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18 ene 2010

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE.

Rafael (Felo) Díaz nos tenía acostumbrados a sus multitudinarias panorámicas en PALANTE. Poseía la destreza del miniaturista, y muchos lectores se valían de lupas para comprobar la minuciosidad del detalle en cada uno de los personajes allí representados. Reflejaba como nadie las concentraciones en la Plaza de la Revolución, el bullicio de los Carnavales, o cualquier otra manifestación masiva de nuestro pueblo con un barroquismo muy personal.La yunta Felo Diaz-Valdés Díaz, (aunque con idénticos apellidos, solo emparentados por el humor) duró toda la vida, compartiendo sueños y sufrimientos, más de lo último que de lo primero, y casi siempre por abrazar las causas más nobles en tiempos de oligarquías y dictaduras, cuando el comunismo era una mala palabra en Cuba. Por aquella época los caricaturistas de izquierda eran marginados por los grandes medios de la derecha, y a veces tenían que sobrevivir aceptando trabajos de poca monta y peor remuneración..
Aún así, Humberto Valdés Díaz, (San Nicolás de Bari, La Habana, 1927)-con más suerte que Felo Díaz-, ya había dejado su huella de consagrado caricaturista en “Zig-Zag” e “Información” antes del triunfo revolucionario.
De él diría Evora Tamayo, en el libro “25 Años de Humor en Palante”: “Supo aprovechar las oportunidades que le brindó la prensa burguesa para denunciar, por ejemplo, la dolorosa vida que llevaba el obrero azucarero explotado por el capital extranjero…”
La pareja se vio involucrada en otros muchos proyectos editoriales, transitorios en tanto que románticos, como el tabloide ACTUALIDAD CRIOLLA, de breve vigencia y precario soporte publicitario.
Al triunfo de la Revolución hallamos a Val colaborando en EL PITIRRE, suplemento del diario LA CALLE, cuyo lema “Por mucho que el aura vuele, siempre el pitirre la pica” era de su autoría.
Sin embargo, al fundarse PALANTE Y PALANTE en octubre de 1961, mientras Rafael (Felo) Díaz formaba parte de su staff de caricaturistas,
Humberto Valdés Díaz bajo la orientación del Che, se encontraba dirigiendo otras empresas del Ministerio de Industrias como la fábrica de conservas “Libertad” en la provincia de Matanzas.
Un par de años después de incorporarse al semanario, el 12 de enero de 1966 debutó en PALANTE su sección fija titulada “Foto-Plaf” y ese mismo día también surgió su proyecto “Tiza sobre el asfalto” multitudinaria actividad pictórica de participación infantil, pero por su carácter masivo pasó más tarde a ser coordinada por el Plan de la Calle del INDER.La chispa de Val era permanente, de ahí que pronto dieran a luz las secciones fijas “Niños + Niños= Niños”, y “Radiografía de América”. Más tarde, en enero pero de 1973 surge “Crisanto Buenagente”, esta última tira cómica la inspiró el comentario satírico del Comandante en Jefe, en una de las sesiones que semanalmente se celebraron a partir de 1970 en el teatro de la CTC, cuando calificó de “buenagente” a algunos administradores y funcionarios complacientes ante lo mal hecho http://ay-vecino.blogspot.com/2009/09/ojala-me-equivoque.html .
En 1967 Valdés Díaz compartió conmigo premios en el VI Salón Internacional de Humorismo en Canadá, así como el viaje de estímulo que nos ofrecieran durante la celebración de la Expo-67 en Montreal, y juntos entregamos el premio en metálico a la Embajada de Vietnam en Cuba para ayudar en la lucha contra el Imperialismo http://ay-vecino.blogspot.com/2009/08/premio-polemico-y-sorpresivo.html .
Cuando vino la primera “Brigada Venceremos”, formada por jóvenes norteamericanos en solidaridad con Cuba, Pitín, Val y yo, tuvimos el honor de cubrir la actividad por PALANTE, y allí, en el campamento del “Martínez Villena” en Caimito, este trío le puso música al primer mural colectivo de humorismo que yo recuerde, con el acompañamiento de los propios brigadistas extranjeros.No quisiéramos terminar sin dar por sentado el criterio generalizado entre nosotros de aquella amistad inquebrantable que mantuvieron Val y Felo. Pasaron los años y llegó la hora de la jubilación para ellos y para mi.
Cuando cumplíamos una encomienda fuera de la capital Valdés Díaz y yo, nos enteramos vía telefónica del fallecimiento de Rafael (Felo) Díaz en su hogar de Centrohabana, y aquel hombrón de doscientas libras rompió a llorar entre mis brazos como un niño. Unos años después Humberto Valdés Díaz también falleció. Al comenzar un nuevo año, vaya para ambos este cariñoso recuerdo de quien no los olvida.

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