagancias de la imaginación desbordada de un artista fuera de serie. Creó numerosas locuras como ésa y su ejemplo provocó en la década de los años 60, que otros tantos soñadores como él se lanzaran al delirio habanero. Sólo así se explica que durante ese decenio prodigioso del pasado siglo, La Rampa del Vedado se convirtiera de golpe y porrazo en el lugar nocturno preferido por una juventud que por primera vez se sintió totalmente liberada, y digna heredera de los “aires libres” del Prado.

A diestra y siniestra de esta nueva selva urbana, limitada al Norte por el Malecón habanero, una nueva fauna alegre, musical y bulliciosa surgía siguiéndole los pasos al hurón azul de Carlos Enríquez, que vino a refugiarse nada menos que en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, con su agradable “garden bar”. Gran parte de esta zona vedada en el pasdo, y resucitada con el triunfo de la Revolución se mantiene aún llena de colorido, a pesar de algunas especies en peligro de extinción. Me refiero entre otras fieras al “Cochinito” de 23, y al “Conejito” de N y 17, quienes bracean fuertemente para no desaparecer en las profundas aguas de “Los Siete Mares” frente al Quijote desnudo que desenvaina su adarga para desfacer los entuertos de su Dulcinea habanera de asfalto. Sumemos al “Gato Tuerto” que por detrás de “La Piragua” le hace un guiño malicioso a “La Zorra y el Cuervo”, con el único ojo que le queda sano.

Agradecería que mis vecinos, con mejor memoria que la mía completaran el cuadro de “fieras” que otrora me hicieran grata su presencia en esa querida jungla tropical de La Rampa, aportando ejemplares, especies, o familias, ocultas en el follaje de mi octogenaria memoria. Sobre todo, ruego porque los actuales depredadores,--que siempre los hubo y los habrá-- no afecten el ecosistema y los émulos de “El Hurón Azul” sigan embelleciendo el entorno.

En cuanto al “Gato Tuerto”, recuerdo que fue en ese mismo “night club” gatuno con parche negro en el ojo, donde el 21 de junio de 2001 a las 10.00 PM, comenzó una curiosa competencia que duró 76 horas consecutivas hasta la madrugada del 25. En ella participaron 498 artistas cubanos y 74 extranjeros con 2,175 interpretaciones musicales para implantar el récord de ¡EL BOLERO MÁS LARGO DEL MUNDO!

Cientos, tal vez miles de sus asiduos visitantes nocturnos, no se hayan percatado de la placa conmemorativa situada a la entrada de local, excitados por la alegría y el jolgorio etílico. Aclaro esto, pues tuve el privilegio de visitar el edificio casi a diario desde 1961 en que se fundo el semanario PALANTE, porque en el último piso residía uno de sus fundadores, Juan Ángel Cardi quien mostraba con orgullo aquella especie de minarete costero. El eminente escritor humorístico pronto destacó como émulo criollo de Sherlock Holmes, quien tejió allí numerosas aventuras, entre otras muchas diabluras que requerirían varios tomos… Pero esa sería otra historia.

BOMBÍN, MONTE Y TEMPORAL DE BARRETO

La revista trimestral “Enfoque” de la Unión de Periodistas de Cuba en el número correspondiente a los meses de abril-mayo-junio del 2010, publicó un artículo titulado “Al mal tiempo, periodismo”, dando las primicias del libro homónimo escrito por los colegas Iramis Alonso Porro, Bárbara Avendaño, y Tony Pradas.
Interesante el contenido de la obra donde se detalla la organización de la redacción y los equipos de trabajo para enfrentar los fenómenos atmosféricos que tanto daño nos hacen con periodicidad, la labor de los llamados “cazadores de ciclones” de Bohemia y Juventud Rebelde, así como la labor de Rubiera como la voz más confiable del Departamento de Pronósticos del Instituto de Meteorología.
Felicito a Ciro Bianchi por sacarle los colores a la historia; yo prefiero buscarle las cosquillas a las noticias. Por tal motivo me detuve en el recuadro final de aquel trabajo donde se habla de la “Primera reseña periodística sobre un ciclón en Cuba”, correspondiendo el privilegio al Papel Periódico de La Havana, --cuando eso la capital se escribía con falta de ortografía-- dando la fecha del 20 de junio de 1791, —nada menos que hace 220 años--. Lo curioso para mi es cuando se aclara que, a dicho fenómeno atmosférico se le conoció como el Temporal de Barreto o el Temporal de los Puentes.
El apellido me resultaba familiar por el famoso danzón “El bombín de Barreto” y por un accidente geográfico costero en Miramar “El monte Barreto”; ahora también me entero de un fenómeno atmosférico del mismo nombre, y entonces m
e picó el bichito de la curiosidad.
Aclaro que el nombrado “bombín parte de la prenda que coronaba la cabeza de un popular músico, autor de dicha pieza musical, no así los otros dos “Barretos”. El vuelo del moscardón me llevó a las páginas del libro “Tradiciones Completas” de Álvaro de la Iglesia, otras veces citado en este blog. Exactamente el inquisitivo insecto se ocultaba en la página 271, con el mismo título “El temporal de Barreto”.
La primera sorpresa que recibo es cuando leo:
“…Del 21 al 22 de junio de 1791 parecieron desatarse las cataratas del cielo, durante veintitantas horas llovió torrenc
ialmente sin interrupción, etc.., etc…”
Si eso ocurrió así, ¿cómo el periódico lo supo un día antes? Lo otro es el propio Barreto que resultó ser, y cito:
“…En Luz esquina a Oficios vivía un conde riquísimo dueño de dos de los mejores ingenios del país, de grandes haciendas de crianza, potreros y cafetales…” “…Era un hombre de cincuenta y tantos años, alto, corpulento, muy enredador y calavera, de quien siempre había una historia nueva que contar…”
¿Cómo qué?
“…Parecía ser un hombre de otra época, de los tiempos feudales, un señor de horca y cuchillo, cruel, despótico, violento, que por una nada mandaba a dar un bocabajo arrancándole tiras de carne a sus esclavos…” “-…Nuestro conde (por algo Dios está en los cielos –-así, en plura
l— para repartir el premio y el castigo), se sintió de pronto herido de una dolencia mortal que vino a agriar aún más su carácter agresivo y cruel…”
La narración se extiende un par de páginas más, pero aún no sabemos el porqué se le llamó al ciclón de 1791 “El temporal de Barreto”; así que saltemos en el tiempo y el espacio hasta la página 275 del mismo libro, donde vemos ya, tendido en la sala principal de su casona de Puentes Grandes, el cuerpo inerte del belicoso Conde Barreto.

“…Afuera rugía la tormenta desatada con todos los tristes gemidos que acompañan a estas convulsiones de la naturaleza. Se escuchó entonces un trueno lejano, después como el trepidar de carros sobre un pavimento pedregoso, y el retumbo de cien piezas de artillería disparando al mismo tiempo… Puertas y ventanas se rompieron con estruendoso fragor y un océano penetró en la sala derribando cuanto encontró a su paso… Después la ola enorme encrespada como si la hinchara el huracán, se retiró, llevándose el sarcófago del conde en medio del resplandor siniestro de los relámpagos… Nunca se supo el puerto a que fue a arribar aquel que en vida había hecho derramar tantas lágrimas y que nunca tuvo una tumba sobre la cual se le rezara una oración…”
Se conoció la tempestad como el Temporal de Barreto. Pero los restos mortales del que en vida fue Conde, se lo llevó el viento no sé dónde… ¡Amén!

3 sept 2011

NO ESTÁN TODOS LOS QUE SON... (VI)

Acercándome peligrosamente a los 81 años, puedo considerarme un hombre, --perdón--, un viejo feliz, algo que solo se logra en pareja, según los parámetros internacionales de tener un hijo, sembrar un árbol, y escribir un libro. En estas tres competencias deportivas no he implantado récords pero he quedado entre los finalistas.

Además he abrazado una profesión que me ha proporcionado múltiples satisfacciones, pues no hay nada más lindo que hacer reír, y si a esa acción se adiciona el verbo pensar, bienvenido sea. Esto refleja mi estado de ánimo cuando el pasado 9 de agosto arribó a los tres añitos, el fruto de mi vetustez: El blog “!Ay, Vecino!”, que naciera con el trabajo titulado “El Regreso del Caballero”.

Muchas cosas me vienen a la mente, como son aquellos vecinos que --aquí o allá, cerca o lejos--, pusieron su granito de arena en el empeño, o sea: Los innombrables. Y en especial a mi mano derecha-digital Francisco P. Blanco Hernández; pero sobre todo, el hecho de sentirme bien entre mis queridos vecinos, por muy lejos que nos encontremos.

No hay mayor premio que el agradecimiento y la retroalimentación de los lectores, a tal punto que han sido ustedes mismos quienes lograron con vuestra colaboración, la serie más lograda y comentada de estos tres añitos, referida a caricaturistas ocasionales, con el mismo título con que encabezamos esta sexta parte.

-Debutamos con Enrico Caruso, con la carátula de uno de sus discos, y miren qué casualidad, celebramos ahora con otra, pero nada menos que con WONSAPONATIME, selección antológica de John Lennon.

Al famoso tenor italiano lo siguieron por su orden el inolvidable Tío Ho y Vladimir Mayakovsky, le siguieron Serguei Eisenstein, Jean Cocteau, Federico Fellini, y Xavier Cugat, y a continuación Federico Engels, Victor Hugo, Luis Britto García y Federico García Lorca. Logramos también publicar bocetos de los cubanos: José Martí, Silvio Rodríguez, Nicolás Guillén, el uruguayo-cubano Jorge Ibarra, Samuel Feijoó, Abel Prieto, Tubal Páez, Víctor Manuel González, Lezama Lima, Carpentier, Pablo de la Torriente, Raúl Roa, Titón, y el autor incógnito de la caricatura que publicó clandestinamente “El Acusador” durante la dictadura batistiana.

No hemos podido conseguir imágenes de Bobby Carcacés, Felipe Carneado, e Idalberto Delgado, a sabiendas de que habían incursionado en esta especialidad gráfica.

Para concluir, queremos agregar este nuevo aporte gracias a la pareja de pintores cubanos Fernando Garcìa y Lourdes Porrata, declarados furibundos “fans” de los Beatles; a quienes pude visitar en Miami, durante el pasado mes de mayo, a continuación recopilamos algunas de sus humoradas gráficas, bajadas de internet en el propio hogar de la pareja.

Chao. Jamás “Imagine” poder darles esta sorpresa.

4 ago 2011

QUIEREME MUCHO

Conocí a Fresquito Fresquet en los agitados días del triunfo de la Revolución cuando coincidimos en la redacción del periódico EL MUNDO, yo como caricaturista editorial en sustitución de Antonio Prohías, y él a cargo de la página Infantil del suplemento dominical del diario.De esa época conservo un bolsilibro de su autoría que podría tal vez considerarse incunable del humorismo revolucionario cubano, pues recopila sus cuentos satíricos publicados en EL PITIRRE entre 1959 y 1961. La copia de la portada y portadilla de dicha obra que ahora les muestro, son más que explícitas.
Teníamos además vidas separadas, él formó parte del equipo que fundó el semanario EL PITIRRE suplemento humorístico del vespertino LA CALLE, y yo como dibujante de la Agencia de Noticias Prensa Latina. Sin embargo fue la fundación del semanario de PALANTE Y PALANTE en octubre de 1961 la que nos unió definitivamente.
En aquella locura juvenil en la que hasta un proyecto de orquesta humorística se diseñó, Fresquito y el que les habla, formamos una pareja de comediantes, que a los chispeantes diálogos, agregábamos caricaturas de actualidad a tiza limpia, volcadas en pizarrones improvisados. Así, en plural, porque fueron muchos los centros de estudio y trabajo los que aplaudieron nuestras bisoñas representaciones. La imagen corresponde a la visita que hiciéramos a una exposición en La Habana. Entre ambos, el caricaturista argentino Oscar Conti (Oski), invitado por la Agencia de Noticias Prensa Latina a visitar nuestro país en tan lejana fecha como 1960. En la otra, una de esas actividades del CDR. Véase la numeración: Flores No. 160, frente a mi casa, en el Cerro. Fresquito de perfil y yo con traje oscuro. A mediados de la década del 60 dejamos de vernos con frecuencia porque él pasó a Dibujos Animados del ICRT y se presentaba en algunos programas televisivos como “Tránsito” y “Con las letras”.
Fue precisamente en 1966 cuando surgió la historia de amor “Quiereme mucho” que anunciamos en el encabezamiento, el mismo año en que nació el más pequeño de mis vejigos Darío. Quiso el destino que ambos sucesos se entrelazaran.
A fines de marzo fui a Miami invitado por ese hijo mío al cumpleaños de Miranda, mi primera nieta. Enterado de nuestra presencia en la ciudad, Lázaro Fresquet, (a) Fresquito, me localizó, más de cuarenta y pico de años después, para vernos de nuevo.
Ahora viene la sorpresa. Se presentó en mi lugar de estadía el pasado sábado 18 de junio, con su esposa Matilde Roig, una torta de nata, pastelillos y refrescos para celebrar anticipadamente el Día de los Padres, pues a la mañana siguiente yo regresaba a Cuba.

Si comparamos las fotos que nos tomamos hace unos cincuenta años con esta otra de ese día, se habrán podido dar cuenta del cambio favorable en esta última: Las primeras eran en blanco y negro y estas en tecnicolor.
Mucho se habló de viejos amigos, viejos tiempos, viejas caricaturas, de éxitos y fracasos, de sueños y realidades, pero mis ansiosos lectores merecen más que eso: La historia contada por su propia protagonista Matilde Roig de Fresquet, que en aras de la brevedad esta versión recoge sólo algunos párrafos:

“…A Cupido se le ocurrió aparecer en una de las ocasiones en que acompañaba a mi padre –director de la Orquesta de la Radio y la Televisión de Cuba—para hacer una grabación de un programa musical… Fue entonces que me invitaron a participar junto con mis compañeros de aula en el programa juvenil de televisión “Con las Letras”… Cuando asistí con el grupo al estudio, lo menos que me podía imaginar era tener delante de mi al afamado Fresquito Fresquet, quien me planteó su interés de hablar conmigo en relación con una caricatura que quería hacer de mi abuelo para el próximo Salón de Humoristas…” Aunque defectuosa ofrecemos una copia con fotografía de ambos publicada en un diario norteamericano en 1999. Hemos conservado el texto de pie de foto original precisamente porque aparece otro nombre muy ligado a ambos, el fotógrafo Fernando Lezcano (Lezcanito) del diario EL MUNDO.
Una pausa para aclarar que se trataba nada menos que del maestro Gonzalo Roig, reconocido autor de zarzuelas y canciones consideradas clásicos de la música cubana y mundial.
“…Le respondí que mis abuelos habían fallecido mucho antes, y en ese momento me pareció que a Fresquet se lo quería tragar la tierra y tartamudeando me preguntó: --¿Cómo, no es usted la nieta de Gonzalo Roig?-- Cuando le aclaré que era la hija del compositor y no su nieta, a él le volvió el alma al cuerpo. Luego me explicó que se había propuesto ganar el Premio Nacional de Caricatura de ese año, y necesitaba que yo le facilitara algunos datos y fotografías de mi padre…”
Así de temerario y decidido era él. Agárrense que ahora viene lo bueno:
“…A partir de entonces comenzamos a vernos con el propósito de que yo le prestara fotos de mi padre, a la vez que él me iba mostrando los bocetos que realizaba, pero sobre todo, hablábamos mucho, y obviamente, sin que nos diéramos cuenta nos fuimos enamorando y terminamos haciéndonos novios, mucho antes de que Fresquito lograra plasmar su pretendida caricatura. Entonces me prometió que si ganaba el Premio Nacional de Caricatura aprovecharía la oportunidad para pedir mi mano. ¡Vaya esperanza!, me dije, ¿Y si no gana, qué?..”
Una pausa para sonreírnos, y sigo con la narración. A Matilde le salió lo del bilingüismo y exclamó:
“…¡Believe it or not! Fresquet logró realizar una pieza insuperable y ganó el Premio Nacional con la caricatura de mi padre. Cuando éste llamó a Fresquet al periódico para felicitarlo e invitarlo a cenar, éste le contestó: --¡No sabe usted la alegría que me da Maestro, así de paso le pido la mano de su hija!—Después de que colgara el teléfono, mi padre me dijo: --Nene, este Fresquet es de verdad Fresquito. Le estoy invitando a cenar y de lo más fresco… ¡Me ha pedido tu mano por teléfono!”

Poco después se casaron. ¡Todos felices y a comer perdices!
Del matrimonio brotaron tres retoños: Cecilia, la mayor que nació en Cuba. Christian vino al mundo en Madrid, y Clift Angelo en Fort Lauderdale. La pareja abraza además cinco nietos que ella recuerda mientras acaricia la cabecita de la mía.
Hasta aquí el pollo del arroz con pollo. Aunque para finalizar, quisiéramos hacerlo con la copia de la caricatura personal premiada bajo el título de “El Maestro Gonzalo Roig”, obra que además de todos los galardones recibidos, tiene una dedicatoria de puño y letra de Roig a su hija Matilde el mismo día en que ésta partió con su pequeña Cecilia para España a fines de 1969. Y dice así: ”Para que no te olvides del feo de tu padre”.(FOTO).
Hemos dejado para el final precisamente una fotocopia de dicha caricatura, gracias a la generosidad de ambos durante nuestra reciente entrevista.
(Datos tomados de su propia voz y del trabajo titulado “Una Caricatura de Gonzalo Roig” publicado con motivo de su aniversario de bodas en “Diario de las Américas”(7-10-1999)