La
Mitología griega está llena de dioses, semidioses y otros seres
fantásticos, muchos de ellos anfibios, pues habitan lo mismo en el mar,
que a secas.
En
el Reino de Neptuno abundaban individuos de aspecto humano pero con
cola de pez,y nadaban en ambos sexos: Digamos nereidas y tritones; cuya
fertilidad resulta indiscutible, pues poblaron el reino de Neptuno con
ninfas, néyades y ondinas, todas provistas de suficientes atractivos
como para hacer naufragar el más insumergible de los barcos helénicos. No había hombre de mar que escapara a sus anzuelos.
También se cuenta la leyenda del pescador Glauco, quien amaba tanto el mar que terminó convirtiéndose en pez.
Toda esta cosmogonía olímpica me vino a la mente, tras investigar la tragedia del Titanic,
para la edición anterior, y toparme con el trabajo que publicara en la
revista MAR Y PESCA un querido colega, quien parece haber heredado las
cualidades de ese legendario pescador del Egeo.
Lo
conocimos por su firma profesional como PIME en la década del 70 del
pasado siglo, cuando comenzó a enviar sus colaboraciones al entonces
semanario PALANTE, pero su verdadero nombre era Roberto Rodríguez, y
como los tritones del cuento, compartía afinidades entre la mesa de
dibujo y las patas de rana.
No
podríamos definir en cuál de estas categorías se destacó más, pero lo
cierto es que, lo mismo nos enviaba una sátira sobre las dificultades
del transporte colectivo urbano, que las maravillas coralinas del segundo beril.
Mis
inteligentes vecinos se habrán dado cuenta que hemos ilustrado este
trabajo con algunos de sus dibujos humorísticos más representativos.
En el libro “25 años de PALANTE”, la colega Évora Tamayo lo describe así:
“…PIME
es una especie de pez en el mar del humorismo. Sabe nadar con gracia
por este ilimitado océano desde que nació allá en el marítimo pueblo de
Media Luna, en la provincia de Holguín, (…) Caricaturista por puro amor
al arte, PIME se las vale para echar a bogar continuamente su fértil
imaginación por el mundo ya acuático, ya terrestre, que lo rodea. La
gente, sus amigos, su trabajo como submarinista, sus ideas de las cosas
que le suceden y el afecto por los demás, son los ingredientes de un
humor ingenioso y fraternal, de ese tipo de humor que tanto gustamos encontrar en el fárrago,
a veces áspero de la vida, el cual no todos los humoristas se detienen a
contemplar y que, para PIME y sus admiradores, constituyen la dulzura
de la vida…”
Lamentablemente hace apenas unos años, aún joven y en plenas facultades, falleció el fraternal compañero
En
su honor ofrecemos una doble imagen suya: La instantánea que le tomaron
en blanco y negro, para el libro mencionado anteriormente; y otra en
plena faena esponjosa –o esponjera-, rodeado de ese fantástico azul de nuestros mares que lo subyugó para siempre y al cual nos invita a compartir de todo corazón.
La foto se publicó en colores a página completa para ilustrar uno de sus reportajes especiales en el (No. 7-2001) de la revista Bitácora, igualmente desaparecida como consecuencia del período especial.
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