La fórmula de los
personajes humorísticos para actuar en pareja, representa de entrada, un éxito
asegurado. El gordo y el flaco de mi tira “¡Ay, vecino!” obedece a esta
modalidad que tiene una larga historia. A eso quiero referirme ahora y de paso
recordar a un verdadero genio del humorismo gráfico: WILHELM BUSCH.
Con anterioridad hicimos
un breve comentario sobre lo que se considera el debut de los (comic strip) en
los Estados Unidos, surgido en el NEW YORK WORLD del Ciudadano Kane, es
decir—William Randolph Hearst-- el 24 de diciembre de 1893 con el famoso
personaje “Yellow Kid” que de paso dio nombre en Estados Unidos a la
prensa amarilla o sensacionalista. Así ha quedado registrado para la historia
de los comics en el mundo.
Sin embargo, es
oportuno aclarar que ya desde mediados del siglo XIX, en Europa venían
publicándose amagos de narraciones secuenciales, y casi todas con personajes
humorísticos. Son los casos del suizo Rudolph Topffer (1799-1846), Cristophe,
el francés (1865-1945), y de Alemania Wilhelm Busch, (1832-1908),
Precisamente a este
último caricaturista del cual ya habíamos comentado en el capítulo anterior, queremos
referirnos, no sólo por ser uno de los propiciadores del género antes de su
definitiva evolución; sino por haber creado nada menos que esa antinomia
señalada al principio con la pareja de “Max y Moritz”, --dos niños,
uno rubio y el otro trigueño -- que derrocharon gracia en las peripecias
gráficas con leyendas en pareados que servían de pie a cada viñeta. Los globos
o “fumettis” que surgieron décadas después, salieron de la boca del “niño
amarillo” del WORLD de N.Y. con lo que se afianzaba el género secuencial y le
dio su nombre.
Incluso mucho antes
de que la iniciativa cruzara el Atlántico para inspirar a los dibujantes
norteamericanos el 9 de abril de 1898, otros imitadores los traviesos “Willy
and Wally”, nacen en las páginas del THE PENNY COMIC, inglés con
el título de “The Terrible Twins”.
Lo descrito hasta aquí es solo el comienzo
de una exitosa modalidad que los dibujantes humorísticos de los Estados Unidos
explotaron hasta la saciedad, incluso con no pocos y costosos enfrentamientos.
Veamos: Pulitzer,
director del JOURNAL OF NEW YORK y competidor acérrimo de W.R.Hearst, descubrió
la popularidad de la parejita alemana “Max and Moritz” y encargó al
caricaturista Rudolph Dirks la creación de ”The Katzenjammer Kids”—copia al
carbón de los pilluelos teutones-- partiendo del vocablo germánico (katzenjammer)
traducido al inglés como (resaca marina). A partir de esa fecha (12-12-1897) la
tira se convirtió en un verdadero éxito editorial.
Quince años más
tarde, Kirk pensó que merecía unas vacaciones, la cual le fue negada por el
JOURNAL provocando su renuncia. Ese fue solo el comienzo de una larga
confrontación: El JOURNAL se querelló, y los tribunales dictaminaron que el
periódico mantenía sus derechos de autor sobre la “tira”... Dirk podía seguir
dibujando sus personajes, pero no estaba autorizado a utilizar el título
reconocido así hasta entonces.
A partir de ese
momento en el WORLD surgió otra historieta que utilizaba los mismos
protagonistas, pero ahora llamados Hans
and Fritz. De ahí que, siendo nosotros también niños, nos extrañábamos al
ver que en uno de nuestros periódicos se
publicara una serie titulada “El
capitán y los Cebollitas” y en otro suplemento dominical “Maldades de dos pilluelos”, pero en
ambas actuaban los mismos protagonistas.
Cosas de la naciente
competencia monopolista en busca de más lectores y anunciantes. Lo ocurrido
antes con el dibujante Outcault, y su pequeño asiático que dio nombre a
la “prensa amarilla”, ahora se repetía con Dirks, pero en sentido inverso, al
pasar éste a la nómina de THE NEW YORK WORLD con la historieta “The
Captain and the Kids”. Por el contrario, Pulitzer contrata para la
nueva serie del JOURNAL al dibujante Harold. H. Knerr, manteniendo el titulo
original.
Quiso el destino
que aquellos simples hijos de Wilhelm Busch Max and Moritz fueran inconscientes
protagonistas de otro inesperado cambalache. Recuerden que la tira
originalmente titulada “The Katzenjammer Kids” la
protagonizaban los niños Hans y Fritz, pero al calor de la Segunda Guerra
Mundial y de los prejuicios por todo lo que oliera a teutón, esos pequeñuelos
nacidos mucho antes que la primera conflagración de 1914, fueron las primeras víctimas.
Ambas publicaciones, el JOURNALy el WORLD, se dieron a la tarea de
sustituir – no ya a los dibujantes—sino
la nacionalidad misma de los protagonistas y los dos pilluelos, se convirtieron
del día a la noche en “The Shenanigan Kids”, con lo que se
la daba pasaporte irlandés a esos inocentes.
Lo mismo ocurrió
con los populares lápices “Mikado” que de buenas a primeras
abandonaron el japonés para adoptar el nombre de “Mirado”…
Como ven la
semillita alemana se injertó en la cultura norteamericana, pero no influyó solo
allí, en Gran Bretaña fructificaron otros proyectos similares: “Those
Terrible Twins “ de la revista THE
HALF PENNY COMIC (9-4-1898), se
convirtieron en Wally y Willy de la mano de Frank Holland.
Otros dos bribones George
y Ferdi al estilo de la parejita germana, eran dibujados ahora por
Leonard Shields y salieron a batirse como “The Bunsey Boys” en la primera
página de THE WONDER.
Por último e igualmente
gemelos, fueron los personajes de A.T. Pierce durante los primeros veinte años
del siglo XX. Sus nombres: Jackie y Sammy, solo que en este
caso los infantes eran comparsa de un ex carcelario en vías de rehabilitación
llamado Jolly Tom.
Los ejemplos de estos
tres creadores ingleses, agregados a los norteamericanos citados anteriormente --¿quién
sabe cuántos más alrededor del mundo?--; demuestran que la explotación infantil
de gemelos o niños precoces, existió desde los inicios del humor gráfico
para crear situaciones de hilaridad garantizada por la disparidad y el
contraste. En aquellos tiempos los adultos “Benitín y Eneas”--uno hombre alto y
el otro bajito—también importados de los cómics yanquis, hacían furor en Cuba; mientras
el éxito del teatro vernáculo descansaba en la polarización de la pareja
clásica cubana formada por el negrito y el gallego, el Gallegíbiri y Mancuntíbiri. del
Alhambra. Mientras en la televisión triunfaron Cachucha y Ramón, Garrido
y Piñero o los argentinos Dick y Biondi, entre otros muchos
binomios que nos hicieron reír a carcajadas.
Los personajes nuestros
de la tira “¡Ay, vecino!” tal vez no
hayan sido bautizados, pero aún sin nombres propios tienen su
personalidad establecida también en el contraste. Más o menos herederos del
Stan Laurel y Oliver Hardi –pareja inolvidable de la comedia silente--, aunque
por nuestro clima tropical estén permanentemente desnudos.
Y todos
ellos--alemanes, yanquis, ingleses o cubanos--son hijos, nietos, bisnietos o
tataranietos naturales, bastardos o putativos, de ese genio del humorismo que
fue Wilhelm Busch.
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