Por
su talento, encanto y ejecutoria, Rita Montaner se ganó el título de “Rita,
la Única”.
En
el debut de la radio en Cuba, hace exactamente noventa años, su maravillosa
voz se escuchó por primera vez fuera de
los círculos de admiradores más cercanos; a partir de ahí fue tejiendo incansablemente
su talento en el radio, el cine y hasta la televisión, en Cuba y el extranjero.
Por
aquellos días del año 1922, la niña Rita Longa Aróstegui, con apenas diez
añitos dibujaba en el suelo, como aún lo hacen nuestros nietos. Nacida en la
Ciudad de La Habana --en cuna de abolengo, según se dice--desde temprana edad
mostró vocación por las artes plásticas, de ahí que en 1928 la vemos ingresando
en la Escuela Nacional de Arte, pero su temperamento rebelde no asimilaba los
rigores de la Academia de San Alejandro, y según ella misma dijo: “…Fui
a aprender dibujo y pintura; me quedé en la clase de modelado donde malamente
acudí a un curso de Sicre. Luego seguí clases en el Lyceum…”
De
esta etapa el crítico Tony Piñera diría: “Lo de Rita con la escultura fue un amor a
primera vista; ella misma confesó que cuando tomó el barro en sus manos se
sintió transportada…”
En
1932 debuta en una exposición colectiva, dos años después comparece con la
primera muestra personal en su querido Lyceum, y en 1935 gana el primer premio
en el Salón Nacional de Pintura y Escultura. A partir de esa fecha cada obra es
un escalón hacia el perfeccionamiento de su arte: En 1936 participa como
orientadora en el Estudio Libre de
Pintura y Escultura, estimulada por el propio Eduardo Abela. Era un proyecto
anticonvencional que aglutinó figuras como Víctor Manuel, Carlos Enríquez,
Teodoro Ramos, Jorge Arche, y el caricaturista Hernández Cárdenas, entre otros.
Ese
mismo año obtiene Medalla de Oro en el XIX Salón d Bellas Artes. Y en los
finales de la década de los 30, participa en
exposiciones colectivas organizadas en
República Dominicana, México y Estados Unidos, para concluir con la
visita a Nueva York, precisamente en 1939, a donde ya era conocida pues había
enviado anteriormente su obre “La Rumba”
No
es mi propósito extenderme en una larga lista de premios y menciones; ni en su
prolífica producción con más de 300 obras de por vida; prefiero abordar otros aspectos
medulares de su legado.
Tradicionalmente
la escultura ha tenido un objetivo más simbólico que decorativo, y Cuba no ha
sido la excepción. Muchos de nuestros héroes y mártires en merecido tributo
fueron plasmados en mármol o bronce; pero llegaron los tiempos de la chistera y
el bastón. Caudillos y figurones con pocos méritos y mucha plata, en un
criollísimo culto a la personalidad, pagaron un buen precio por inmortalizarse,
y sus pétreos rostros comenzaron a afear nuestros parques y plazas- Otro
ejemplo de la obsolescencia escultórica fue el Monumento al Maine que pretendía
glorificar las hazañas del Imperio. De él sólo quedó en pie su pedestal, pues
el pueblo, indignado, puso al águila en su lugar.
Rita
Longa aportó la sensibilidad femenina, mas la gracia de las formas y el ritmo
al arte escultórico sin renunciar a lo ornamental, con lo que insufló nuevos y
refrescantes aires a la rigidez acostumbrada.
Se
cuentan por decenas y decenas los trabajos profesionales que realizara para
jardines y residencias particulares durante la década del 40 del pasado siglo. Asunto que ella prefería no
comentar.
Sus
sueños tenían otros vuelos y al plasmarlos quedaron para la Historia: No se
olvidarán jamás, pero quisiéramos destacar algo muy característico en su obra,
que la llevó a sacar la escultura de las galerías y salones cerrados, para ponerla
a disposición del pueblo.
Veamos
como ella le contó esta experiencia al crítico Alejandro G. Alonso en cierta
entrevista: “…No fue hasta que un arquitecto artista visitó mi estudio,
encargándome un relieve para colocar en una de sus obras en construcción, que
me inicié en el problema de situar la escultura en el espacio y el ambiente…”
Eso
sería ya suficiente como para que se le considere la escultora mayor de Cuba,
pues ha dejado su impronta en todos los rincones del país, en espacios abiertos,
interactuando con el hombre de a pie, a quien va dirigida su obra, creando de
paso una relación intimista con especialistas y legos.
Podemos
relacionar numerosos ejemplos de gran calidad como su maravilloso “Grupo
Familiar” de venaditos que nos recibe a las puertas del Zoológico de
26; el “Bosque de los Héroes” en Santiago de Cuba; o el Grupo
Escultórico que nos da la bienvenida a la entrada del Palacio de Bellas
Artes, por poner unos pocos ejemplos de su infatigable obra, ya que quisiera
hacer énfasis en la más íntima de sus motivaciones.
La
madurez artística de Rita Longa estuvo marcada por su férrea voluntad y febril
inspiración caribeña. Hija de este archipiélago tropical, le fue fiel, de ahí
que se destaquen en su trayectoria obras como “Figura de Náyade” en
1943 y “La Virgen del Camino” en 1949; la nocturnal bailarina-símbolo
de Tropicana
que nos invita desde su fuente a disfrutar de una noche bajo las estrellas,
“La
muerte del cisne” en el Teatro Nacional; el "Memorial a Marcelo Salado”
en la escuela de natación que lleva su nombre, y “La fuente de los mártires” en
el parque de la Fraternidad: En relación con esta obra dijo: “…Siempre
tuve gusto por los trabajos de agua como línea, forma, o reflexión…”;
Y
fue consecuente con ello. Su monumental “Aldea Taína”, idea del propio Fidel
le exigió un titánico esfuerzo: Modelar durante un año en su taller las 25
esculturas a tamaño natural, más la fundición en el propio cayo rodeada por la
Laguna del Tesoro durante otros cuatro meses.
Estos
esfuerzos la motivaron para otra hazaña irrepetible a partir de la década de
los años 70, cuando se convirtió en promotora y aglutinante de la escultura
monumental en Cuba, ya fuese a través de su activismo en la UNEAC, o en el
Movimiento de Las Tunas, cuando dotó a la ciudad de una serie de obras cuyo aporte se sintetiza en: La participación
colectiva para lograr la ambientación local. Crear un clima de comunicación
popular sobre el sentido de pertenencia y el orgullo de enriquecimiento con
dichas obras en espacios públicos. La creación de un taller para aglutinar un
movimiento de escultores noveles, tanto tuneros como de otras provincias como
Camagüey, Holguín, y el municipio especial Isla de la Juventud.
Como
constancia inspiradora de estos esfuerzos, quedó para la historia su “Flor
de Virama” y una maravillosa “Fuente de las Antillas”
Fue
en estos trajines que me tropecé en Las Tunas con ella de nuevo. Elegante como
siempre, enfundada en esos ponchos multicolores que tanto le gustaban, con ese
aire de vampiresa fatal que le daba la eterna boquilla cigarrera en sus labios;
sin perder su sencillez y su amabilidad.
En
los años 90, tuve la oportunidad de compartir una vez más con Rita,
precisamente en la inauguración de una obra escultórica suya en el lobby del
Hotel Habana Libre Tryp. Y no podía ser otro que la clepsidrope (mecanismo
basado en el reloj de agua de antiguas civilizaciones). Este ingenio de Rita
combinaba música, luz y chorros de agua para dar las horas a los huéspedes. El complejo escultórico
agregaba a la climatización del vestíbulo un cierto ambiente natural con el
rumor de las aguas y las plantas ornamentales que lo rodeaban.
Un
buen día la gerencia del hotel determinó su eliminación, y con el mismo pesar de
verlo desaparecer, poco tiempo después nos llegó la noticia del fallecimiento
de la autora.
Con
este humilde homenaje queremos recordar el centenario de Rita Longa este 16 de
Junio, y sin ánimo de establecer comparaciones con la otra Rita, esa que todos
admiramos también como “La única”.
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