La precolombina tesis maya de que el mundo se extinguirá cuando el sistema solar se interponga por primera vez en 26,000 años entre la Tierra y el punto central de la Vía Lactea, tomó cuerpo cuando con toda seriedad, Lawrence E. Joseph, antiguo colaborador del NEW YORK TIMES, aseguró en su libro “Apocalipsis 2012” lo siguiente: “Hay una posibilidad entre tres de que suframos una transformación catastrófica de la sociedad y tengamos que despedirnos del mundo tal y como lo conocemos en la noche del 21 de diciembre del 2012”.
De profesías y pronósticos ya estamos hartos. ¿Quién nos iba a decir que Pinar del Río, el campeón en la pasada temporada de nuestro deporte nacional, --el beisbol--; este año ni siquiera llegará a los play off?
Pero, no sólo con el Armagedón se especula. Igualmente se hace sobre la bíblica y virtual creación del mundo en el Paraíso, o por otro alumbramiento más creíble de siete días, ambos; llevados a cabo por Jehová.
En este caso me remito al destacado dirigente político y líder antimperialista Blas Roca Calderío, quien se destacó también escribiendo para niños bajo el seudónimo de Tío Francisco.
Pues bien, precisamente en su libro “Lecturas” que con amor guardo debidamente autografiado desde 1976; en el capítulo titulado “No se llamaba Adán” nos habla de ese acontecimiento, y copio:
“…Durante mucho tiempo los creyentes en el cuento de Jehová discutieron sobre esa cuestión sin que pudieran ponerse de acuerdo (…) Hay más de doscientos cálculos diferentes, de los cuales uno de los más cortos dice que la creación del mundo por Jehová ocurrió 3,483 años antes del supuesto nacimiento de Cristo, mientras que uno de los más extensos da el año 6,984 antes de Cristo como el de la creación. (…) Los hebreos han sido más precisos. Según sus cálculos, el mundo fue creado por Jehová el 7 de octubre del año 3,761 antes de la era cristiana; es decir que de acuerdo con ellos, el mundo con sus animales, plantas y hombres surgió hace 5,729 años. (…) Estos cálculos nos aparecen hoy ridículos, cuando la ciencia ha podido determinar que la edad probable de La Tierra es de unos cuatro mil millones de años..”.
Independientemente de esas especulaciones sobre el nacimiento y deceso de nuestro planeta, yo prefiero referirme a otro mundo más tangible y cercano a mi.
Me refiero al periódico EL MUNDO que circuló por primera vez hace exactamente 110 años este 11 de abril, y falleció en febrero de 1969, víctima de las llamas en un voraz incendio que destruyó totalmente la redacción, el archivo y las oficinas climatizadas, quedando solo en pie los talleres, pues el incendio se propagó por los conductos del aire acondicionado.
Como nací en 1930, de lo primero me enteré en el libro “Medio siglo de EL MUNDO”, que circuló en 1951, año en que comencé a trabajar allí como linotipista suplente. De lo segundo fui testigo presencial, pues resulté ser uno de los evacuados aquella siniestra noche del 69.
Pero volvamos a sus comienzos: A partir de su debut, EL MUNDO fustigó los desmanes de la intervención norteamericana. Por ejemplo, el número dos del día 12 es buen ejemplo de ello:
La primera plana presentaba una caricatura sin firma con el título de “La libertad iluminando al mundo”. En ella, aparecía la Estatua de la Libertad de Nueva York con la figura de Washington, y los portorriqueños emigrando de su país; las Filipinas cubiertas de ahorcados, soldados yanquis atacando con bayonetas; y en Cuba un Liborio--al estilo de Torriente--atado a una silla mientras era obligado a tragarse una píldora enorme simbolizando la Enmieda Platt.
Tres días después de su debut, en la edición del domingo 14, una caricatura de primera plana titulada “La escoba cubana” mostraba el típico deshollinador de palmiche barriendo del territorio nacional unos ridículos muñecones con letreros que decían: Fraudes de correos y Fraudes de aduanas. En esa misma edición el artículo titulado “Los engaños de la intervención” no sólo se atacaba a Wood, sino hasta a los enviados del propio presidente Mac Kinley con evidente propósito de enriquecimiento ilícito. Especialmente el interventor Wood fue blanco continuo de aquellas sátiras por su desmedido amor al jai-alai (deporte vasco), calificándolo además como Mr. Leña.
Tras la investidura del primer Presidente de la República Don Tomás Estrada Palma, la crítica de actualidad antimperialista fue mermando, a tono con el resto de la prensa en general.
EL MUNDO no fue la excepción de la regla. Aunque es bueno señalar que la publicación hizo aportes sustanciales en cuanto a formas y contenidos más modernos, con diseños tratamiento publicitario y propuestas más atrevidas, que el resto de sus competidores.
El libro de marras describe una serie de hechos noticiosos y culturales; artículos brillantes donde descollaron firmas como Pablo de la Torriente Brau, Víctor Muñoz, Manuel Márquez Sterling, Félix Callejas “Billiken”, José Zacarías Tallet, Miguel de Marcos, Manuel Bisbé, Herminio Portell Vilá, José Manuel Valdés Rodríguez, Raúl Roa, y Carlos Lechuga, entre otros muchos, y muchas como Loló de la Torriente, Mariblanca Sabas Alomá, o Nidia Sarabia, con las cuales establecí estrechas relaciones de trabajo. Contó también con excelentes fotoreporteros, y caricaturistas de la talla de Heriberto Portell Vilá, Tony Ximénez, Vergara, Massaguer, o Prohías.
Quisiéramos además, agradecer los datos suministrados por la compañera Ivette Villaescusa Padrón quien en su trabajo titulado “110 años del periódico EL MUNDO” reproducido recientemente por el sitio CUBAPERIODISTAS, agrega algunos detalles, como que a partir de 1950, el presidente de la República Carlos Prío Socarrás se convierte en el primer accionista de la compañía, junto con el mafioso italiano Amadeo Barletta, representante de grandes empresas como la Ambar Motors, distribuidora en Cuba de los autos Cadillac, Cheverolet, y Buick. El tercer miembro del Consejo Ejecutivo lo era el abogado de ambos, Luis J. Botifoll.
Tras el golpe de estado de Batista el 10 de marzo de 1952, esas relaciones se fueron enfriando, a tal punto que en noviembre de 1953, el millonario Barletta se reúne con el tirano y deciden excluir a Botifoll, quien como director del periódico seguía la línea editorial del ex presidente constitucional Carlos Prío Socarrás.
El 2 de enero de 1954 ocurre algo inusitado que PRENSA LIBRE destaca al día siguiente, con el encabezamento “El incidente de EL MUNDO”, y BOHEMIA el día 10 en la Sección “En Cuba” con el título “Conflicto editorial”. En ambos artículos el doctor Botifoll denuncia haber sido despojado de sus acciones, y como director del periódico.
La noticia fue dada fríamente, como corresponde a un pillaje de tal naturaleza en gobiernos de facto.
La noticia fue dada fríamente, como corresponde a un pillaje de tal naturaleza en gobiernos de facto.
Personalmente viví en carne propia lo acontecido aquella noche en el edificio de Aguila y Virtudes, rodeado de perseguidoras. Al terminar la jornada laboral en la imprenta, nos conminaron a salir en silencio sin preguntar qué estaba pasando, y acudir normalmente al día siguiente. Tuvimos que desfilar en el silencio de la madrugada hacia la calle entre dos filas de uniformados con caras de pocos amigos y armas largas; en la calle varios patrulleros estaban estacionados --me imagino que-- por si acaso.
Tuve pues el privilegio de participar como testigo presencial en la intervención del periódico EL MUNDO por partida doble: Aquella de 1954 bajo las botas de una dictadura. Y la de fines de febrero de 1960, cuando la Revolución se vió forzada a intervenir el diario, dada la situación creada por la propia empresa capitalista, agobiada por las nuevas leyes revolucionarias y el abandono voluntario de sus ya menguados intereses en nuestro país.
A partir de ese momento –Primero de marzo de 1960—es que yo brinco del taburete del linotipo en el taller, a la mesa de dibujo en la redacción, para ocupar la plaza de caricaturista- editorialista sustituyendo al veterano Antonio Prohías, quien abandona el país pocos meses después en dirección Norte.
Tuve el privilegio de desarrollarme bajo la dirección de tres magníficos periodistas Guillermo Santiesteban, Leví Marrero, y Luis Gómez Wangüemert.
Como dijimos anteriormente, la verdadera muerte de EL MUNDO se produjo de forma violenta casi diez años más tarde y recuerdo que tuvimos que abandonarlo entre las llamas por una escalera de escape.
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