Para aquellos que
Sirva esta disquisición para dar paso al meollo de este asunto: La senectud.
A raíz del Día de los Enamorados, el 14 de febrero de 2010,
Residente en Consolación del Sur, Pinar del Río, el citado gallego debe consolarse con lo que voy a narrar a continuación, pues hay un paisano de Asturias, que por entonces ya lo sobrepasaba en longevidad.
Se trata de Constantino Díaz Luces, (Constante) para sus amigos, quien nació el 11 de enero de 1910, en el concejo de Caravia, y de esos ciento un años, lleva 87 viviendo en Cuba.
Como la mayoría de los peninsulares inmigrantes de principios del Siglo XX, vino en busca de fortuna y huyendo de la “puta mili”, según propia confesión. Como única riqueza, traía el carnet del Centro Asturiano en el bolsillo, y unas ganas enormes de salir de la miseria, pero honradamente.
Del mostrador de una bodega saltó para otros desempeños similares, hasta que con 30 años en las costillas entró a trabajar en el Centro Asturiano, donde echó raíces hasta su jubilación en 1969.
Pero no piensen que se retiró. No señor, yo lo conocí mucho después, como presidente de la Asociación de Beneficencia Asturiana, hasta fecha reciente en que más por limitación física que por la edad cedió su responsabilidad en la misma.
Tres virtudes adornan a este entrañable amigo: Una fortaleza física envidiable, un carácter afable con el que conquista amistades a granel, y una memoria prodigiosa. Gracias a ella es que me pude enterar de algunas cosillas.
A saber: Que dicha sociedad benéfica es anterior al propio Centro Asturiano, pues fue fundada el 8 de septiembre de 1877.
Que la primera romería se efectuó siete años después, --no en los jardines de La Tropical o La Polar, donde se hicieron populares--, sino mucho antes, en los terrenos del Club Almendares.
Que la primera ayuda no fue a los asturianos sino a los andaluces, al cumplimentar una solicitud de beneficencia para los damnificados de las inundaciones ocurridas en 1881 en esa autonomía ibérica.
Escudriñando en los vericuetos de su memoria, Constante recuerda como algo extraordinario haber compartido en el “chigre” de la Federación con el poeta asturiano Alfonso Camín, quien vino a nuestro país pegado a su inseparable pipa, en la década de los años 50 del pasado siglo.
Este centenario aplatanado es un baúl de anécdotas.
Algunas de ellas las debemos al colega Rolando Aniceto, autor del libro “Asturianos en Cuba” de 1994. El propio historiador de la Ciudad, Eusebio Leal quedó sorprendido cuando le dijimos que seguía vivito y coleando, pues lo trató personalmente hace un buen numero de años; o que durante los festejos del centenario de Bigote de Gato, en este mes, su nuera
Esta foto, que pudimos tomar el pasado mes de abril durante la visita del presidente del Principado de Asturias a nuestro país, Sr. Don Vicente Álvarez Areces, demuestra esa enorme vitalidad, pues fuimos testigos de aquella amena conversación entre ambos durante la gala ofrecida al dignatario por la Federación de Asociaciones Asturianas de Cuba.
Pero esto no debe sorprender a nadie, pues según la actualización del “Estudio de Centenarios en Cuba” recién divulgada por
Si esto no es un récord, por lo menos es una buena cifra.
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