La
XXXVII Semana de la Cultura de 10 de Octubre comenzó el día 28 del mismo mes con
un acto solemne en la Casa-Museo Camilo Cienfuegos, de Lawton. Con ello se
conmemoraba la desaparición física del Señor de la Vanguardia hace 55 años y
culminó el lunes 3 de noviembre con un reconocimiento a los 90 años de la
inolvidable actriz Fela Jar--personalidad cultural del municipio y de Cuba— en
su propia cuadra, así como la Gala de Clausura en la Parroquia del Buen Pastor
de Jesús del Monte.
La
jornada abarcó otras muchas actividades entre las cuales destaco la celebración
de los 40 años de vida artística del prestidigitador Gardini. Esta feliz iniciativa
tuvo lugar en el “Teatro Apolo”, recinto condenado al ostracismo desde hace años
junto a su vecino de la Esquina de Toyo, el “Cine Moderno”—primer
edificio art-deco construido en Cuba (1927).—Por si lo dudan, aquí va la
constancia fotográfica que nos recuerda aquel programa “Detrás de la fachada”.
Sin
embargo, el templo-dramatúrgico del Dios griego hijo de Zeus y Afrodita,
sigue con vida gracias al proyecto “Sueños Mágicos” que dirige contra
viento y marea el ya nombrado mago.
Nos
comprometemos a retomar el tema próximamente, por el encanto que tienen las
cosas del circo y sus protagonistas.
Si
les digo que el próximo 28 de noviembre yo cumplo 84 años de edad, es fácil de comprobar
pues la fecha consta en mi carnet de identidad—actualizado-- en mi
currículo-vitae artístico, y en los archivos de la UPEC y de la UNEAC como
miembro de ambas instituciones desde su fundación. Sin embargo, el cordón
umbilical me lo cortaron en un asilo de ancianos y eso no me lo va a creer
nadie.
Pues
bien, según me cuentan, porque yo estaba por entonces muy chiquito, mi madre
María Luisa tuvo un parto difícil para la comadrona que la atendía y como vivíamos
en la calle Marqués de la Torre, al fondo de la Clínica Casuso, fue trasladada
hasta la instalación hospitalaria para dar a luz. El local ha sido convertido
en el Hogar de Ancianos “24 de febrero” situado precisamente
en Calzada de 10 de Octubre No. 429 frente al ya mencionado Teatro Apolo.
Y
ya que recordamos tiempos pasados, acudo a la memoria del inolvidable Eduardo
Robreño, quien publicó en Letras Cubanas, 1978, el libro “Cualquier tiempo
pasado fue…” donde nos contó sabrosas anécdotas de aquellos días. Al referirse
a las intersecciones más populares de nuestra capital, el autor le dedica un
capítulo a la Esquina de Toyo, famosa desde la época de los adoquines al
converger en la misma las calzadas de Jesús del Monte y la de Luyanó.
En
sus narraciones deja constancia de curiosos hechos ocurridos antaño en la
capital de todos los cubanos, pero por su vigencia prefiero recordar la
importancia que para mi niñez y adolescencia tuvo la mencionada esquina:
Por
entonces con sólo un níquel–cinco centavos—se podía viajar en los
tranvías eléctricos que paraban allí. Sus rutas: Vedado-Jesús del Monte y
Vedado-Avenida Menocal, Jesús del Monte-Calle Habana y Jesús del Monte-Avenida
del Puerto, o Lawton-Malecón, Lawton-Parque Central, y Lawton-Avenida del
Puerto. Agregar el (L-1) que iba desde Luyanó hasta el Malecón, y doblaba por
la calzada del mismo nombre, o los Santos Suárez-Muelle de Luz, y
Santos-Suárez-Parque Central que lo hacían por la misma esquina del “Apolo”;
con la ventaja de que en cada uno de ellos, a solicitud del pasajero se le extendía
una transferencia gratis para cualquiera de la veintena de rutas tranviarias
que se movían por toda La Habana de entonces sin contaminar el ambiente con los
gases de combustión interna.
Competían
dichos tranvías con más de diez rutas que bajo la nomenclatura “Cooperativa
de Ómnibus Aliados”, eran víctimas del “choteo” popular al ser rebautizadas
como guaguas de palo, tal vez más rápidas y menos ruidosas, pero mucho
más contaminantes y calurosas, sobre todo a las doce del día en el verano.
En
ambos vehículos los pasajeros subían solos pero bajaban acompañados de ciertos
viajeros indeseables conocidos por chinches, que también asistían a los teatros
de la época, donde picaban pero no aplaudían.
Se
habrán dado cuenta que me refiero a una Ciudad de La Habana anterior al Túnel
de la Habana, o a la nominación de Marianao como “Ciudad que Progresa”
circunstancia que nos obligó a estirarnos de este a oeste como un chicle—popular
golosina en aquella época-- y transformar aquellos ómnibus expresos de
antaño en “camellos” y sus mutantes “articulados” actualmente victimarios del
Dios Cronos, del hacinamiento y las distancias.
Pero
regresemos a la Esquina de Toyo y sus proximidades: Diez de Octubre con el
tiempo se ha convertido en el municipio más poblado del país y sus estructuras han
envejecido necesitando como todos los ancianos, que “Roberto le pase la mano”.
El
barrio Santos Suárez donde vivo, y específicamente el Consejo Popular Tamarindo,
es uno de los más afectados por algunas irregularidades como la recogida de
desechos sólidos: Me niego a llamarlos basura, pues han demostrado ser una de
las actividades más rentables--por no acusarlas de lucrativas--en todas las
grandes ciudades del mundo.
Otro
referente del barrio es el antiguo parque Santos Suárez, hoy “Victoria
de Playa Girón” donde de niño mataperreábamos, es decir compartíamos
juegos y sueños etarios con inolvidables compañeros como René Reyné o Manolo
Cofiño y ahora en un entusiasta Círculo de Abuelos. En sus inmediaciones se
levantan imprescindibles instituciones educacionales como las Escuelas
Primarias “Raúl Gómez García” “Sergio González López” y
“Raúl Ferrer Pérez”, o la Escuela Secundaria Básica Urbana “César
Escalante Dellundé” y hasta un Joven Club de Computación. Todas ellas
rinden homenaje a lo mejor de sus hijos que hoy son testigos mudos de la
indiferencia, el abandono, la indisciplina social y otros vicios. Lamentamos no
haber podido conservar el pasado, sin embargo con tantos centros de enseñanza el
futuro está asegurado.
Encomendémonos
pues a ese oráculo mitológico que fue el dios Apolo en la Antigua Grecia para
que nos ilumine hoy con su sabiduría y permita como lo ha hecho el mago, sus
activistas e instituciones afines, mantener este teatro que reivindica su
nombre y ofrecernos esos Sueños Mágicos tan cerca de la Esquina de Toyo.
Ahora
con vuestro permiso me doy otro saltico al Teatro Apolo para entrevistar al
homenajeado, lo que ofreceré en la próxima entrega.
(Para más información vaya al trabajo titulado
“Luyanó de mis entretelas”)
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