El mismo día en que nuestro equipo Cuba regresaba de Japón, tras caer
con las botas puestas en el Tercer Clásico Mundial de Beisbol, donde midió
fuerzas con trabucos profesionales de la talla de Japón, Corea, Taipei y
Holanda, se reunían en Panamaribo, capital de Surinam, los Ministros de Cultura
de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
En el cónclave, el presidente de la República--Desiré Delano
Bouterse--exhortó a los allí congregados a participar y colaborar en el éxito
de la 11ª. Edición del CARIFESTA, previsto a celebrarse en ese país entre el 16
y el 25 de agosto próximos.
Al concluir dicha Cumbre Antillana a mediados de marzo, el torneo
beisbolero continuaba celebrándose en otras sedes.
Del lado de acá del charco surgieron nuevas sorpresas, entre ellas un inesperado
desafío de lucha libre y empuja-empuja entre venezolanos y canadienses que, en
definitiva nada aportaron al deporte ni a ellos mismos, pues ambos equipos quedaron
eliminados en el terreno poco después.
Sin embargo, hay que destacar el protagonismo de la Unión Europea y
sus representantes: Una España desconocida, así como el ya concebido verdugo
nuestro—Holanda—; y el equipo-sorpresa, del clásico--Italia--que repartió
pizzas en strikes y spaghettis a palo limpio, haciéndoles pasar un buen susto a
todos o casi todos sus oponentes.
Sin embargo, parece que se le hizo justicia al refrán que dice: “A la
tercera va la vencida” pues los finalistas
anteriores, Japón Corea y hasta el propio equipo de los tulipanes negros,
fueron eliminados. Más aún, el super-trabuco, organizador de los juegos, con el
sello de calidad de las Grandes Ligas Made in USA, también quedó al campo, barrido
por la Corriente del Golfo.
Me apoyo en el comentario de la prensa, partiendo del trabajo titulado
“Dos
islas en la cima del mundo” de Sigfredo Barrios en GRANMA el pasado 20
de marzo, donde destaca la impresionante actuación de Puerto Rico y República
Dominicana en un emocionante final, pero predecible si tenemos en cuenta que la
novena de Quisqueya contó con un pitcheo de lujo que promedió dos carreras
limpias en sus primeras siete salidas y compartía con Estados Unidos los
pronósticos de los expertos para llevarse el gato al agua.
Puerto Rico vino de abajo, no respetó la superioridad yanqui y los
eliminó por la mínima dejando la mesa servida para un final de rompe corazones entre
isleños. Ganó el mejor—Dominicana-- al finalizar invicto en el Clásico por su estelar
pitcheo, y bateando a la hora precisa.
Pero en mi modesta opinión, el Tercer Clásico demostró algo más que
eso:
Destrozó el criterio de la supremacía del beisbol asiático –Japón,
Corea y Taipei--en los dos certámenes anteriores, debido al desempeño de nuestro
beisbol caribeño, y no sólo gracias a la actuación de ambos finalistas.
Por ejemplo: El equipo Cuba, eliminado en la ronda asiática—sin
embargo, quedó en un honroso lugar de pitcheo y bateo.
Si a esto le sumamos el sorpresivo desempeño de España gracias al aporte
sanguíneo de sus antiguas colonias latinoamericanas, y por último, el tercer
ligar de Holanda, podemos reiterar que no sólo ha sido como dijo Sigfredo, Dos
islas en a cima del mundo, sino un Carfesta anticipado en pelota,
pues la inmensa mayoría de los peloteros que integran el team de los Países
Bajos, son nativos de Curazao y Surinam respectivamente y por tanto . ¿Dónde
si no?...--En el Caribe--como afirma cada sábado en 23 y M la colega
Edith Mazola.
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