Comencemos precisamente en ese punto:
El vapor “Islander” con un cargamento de oro por valor de tres millones de dólares, chocó con un témpano de hielo en Alaska, un 14 de agosto once años antes.
Por aquellos tiempos la ciencia y la superstición marchaban de la mano. La construcción del famoso trasatlántico inglés venía precedida de una bien montada propaganda que lo calificaba, por su costo, tecnología y dimensión, de insumergible.
A tal punto que, aunque necesitaba solamente tres chimeneas, se le haya agregado una más, totalmente obsoleta, solo como amuleto teniendo en cuanta el mal de ojo que existía sobre la tercera campana. Aún así, no pudo evitarse el hechizo y en la noche del 15 de abril de 1912,-- precisamente hace cien años--, la nave con 2224 pasajeros a bordo chocó con el iceberg del destino provocando la muerte a 1517 de ellos.
Por si lo dudan, aquí les muestro una de las fotos ilustrativas del trabajo “Titanic, el rey hundido”, publicado en el Núm. 335 (Sept. 2002) de la revista MAR Y PESCA, subtitulado “A noventa años de un desastre”, donde puede apreciarse el detalle de la cuarta chimenea apócrifa. Resulta igualmente curioso que la crónica lleve la firma de Roberto Rodríguez (PIME), uno de nuestros más prometedores caricaturistas --fallecido prematuramente--, quien además era un excelente fotógrafo submarino y colaborador habitual de dicha revista.
2.- La tragedia de la Isla Krakatoa en el estrecho de Samoa en 1883, fue igualmente espectacular. La erupción del volcán que le da nombre al islote redujo en un tercio la extensión territorial del mismo con la muerte de 36 mil de sus habitantes y levantó olas de más de ocho metros de altura. Al año siguiente podían verse aún en Europa sus cenizas flotando.
Si ustedes observan detenidamente esta copia de la obra conocida como “La Gran Ola” de Hokusai, perteneciente a los 36 grabados en madera que realizara del monte Fujiyama el afamado pintor nipón entre 1823 y 1829, tendrán que convenir conmigo en que el artista se adelantó unos 60 años a la tragedia del Krakatoa, pues en la obra se refleja en el horizonte un volcán, y en primer plano, la fuerza destructiva de un supuesto tsunami capaz de destruir todo a su paso. En realidad, las olas gigantescas producidas por dicha erupción llegaron hasta el Cabo de Hornos en la parte más meridional del continente suramericano.
Sin embargo mucho más cerca de nosotros, en la isla de Martinica, Antillas Menores Francesas, hace 110 años, el 8 de mayo d 1902, la erupción del volcán Mont Pelée destruyó totalmente la ciudad de St. Pierre, dejando cuarenta mil muertos, seis mil más que el cataclismo del Krakatoa.
3.- El 13 de septiembre de 1922, se registró en Libia la temperatura más alta en toda la historia del planeta con 58º. Centígrados. Tal vez pronto se rompa ese record, con el calentamiento global que nos amenaza cada día más.
Lo cierto es que no escarmentamos; a menos de noventa años de aquel record histórico, la ambición humana con su fastuoso derroche de una economía nada sustentable, contamina el ecosistema, y el ataque despiadado de las potencias occidentales con la OTAN a la cabeza, han provocado una nueva guerra colonialista en el área, aumentando la temperatura política de la zona con sus bajas inocentes, y subidas temperaturas, caldeando aún más las ya irreconciliables contradicciones heredadas del colonialismo.
La excusa argumentada por el terrorismo mediático de la gran prensa siempre existirá. El objetivo: Desplazar del poder a un régimen molesto para las ambiciones imperialistas de un mundo cada vez más globalizado, pero como ha venido ocurriendo en Irak y Afganistán, no han podido estabilizar la situación, el ambiente continúa enrarecido, y la resistencia continúa.
Quien siembra vientos solo recogerá tempestades.
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