Si algo caracteriza
al cubano es su expresividad musical, su carácter extrovertido, su temperamental
explosividad, su exageración innata. De ahí que algunos investigadores
sociales, tras un examen minucioso hayan exclamado: --Ustedes, o no llegan, o se
pasan.
Les otorgo el beneficio
de la duda, pero el fenómeno es real y llega hasta el punto de la planificación
física urbana. Veamos según el diccionario la definición de la palabra esquina:
Se trata de una arista, un chaflán, un recodo, un cantón, en fin: Una
confluencia de dos calles en un punto dado.
Pues bien: ¿Cómo se
explica una esquina caliente en la cola del pollo que ya viene congelado; en
una oficina adecuadamente climatizada; o cada cinco metros en cualquier acera o
parque de cualquier ciudad del país, donde concurran más de tres personas?
La lógica indica que
se trata de una pandemia originada por el virus del deporte nacional, o sea La
Pelota.
Cada país o región
del mundo tiene el suyo, como el alpinismo en los Alpes suizos, el criquet en
la India, o el golf en las canchas residenciales de Wall Street.
Pero lo de Cuba es
una enfermedad crónica, que lo mismo ataca a chicos que a grandes, mujeres u
hombres. Sería la única razón por la cual Flora, la octogenaria de mi cuadra,
rechace la “Passione” telenovela brasileña por un juego
entre Industriales y Matanzas o Ciego de Ávila.
Tras el fenómeno
acústico de las vuvucelas surafricanas en el último Mundial de Fútbol, la
industria del escándalo nacional dejó atrás el entusiasmo del coro gigante
dirigido por Armandito el Tintorero, o la conga santiaguera; y surgió la
trompetica escandalosa --importada o por cuenta propia—pero sobre todo irresistible
e incansable. Puede durar los nueve capítulos de un partido normal sin descanso
entre los turnos al bate, o extenderse a extra innings.
Tremendo castigo para
la Trompa de Eustaquio de árbitros, y peloteros, y vecinos. Los televidentes
tenemos la ventaja de ver el juego en la pantalla y apagar el audio. Claro, nos
perdemos también los comentarios, pero ¿quién sabe más que yo de beisbol en
Cuba?
Antes de esta serie
del 2012, para apreciar un tigre o un león rugiendo de verdad teníamos que
trasladarnos al Zoológico. Cuando íbamos al Museo de Ciencias Naturales
teníamos que conformarnos con verlos mudos y patisecos.
Hoy, con la
iniciativa popular y el desarrollo de la artesanía “Art-Attack” hemos
convertido nuestros estadios de beisbol en originales carnavales de muñecones saurios
y felinos en todos los tamaños y realizados en cualquier soporte, para
beneplácito de la fanaticada. Recordemos que los cocodrilos matanceros
regresaron a la Ciénaga de Zapata con la cabeza bien en alto, y los leones
cayeron con las melenas puestas.
Por nuestra parte, se
acabó lo que se daba en este play-off costumbrista. Los espero con nuevas
viñetas para vernos por dentro en próximos desafíos.
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