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18 mar 2012

EL ICEBERG DE LAS MALVINAS

Pido la palabra para incorporarme al debate sobre el llamado diferendo entre Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas. Este archipiélago del subcontinente americano ha sido para mí como aquel iceberg del que hablara Hemingway de su estilo literario; mientras más lo miro en el mapa menos lo veo, pues el verdadero problema está oculto bajo las aguas heladas del Atlántico Meridional. La Gran Prensa pinta la confrontación como un fenómeno geográfico cuando en realidad es geopolítico, y más viejo que Matusalén.

La primera escaramuza entre el Reino Unido y Argentina—aún bajo la bota de los conquistadores españoles-- data de los tiempos en que los ingleses, legal o corsariamente, le disputaba sus territorios ultramarinos a la Corona de los Reyes Católicos. La Toma de la Habana por los ingleses hace 340 años, y la de Buenos Aires el 2 de julio de 1806 por la expedición de Lord Beresford, son buenos ejemplos de ello, y en ambos casos la respuesta de sus pobladores contrastó con la cobardía de los respectivos regidores peninsulares.

Fue éste el primer intento, pero no el único: Un año después, los hijos de … la Pérfida Albión repitieron la hazaña, y esta vez el tiro les salió por la culata matando dos pájaros de un tiro; pues perdieron no sólo a Buenos Aires, sino también a Montevideo.

El siglo XIX marcó la epopeya de las luchas independentistas en el subcontinente americano, y José de San Martín al frente de sus 5000 granaderos resultó ser uno de sus arquitectos en el Virreinato de La Plata. En mayo de 1821 emprendió la gran marcha atravesando los Andes para extender la rebelión a Chile y Perú.

Mientras el Imperio español se desinflaba, y los criollos se afanaban por hacerlo lo antes posible, el ambicioso John Bull devoraba tierras a diestra y siniestra en la medida en que la Reina de los Mares extendía sus tentáculos por los cinco continentes y sus islas adyacentes.

A saber: En el Mediterráneo sumándose a Chipre, Gibraltar y Malta; en Asia con India, Adén, Barhein, Borneo, Brunei, Hong Kong, la Federación Malaya, Maldivas, Mauricio, Seychelles, y Singapur; África le aportó la Unión Surafricana, Achanti, Basutolandia, Bechuanalandia, Camerún Británico, Costa del Oro, Gambia, Kenia, Nigeria, Nyasa, Rodesia del Norte, Rodesia del Sur, Santa Elena, Sierra Leona, Somalia Británica, Suazilandia, Sudán Anglo-egipcio, Tanganica, Togo, Tristán de Cuhna, Zanzibar y Uganda. Oceanía no se quedó atrás: Fidji, Nuevas Hébridas, Gilbert y Ellice, Pitcairn, Salomón, y Tonga. Mientras que en América se apoderó de las Bahamas, Barbados, Belice o Honduras Británica, Bermudas, Guayana Británica, Jamaica, Trinidad y Tobago, Islas de Barlovento o Antillas Menores, así como las de Sotavento. En el sur del continente americano poseen las Islas Malvinas en contra de las justas demandas del Gobierno y la cancillería bonaerense que reclaman la devolución por la vía diplomática junto con otras posesiones también en sus aguas jurisdiccionales como las Islas de Georgia del Sur, y Sándwich del Sur. Si esto no es colonialismo y del grande, que venga el propio Cristóbal Colón a descolonizarme.

Por tal razón resulta risible que hace solo un mes, ante esta justa demanda del país austral apoyada por sus iguales del Mercosur, el primer ministro del “democrático” Reino Unido, David Cameron haya declarado sin ruborizarse que “…lo de Argentina es más que colonialismo… Pues los kelper --legítimos habitantes de las Islas Falklands-- quieren seguir siendo británicos…” ¿Se habrá olvidado este buen Lord o Sir británico que, aprovechándose del desgaste por las luchas independentistas en 1833 los ingleses expulsaron de las Islas Malvinas a sus primitivos habitantes argentinos, y que si de colonialismo se trata, aún en este Tercer Milenio Gran Bretaña sigue ostentando la Medalla de Oro Olímpica?

Si infame es esta postura, la hipocresía de su eterno aliado USA es peor, pues en 1832, --un año antes de la invasión a las Malvinas-- ya había dictado en idioma inglés la famosa Doctrina Monroe por medio de la cual, los Estados Unidos de Norteamérica declaraban tajantemente: “…América para los americanos…” Como una advertencia a las potencias europeas de entonces que se olvidaran de cualquier aventura en “su patio trasero”. Sin embargo, un año después ante el despojo de las Malvinas se hicieron de la vista gorda con lo que nos hicieron un flaco favor..

La misma actitud tomó de nuevo el Tío Sam hace exactamente treinta años, durante la Guerra de las Malvinas, (2 de abril de 1982) cuando violó sus compromisos de Buen Vecino, al olvidarse que existía el rimbombante (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) TIAR, y tomar partido por su “socio” europeo contra los sufridos firmantes del pacto.

En esa ocasión fue otra inglesa que bien bailaba, Margaret Thatcher, quien con idéntica socarronería se refirió a la Guerra de las Malvinas de ese año en esta forma: “… es la lucha de la democracia inglesa contra la dictadura argentina…” Su tradicional flema británica se había convertido en una cínica amnesia, pues el golpe de estado del gorila Videla y sus compinches de la Junta Militar fue producto de la Operación Cóndor, un engendro de la CIA norteamericana apoyada por sus fieles compinches ingleses, y ya se venía masacrando al pueblo argentino desde el 24 de marzo de 1976. Si no, pregúntenle a las Madres de la Plaza de Mayo. Por suerte los gauchos han tomado conciencia tras el grito de !NUNCA MÁS!

Vuelvo pues a mis interrogantes del comienzo: ¿Qué hay detrás de todo este embrollo de las Malvinas? ¿Es o no algo parecido a un iceberg?

Tal vez la propia prensa nos de la clave: Como buenos cotorrones, todos los grandes medios dicen lo mismo, incluso minimizan el asunto publicando mapitas similares enmarcados solo en el cono sur americano, con el minúsculo archipiélago de las Malvinas adjunto. Como si no existiera nada más allá de esos cuadranticos: Son los pulgarcitos del Siglo XXI; y me viene a la mente de nuevo la imagen que explicara Hemingway. ¿Qué tratan de ocultar? ¿Qué misterio hay más allá de lo que nos muestran? Fui al mapamundi y allí encontré la respuesta, es decir: El tesoro escondido.

Si Cuba fue siempre ambicionada como a llave del Golfo, las islas Malvinas son la llave de la Antártida, con sus hielos infinitos, sus enormes extensiones de agua potable, sus riquezas subterráneas e inagotables minerales . Todo un fabuloso continente virgen esperando por los nuevos colonizadores del Tercer Milenio; y claro, Argentina debe quedar fuera de la torta: Las transnacionales y el poder corporativo sólo hablan inglés. O mejor dicho: English Spoken.

17 mar 2012

DE LAS GUÁSIMAS A OGADÉN

A veces los acontecimientos históricos parecen tomar caminos insospechados en el devenir del tiempo. El mes de marzo es particularmente abundante en hechos que impactan emotivamente en el recuerdo de los cubanos:

El Grito de Yara que se lanza desde La Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes en el último trimestre de 1868, es uno de ellos. Era la expresión de un pueblo que había adquirido conciencia de su situación dependiente al Imperio y decide a dar la clarinada al combate en la Primera Guerra de Independencia. Mi curiosidad me lleva a puntualizar algunas fechas significativas en esa etapa, como el 15 de marzo de 1874:

El contingente invasor al mando del General Máximo Gómez avanzaba desde Oriente sobre los llanos camagüeyanos; proveniente de la capital provincial tres mil hombres del brigadier español Armiñán le salen al paso y fue tal la lucha, que los combatientes se enfrentaron durante cinco días. Los cubanos tuvieron 177 bajas, y el general Antonio Maceo sale herido; pero las tropas colonialistas pierden mil hombres y se ven obligados a abandonar el campo de batalla.

Para muchos fue el enfrentamiento más importante de la Guerra de los Diez Años, a tal punto que con varias como esa, nunca se hubiera firmado el Pacto del Zanjón, producto de una década de desgastes en las tropas mambisas.

Pero, si significativo y glorioso fue ese 15 de marzo, cuatro años más tarde, --en ese mismo día--, el Titán de Bronce ya convertido en leyenda, convoca una entrevista con el General Arsenio Martínez Campos. Su propósito era reagrupar las fuerzas dispersas y convocar al resto de los jefes insurrectos enarbolando la bandera que otros dejaron caer. Cuando se hizo evidente que no existía posibilidad de arreglo alguno, quedó fijada la reanudación de las acciones de guerra para dentro de ocho días.

Fue entonces que se escuchó en las filas insurrectas el impetuoso grito de: --¡El 23 se rompe el corojo!--. Expresión que resume la actitud rebelde del pueblo, conocida históricamente como la Protesta de Baraguá.

Artistas de la gráfica han dejado plasmadas estas y otras imágenes sobre hechos históricos relevantes. En esta oportunidad, hemos querido poner a vuestra disposición las ilustraciones de dos dibujantes contemporáneos: Roberto Alfonso (Robe) y Luis Arturo Aguiar Palacios (Palacios), quienes en la reciente Feria Internacional del Libro, Cuba 2012, pusieron a la venta sendas obras a las cuales nos referimos en este trabajo. En el primer caso se trata del libro “Páginas de gloria (2)”, cuya introducción corrió a cargo de María Luisa García Moreno; y en el segundo, tanto los textos como las imágenes del cuaderno “La gran batalla de Ogaden” fueron realizadas por el propio joven Palacios.

Lo curioso que queremos significar es el vínculo entre aquellas acciones ocurridas en el siglo XIX, y las que se desarrollaron ese mismo 15 de marzo, pero cien años después, precisamente bajo el título de “Operación Baraguá”.

En esta ocasión, una unidad de destino especial de nuestras Fuerzas Armadas recibe diversas misiones de orden combativo entre Etiopía y Somalia cuando esta última, bajo la dictadura de Siad Barreh invade la región etíope de Ogadén, en la década del setenta. La historieta nos describe en imágenes diversas acciones combativas de la etapa final de dicha guerra, en la cual nuestras fuerzas brindaron un decisivo apoyo a la hermana nación del norte africano.

He aquí dos secuencias donde el dibujante describe a su modo, los hechos acaecidos durante los primeros días de marzo de 1978, y un fragmento del discurso de Nuestro Comandante en Jefe en el acto de recordación por el centenario de la Protesta de Baraguá:

En ambos casos reproducimos dichos textos previendo las reducciones que recibirán ambas tiras en su copia para la Web.

“…Nos parece elementalmente justo que los combatientes internacionalistas cubanos se caracterizaron por su extraordinaria eficacia y sus magníficas cualidades combativas. Es admirable como hijos de nuestro pueblo fueron capaces de marchar a un lugar tan lejano y combatir allí como si hubiesen estado combatiendo en su propia patria. ¡Ese es el internacionalismo proletario! Eficientes y valientes soldados revolucionarios hicieron rápidamente magnífica amistad, y crearon estrechos vínculos con los admirables combatientes revolucionarios etíopes; fueron recibidos con extraordinario cariño por el pueblo etíope, y sé que sus dirigentes están muy reconocidos a nuestro pueblo por esta ayuda solidaria…” FIDEL CASTRO RUZ, 15 DE MARZO DE 1978. (Acto de conmemoración por el Centenario de la Protesta de Baraguá.)

1 mar 2012

EN POCAS PALABRAS

CARTAS A ELPIDIO
El pasado 30 de diciembre bajo el título de “Un héroe de papel” incursionamos en la obra del colega Roberto Alfonso (Robe) destacando una de sus últimas propuestas gráficas, el libro “Padre Félix Varela, el santo cubano”, cuya portada ofrecimos en esa ocasión.

Ahora utilizaremos varias secuencias del cuaderno para ilustrar algunos aspectos de este sacerdote cubano, catalogado acertadamente como ”…el primero que pensó a Cuba…” y que falleció el 19 de febrero de 1853, casualmente el mismo año del nacimiento de nuestro Apóstol José Martí.

Perseguido durante muchos años por el régimen colonial, juró no regresar a Cuba hasta no ver su patria libre y cumplió su palabra, por eso las honras fúnebres se efectuaron en San Agustín de la Florida, pueblo donde vivió de niño y al que regresó ya herido de muerte por el asma.

Su cadáver fue trasladado a La Habana por patriotas cubanos en 1911 y la urna mortuoria descansa hoy en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, a donde acudió el Papa Juan Pablo II en 1998 para rendirle merecido tributo.

Con solo tres años el niño Félix Varela Morales queda huérfano de madre y pasa a la tutoría del abuelo Don Bartolomé, oficial del ejército español, quien destacado precisamente en San Agustín de la Florida --aún colonia española—parte hacia allí con su nieto.

A los 14 años su personalidad queda demostrada cuando de regreso a La Habana el abuelo le propone ingresar como cadete en una escuela militar. En la imagen siguiente el dibujante refleja la actitud firme del adolescente en ese momento:

Cumplió cabalmente con su vocación iniciándose como sacerdote en el Colegio Seminario San Carlos bajo la influencia del padre José Agustín Caballero y posteriormente del obispo Espada. Su rico prontuario pedagógico lo obviaremos por su amplia extensión. Para seguir la pauta seguida hasta aquí, ofrecemos una página donde Robe ilustra algunas de sus enseñanzas:

En 1920, al restablecerse la República Española de 1912, y dado el gran prestigio adquirido, por su ejecutoria, el Padre Varela gana por oposición la cátedra de la Constitución y bajo su sacerdocio descollaron en la capital criollos tan distinguidos como Heredia, José de la Luz y Caballero, Saco, Del Monte, Poey, Mendive, y hasta el propio Martí. Elegido como diputado a Cortes parte para España el 28 de abril de 1821.

Allí denuncia la corrupción oficial en Cuba y presenta un proyecto más humano para las provincias de ultramar entre las que destaca su adhesión a los movimientos separatistas que se producen al sur del Río Bravo.

La solicitud de otorgar la independencia a los territorios que --como Cuba--, aún no la hubiesen logrado, es impugnada y eso lo lleva a publicar un artículo que refuta la medida y que tiene gran impacto al circular en la patria.

Pero más impacto aún tuvo su proyecto de abolir la esclavitud, --inhumana fuente de riqueza para Imperio--, lo cual provoca la disolución de las cortes.

El regreso de Fernando VII al poder impone el absolutismo en la península y condena a muerte a sus opositores. En el invierno de 1823, perseguido Varela, escapa a Nueva York. Desde allí lanza el periódico EL HABANERO donde pronostica la inevitable revolución como única respuesta a la opresión que también se ha recrudecido en Cuba durante el mandato del Capitán General Don Dionisio Vives.

La respuesta es la de prohibir la circulación de la publicación en nuestro territorio y el envío de un sicario a Nueva York con la orden de matar al sacerdote. Su viril respuesta es también reflejada en esta viñeta:

Esta cobarde medida lo crece y motiva para duplicar esfuerzos y desplegar una febril actividad en todos los campos: Son innumerables sus aportes a la ciencia, la técnica, la filosofía, la poesía, la gramática y cualquier materia en el empeño del mejoramiento humano. Inaugura la Iglesia de Cristo en la urbe neoyorkina, funda una escuela para niños, y otras obras; pero se niega a adoptar la ciudadanía estadounidense.

Tratando de suavizar su postura le ofrecen el perdón del Rey y el permiso para regresar a Cuba, pero él lo entiende como una extorsión, e insiste en sus ideas separatistas.

Al mantener su piadosa misión en el vecino país lo nombran vicario de Nueva York, funda un orfanato por donación, y organiza en el templo tanto conciertos como misas. Cuando el cólera morbo obliga a prohibir las reuniones públicas y el cierre de las iglesias, va a los hospitales a brindar consuelo a enfermos y moribundos.

Durante la década que va de 1836 a 1846, recibe múltiples reconocimientos en diversos escenarios laicos y religiosos de los Estados Unidos, y escribe la última y mayor obra: “Cartas a Elpidio” considerada su testamento político.

Me uno a la pregunta que durante tanto tiempo se ha hecho el pueblo cubano de… ¿quién era Elpidio? A las muchas suposiciones se agrega la de que se trata de alguien inexistente, o una alegoría, pues con ese nombre el Padre Varela quiso simbolizar a la juventud cubana, ya que la palabra Elpidio, deriva del griego “elípis” que significa “esperanza”.

Y a propósito, una nueva pregunta me surge:

--¿Acaso el colega Juan Padrón utilizó ese nombre a sabiendas para identificar al personaje más genuino de nuestra iconografía infantil: Elpidio Valdés?

Termino pues con la imagen del ídolo de los niños junto con una felicitación a ambos artistas Robe y Padroncito por contarnos ambas historias, concebidas tanto en dibujos figurativos como humorísticos, pero de forma agradable, amena y entretenida.


EN TRES Y DOS
Para nadie es un secreto que el beisbol es nuestro deporte nacional, y nos ha apasionado desde las tempranas hazañas del centenario Palmar del Junco.

En una reciente visita a Matanzas, y ante la presencia de esa reliquia, me surgieron algunas remembranzas.
En primer lugar, los modismos y frases populares que brotan espontáneamente del mismo, como el tres y dos que subrayamos en el título de este trabajo, el inning de la suerte, y el ¡Azúcaaaaaaar! inventada por Salamanca hace unos 40 años, entre otras muchas.
Tal vez, también lo produzca la inclinación a cuantificar fechas, records, y otras mediciones menos frecuentes en diversas disciplinas deportivas. Pero lo cierto es que nos hemos convertidos en catedráticos de la pelota, y por lo general, sabemos más de reglas que los (hombres de negro), es decir, los propios ampayas, verdaderos académicos de las bolas y los estrais. Vaya pues esta recopilación como un homenaje a esa enciclopedia viviente que fuera Edel Casas.
No hay programa deportivo radial o televisivo que deje de proponer preguntas a los aficionados, y yo me atrevo a seguirles el juego a partir de este 50º. Aniversario de la Primera Serie Nacional de Beisbol de Aficionados, que se celebró en el gran estadio del Cerro, antes de transformarse en el sencillo, querido, y remozado Latinoamericano.
Fue el 14 de enero de 1962, que se le dijo adiós al beisbol rentado en nuestro país. Agradecemos pues los datos tomados del libro “Momentos y figuras relevantes del Beisbol Cubano” gracias a la paciencia de sus autores Mario Torres de Diego y Reuel Aparicio Ojeda, y a la Editorial Deportes que le dio vida.
En aquellos días apenas se habían publicado unos números de la revista LPV, a la que cual se me había asignado como dibujante, y donde durante años me di a conocer en la sección “Garabatos Deportivos” junto con Alberto Yáñez; así como la creación del personaje humorístico “Hiperbolo”. Lamentablemente, en una mudada años después, se me extravió la colección completa de dicha publicación –ya descontinuada--, que con tanto cariño había mandado a encuadernar.
En su lugar, les ofrezco algunas humoradas peloteras entre innings. Dejemos pues la conversa: ¡Acaban de cantar ¡PLAY BALL!
He aquí la primera:
PREGUNTAS:
1.-¿Quién bateó el primer hit en ese juego?
2.-¿Quién hizo y cual fue la primera marca implantada?
3.-¿Qué atleta lanzó dos juegos de no hit no run en menos de un mes, en sus días iníciales?
RESPUESTAS:
1.-Al tercer lanzamiento del pitcher Jorge Santín en la Primera Serie Nacional de Beisbol, el Comandante en Jefe Fidel Castro conecta roletazo de hit entre primera y segunda, dando inicio oficial al evento.
2.- El 16 de enero, Juan Emilio Pacheco Abreu, del equipo Azucareros es el primero en impulsar siete carreras en un juego, esa vez frente al Habana.
3.-Dos días después de ese acontecimiento, Rolando Pastor, por Occidentales propina 15 ponches en el juego al conjunto Azucareros; y el 10 de febrero repite la dosis contra el mismo equipo.
Como ven son sólo tres preguntas referidas al mes de enero de 1962, por lo que resultaría interminable continuar con la relación de estas hazañas, y agregarles que sólo en el mes de febrero de ese mismo 1962, el libro contempla alrededor de veinte records sorprendentes. De ahí que con este super-nocao, volvamos a aquella histórica inauguración y recordar a los cuatro grandes que se pusieron al frente de sus respectivos conjuntos: Natilla Jiménez por el equipo Orientales, Tony Castaño por Azucareros, Fermín Guerra por Occidentales, y José María Hernández por el Habana. Ese día en una entrevista que la prensa le hiciera a Fidel, éste vaticinó: “…Cuando los yanquis se decidan a coexistir con nuestra patria, también los venceremos en beisbol…”

El INSURRECTO GALLO FINO

Introducido en Cuba por los propios colonizadores, el gallo fino devino patrimonio del campesinado criollo, símbolo de valentía y la lidia fue siempre su actividad recreativa fundamental.

No se tiene fecha exacta del debut en patios y vallas de la primera pelea de gallos, pero sí que estas fueron asimiladas de siempre, incluso por esclavos africanos, en particular los provenientes de Islas Canarias.

Estos datos que ofrecemos, tomados en 1995 de un ejemplar de la revista Bohemia, se debe a la crónica titulada “Las peleas de gallos” de la colega Ángela Oramas Camero, de quien nos hemos valido en otras ocasiones para sorprenderlos con sus curiosas investigaciones,pero más sorprendente aún es lo sucedido en el preciso momento de darse el Grito de Baire. Y cito:

“…Una anécdota rescatada de la tradición oral, revela que el 24 de febrero de 1895, día del inicio de la última guerra de independencia del siglo XIX, y en uno de los sitios donde comenzara; --en Baire--un grupo de pobladores reunidos en la valla de San Bartolo fue sorprendido por la acción de un gallero criollo, quien a tiempo que le arrancaba la cabeza a su gallo fino, exclamó.--!Basta de peleas de gallos, carajo, es hora de que peleen los hombres por la independencia de Cuba…

Razón más que suficiente para que el gobierno colonial suspendiera las lidias en períodos de efervescencia patriótica y revueltas populares, por temor a nuevas manifestaciones de repudio, y sitio propicio para reuniones clandestinas sin levantar sospechas.

También la primera intervención estadounidense tomó medidas similares, no sabemos si por un simple capricho yanqui o por la misma causa del descontento ciudadano. Para aclararlo de nuevo acudimos al texto de la colega:

“…El 19 de abril de 1899 fue promulgada la orden militar 165 que prohibió la celebración de las lidias de gallos en territorio de la Isla, lo cual quedó sin efecto después bajo el gobierno del Presiente José Miguel Gómez, quien fuera un fanático de tales espectáculos. Así el Partido Liberal acogió el gallo fino como su emblema…”

Era común en el ruedo del potrero el grito de ¡Veinte monedas al pinto! Y otros similares, pues lo más pintoresco del espectáculo era el colorido de las plumas en los contendientes y con ello se acostumbraba a identificarlos en el combate. Pero, el principal aliciente de estos enfrentamientos, era según la jerga popular, ponerle interés al mismo. Es decir: La apuesta, el juego por dinero.

Su promiscuidad fue derivando hacia la estafa y la corrupción, pues algunos jugadores sin escrúpulos hasta le untaban sustancias nocivas a las espuelas para hacer más letales las heridas. O al revés para adormecer al rival.

Esto no le quita méritos a la actividad pues hay que reconocer la acción de galleros honestos, quienes respondían al coraje demostrado por su representante en la pelea con un tributo al valiente, que por lo general moría en el combate. El r¡tual de su dueño en esos casos era enterrarlo solemnemente, o regalar su cadáver como trofeo a los aficionados.

Hoy, debido a la constante lucha de las sociedades protectoras de animales, que impugnan estos combates de vida o muerte, y la propia sensibilidad humana, que rechaza en general ese tipo de diversión; la pelea de gallos, sin desconocer su encanto y colorido, ha perdido popularidad.

Volvemos a la investigadora cubana para finalizar con sus propias palabras:

“…Por eso unos años después del triunfo de la Revolución, en 1967, fueron prohibidas. En la actualidad se admiten las crías de gallos finos, y se organizan algunas lidias en calidad de exhibición turística y sin que medien apuestas…”

HISTORIA DEL TABACO

Aunque hayamos dejado la fuma de motu propio o por prescripción facultativa, nuestras vidas están indisolublemente ligadas al tabaco, en cualquiera de sus ligas o capas. Y es lógico que así sea en Cuba, la tierra del mejor del mundo. Por eso les voy a contar la historia del ídem.

Había una vez una pequeña ínsula perdida en los confines del planeta, --nombre que se popularizó a fines de la Edad Media pues se creía que el mundo era plano--. Su descubridor, el Adelantado Don Cristóbal Colón, la calificó como: “…La tierra más fermosa que ojos humanos han visto…” Mientras los desnudos nativos al verlos forrados con corazas y armaduras, los creyeron Dioses, o en su defecto, intrusos con cáscara.

Por su parte los recién llegados, al divisarlos de lejos echando humo, se imaginaron que eran una especie de centauros: Mitad hombres, mitad dragones echando chispas por la boca.

Poco después, en el contacto cuerpo a cuerpo se aclararon dudas y se satisficieron tentaciones. Una de ellas era la de llevarse a Guarina a la cama, con lo que se descubrió el mestizaje; y el tabaco a la boca, para dar comienzo a un secular vicio diagnosticado blando, pero que golpea duro al bolsillo y a las enfermedades respiratorias.

Para los taínos, la yerba que fumaban era el cohíba, para los intrusos resultó el tabaco. Hoy el mercado internacional le dio la razón a los primeros. La mejor marca del mejor tabaco del mundo es precisamente el habano “Cohiba”.

Pronto los europeos aprendieron a encenderlos, y a fumarlos; pero cuando se les encendió la chispa de verdad fue al modificarlos bajo la consigna de que. “…En la variedad está el gusto…” y apareció el rapé, el andullo, los cigarrillos--ya fuertes, suaves, mentolados, y hasta con filtro—De ahí surgió la frase: “…Eres un filtro…”

Lo cierto es que desde hace 520 años exactamente, nos ha producido placer y hasta cáncer, pero a un gustazo un trancazo, como en el matrimonio bien llevado: “…Hasta que la muerte los separe…”

Se cuenta además de que aquellos primeros inmigrantes canarios –hombres, no pájaros—se asentaron en tierras pinareñas y quisieron sembrar viñedos, tal vez debido a la experiencia adquirida en su aldea natal con el cultivo de la vid, pero el tiro les salió por la culata y sin embargo lograron buenas cosechas de tabaco, de ahí que sembraran vegas, se convirtieron en vegueros y el pueblo que bautizaron Viñales, debió llamarse mejor Vegales.

Pero esta historia tiene también su lado triste y hasta trágico.

Los invito a acompañarme en este paseo junto al periodista e historiador Rolando Aniceto quien nos la cuenta a su manera en el ensayo “Ocurrió en La Habana”, de la Editora Extramuros, 2002, del cual tomaré algunos de los datos principales para esta historia contada a dúo.

Según biógrafos del cacique Hatuey, éste murió en la hoguera el día 2 de febrero de 1512, por lo que se considera el primer símbolo de la rebeldía nacional, víctima a sangre y fuego de la Conquista: Murió quemado en la hoguera, como el tabaco, como si el síndrome de la candela nos acompañara siempre. Pienso que muchos de sus seguidores rebeldes--taínos o siboneyes-- corrieron su misma suerte.

“…Pasarán más de mil años, muchos más…” como dice la canción, y el régimen colonial se hizo cada vez más brutal hasta que se produjeron nuevas revueltas contra el dominio español. Sus protagonistas eran ahora en su mayoría peninsulares, explotados por sus propios paisanos.

Me explico: A comienzo del siglo XVIII la siembra de tabaco había tomado tal auge que el 20% de la población rural eran vegueros, y todos ellos blancos, pues se decía por entonces que los esclavos eran magníficos para el trabajo bruto de las plantaciones cañeras, no para un cultivo tan delicado.

Durante el mandato del Capitán General Don Vicente Raja se decretó el Estanco del Tabaco en Cuba por Real Orden de Felipe V. La medida contemplaba la regulación de los precios, la venta y la producción, a partir del 11 de abril de 1717.

Esa fecha marca el inicio de la primera sublevación de los vegueros.

El Gobernador jamás pensó que los afectados por la medida protestaran, pararan las cosechas, se reunieran en grupos, se destruyeron sembrados de seguidores del régimen, se tomaran poblados como Jesús del Monte, y por último, se incautaron reses y alimentos destinados a la capital donde radicaba el Gobierno.

La comisión oficial creada para parlamentar fracasó, y el 22 de ese mes los amotinados entraron a la fuerza en la zona intramuros frente a la sede del gobierno.

Al grito de “…¡Viva Felipe V! (...) ¡Abajo el mal gobierno! (y…) ¡Que nos gobierne el cabo subalterno!...”

A Raja no le quedó más remedio que rajarse y salir pitando.

Al año siguiente llegó un nuevo procónsul, el Capitán General Guazo Calderón, sustituyendo al segundo cabo Gómez de Malaver, pero también cambió los mosquetes y picos por fusiles provistos de bayonetas para armar a un batallón y siete compañías. Más claro ni el agua:

Aunque en la reunión del cabildo se planteó entre otras medidas, que no se tomarían represalias y se pagaría con puntualidad toda la cosecha. No sólo se incumplieron las promesas sino que se aplicaron “…otras más piores…” como diría el mas burro de los voluntarios.

“…Perro huevero, aunque le quemen el hocico…” obra del teatro bufo por entonces, se hizo realidad, y el 14 de junio de 1720 comenzó la segunda sublevación de los vegueros con la quema de cosechas y viviendas de algunos colaboradores del Estanco. El Gobernador ordenó nuevas represalias, pero ya los amotinados pasaban del millar y se vio obligado a parlamentar.

Unos seis meses después, el rey, persuadido por la gestión del obispo Valdés Sierra facultó a los comerciantes a comprar al mejor postor todo el tabaco que sobrara después de cubrir los pedidos de la Factoría.

Un nuevo período de tranquilidad se iniciaba, pero la armonía duró un poco más que el consabido merengue en la puerta del colegio: Sólo tres años…

Los incumplimientos afloraron de nuevo y en febrero de 1723, los vegueros se sublevaron por tercera vez tomando el acuerdo de arrancar los cultivos y no sembrar más tabaco durante dos años. Esto provocaría el desabastecimiento y el aumento del precio en el mercado.

El Tte. General acudió de nuevo al obispo Valdés, pero esta vez su intervención resultó infructuosa, amenazando los alzados que al día siguiente arrancarían todo el tabaco de Santiago de las Vegas. O sea, que dejarían a Santiago Apóstol sin fuma. Me imagino al gobernador diciendo airado: “…Al que me arranque una sola hoja se la arranco…”

Compañías de infantería y caballería por orden del nuevo mandamás se emboscaron en un platanal, tal vez por aquello de enfrentar plátanos contra tabacos, pues ya se sabía que las solanáceas no se dan en bosques.

Aquello parecía “La carga de los seiscientos” –película en blanco y negro de los años 40--, pues esa era el número aproximado de lo amotinados, que avanzaban desordenadamente y fueron detenidos por una descarga cerrada de fusilería, con el resultado de dos muertos, varios heridos y doce detenidos. Al amanecer del 23 de febrero once de ellos fueron fusilados y sus cuerpos colgados durante tres días a la vera de los caminos que pasan por Guanabacoa, San Miguel del Padrón, y Santiago de las Vegas. Otros ocho vegueros murieron como consecuencia de las heridas recibidas en el desigual combate, y unos 50 vecinos de Santiago de las Vegas no aparecieron jamás.

Como han podido apreciar mis vecinos, esta historia del tabaco, que muchos admiradores y no menos placeres han proporcionado durante tanto tiempo a tanta gente; también cobró su cuota de sangre, sudor y lágrimas a nuestro pueblo.

Sea este mi modesto homenaje a aquellos sencillos vegueros, los que iniciaron el movimiento de las luchas campesinas en nuestro país en el sigloXVI, y que al fin en la alborada de 1959 bajaron de la Sierra para conquistar su definitiva independencia.

9 feb 2012

PIRATAS AYER Y HOY

Como continuación al trabajo titulado “De cuernos y sus variantes”, publicado en la edición del 22 de enero de este año; he aquí un esbozo comparativo del panorama actual de la piratería somalí en aguas del Mar Rojo, y sus referentes en nuestro Mar de las Antillas. Las ilustraciones corresponden a diversas historietas realizadas por mi hijo y yo, basadas en datos tomados del libro “PIRATAS EN EL CARIBE”. Serie RUMBOS, (Colección Nuestros Países,) Casa de las Américas, 1984 del autor Francisco Mota, maestro de periodistas, a quien va dedicado este trabajo post mortem.

El fenómeno conocido como piratería es tan antiguo como la humanidad misma.

Por lo general los piratas eran hombres y a veces mujeres como “Ann Bony y Mary Reed”, que se rebelaban contra la opresión de los poderosos y por tanto quedaban fuera de la ley.

Ese carácter romántico los convirtió a lo largo de la historia en héroes populares, tanto reales como de ficción. Sobre todo estos últimos que llenaron páginas de gloria en aventuras ejemplares como “Robin Hood” a pie en los bosques de Sherwood, o “Sandokan” el llamado Tigre de la Malasia a bordo de balandros u otras naves furtivas en los mares del Sudeste Asiático.

En los albores del Tercer Milenio existen aún; lo único que en vez de sables, bergantines y culebrinas, utilizan lanchas rápidas, ametralladoras y localizadores GPS, entre otras tecnologías de punta.

Si antes el botín consistía en los cargamentos de oro y plata que trasladaban las Flotas al Reino de Castilla y Aragón, hoy es el petróleo de las transnacionales, y en vez de hundir o saquear galeones, secuestran los supertanqueros, pidiendo millonarios rescates por ello. En los aproximadamente dos lustros transcurridos del 2000 a la fecha, varios cientos de esos asaltos y secuestros se han cometido en aguas cercanas a Somalia.

Estos piratas del siglo XXI resultan hermanos gemelos de aquellos Hermanos de la Costa; surgidos a partir de la colonización española, por el intenso saqueo a que fueron sometidas estas tierras, y el surgimiento de la piratería depredadora como repuesta igualmente violenta en aguas del Caribe. Por la cruz y por la espada se dominaron los pueblos indígenas (Hoy repúblicas soberanas).

Mientras la Santa Inquisición se ocupaba de las cosas del alma, la Casa de Sevilla era el monopolio del comercio entre el Nuevo Mundo y la Vieja Europa. Criollos y peninsulares recurrieron al contrabando como único medio de subsistencia, frente a las rígidas medidas del Estanco español. Por otro lado; potencias monárquicas como Francia, Inglaterra y Holanda le declaraban la guerra a España por el reparto de América. (Hoy ocurre lo mismo en el Norte de África y el Medio Oriente).

Militares de carrera y marinos de las armadas involucradas en el conflicto podían atacar fortalezas o hundir naves de guerra, pero lo más importante resultaba asaltar los galeones llenos de metales preciosos que alimentaban al Imperio español (hoy serían hidrocarburos). De ahí que sus enemigos recurrieran a la guerra solapada, y surgieron experimentados aventureros, quienes amparados por patentes de corso, se convertían en mercenarios a sueldo de las naciones enemigas.

A veces los conflictos se resolvían en alta mar. otros en el altar; monarcas hasta entonces enemigos unían los destinos de sus imperios sacrificando a sus respectivos niños-príncipes en fastuosos matrimonios: Bodas reales con naciones por dote en aras de una paz ficticia.

Todo muy bueno, pero aquellos que durante años vivieron del asalto y se formaron en el combate irregular quedaban a pedir limosna. De ahí que vemos como corsarios mercenarios posteriormente desempleados, saquearan por cuenta propia bajo la bandera de la calavera y las dos tibias cruzadas, formando otro tipo de pirata: El filibustero.

Cientos de ellos pagaron con la vida y dejaron sus esqueletos bajo las aguas del océano, otros amasaron verdaderas fortunas, incluso Henry Morgan; quien aparece aquí en un episodio homónimo--terminó como gobernador de Jamaica.

La historia de este bandolerismo marítimo se repite: Muchos de los combatientes a sueldo que abundaron en África en la década de los años 70 del siglo pasado, como mercenarios al servicio del Imperialismo contra la lucha de liberación de los pueblos, son hoy los piratas de cargueros en el Mar Rojo.

Pero volvamos atrás. A partir del siglo XVI surgió del lado de acá, otro tipo de pirata en el Mar de las Antillas: El Bucanero. Tal vez el periodo de los bucaneros sea el más pacífico y verdaderamente autóctono de Cuba:

San Cristóbal de La Habana era el privilegiado puerto de donde partían las apetecibles Flotas hacia la Metrópòli, --pero por muy fiel que fuera la Isla de Cuba— también sus costas bajas, sobre todo las del sur de la Isla, bañadas por el Mar Caribe y el semillero de cayos adyacentes, ofrecían bosques vírgenes, escondidas ensenadas y fértiles tierras como albergue seguro para la producción de carnes saladas, pieles, cueros, y otros abastecimientos a aquellos que, igualmente proscriptos, --acudían a sus costas y pagaban generosamente el servicio con los tesoros de la Corona arrancados a cañonazo limpio. Recuerden que esta época también fue conocida como la del cuero y las pieles.

Entre ellos, el pirata francés Gilberto Girón, quien se asentó en los bajíos de la Ciénaga de Zapata, aportando su apellido a la playa inmortalizada por la Revolución Cubana con la Primera Derrota del Imperialismo en América que en el próximo mes de abril celebra su 51º. Aniversario. Este filibustero galo protagonizó un hecho histórico en 1604 que aparece en otro de nuestros episodios bajo el título de “El Secuestro del Obispo”.

Al médico-cirujano de origen holandés Alexander Olivier Exquemelin, --bucanero él mismo en la Isla de la Tortuga durante el siglo XVII-- se debe la única documentación actual sobre aquella piratería. Por ejemplo: El origen de la palabra francesa “bucaneer”.

Según Exquemelin: Los belicosos aborígenes caribes asaltaban tribus vecinas matando y descuartizando a sus prisioneros para apoderarse de sus animales domésticos, asarlos en unas parrillas (barbacoas), que ponían al fuego en una especie de fogón o (bucán). Esta costumbre de cocinar al aire libre caracterizó a los fugitivos asentados después en el lugar quienes adoptaron el nombre de bucaneros, más inclinados al comercio de rescate que a la acción violenta de corsarios y filibusteros, pero igualmente en busca de fortuna al margen de la ley.

Hoy, el invento resulta igualmente rentable: Una de nuestras mayores atracciones turísticas para los extranjeros es la oferta de suculentas parrilladas bajo un sol tropical, en las piscinas de los mejores hoteles del país.

Pero volvamos al pasado: Expulsados de los diversos enclaves al sur de Cuba, los bucaneros encontraron un lugar ideal al norte de La Española: la Isla de la Tortuga en las costas del Haití actual.

El enganche se hacía –como siempre-- desde Europa, de donde partían a los lugares de Las Antillas seleccionados con anticipación. Al llegar los bucaneros contratantes pagaban 30 escudos a la compañía transportista y el “comprometido” debía cumplir el acuerdo sin remuneración alguna durante tres años al servicio del contratista. En ese tiempo se entrenaba en la caza, la pesca, el curtido de cueros y otras actividades afines. Cuando se “graduaba” recibía en pago un fusil, pólvora y dos cuchillos con los que emprendía el oficio por cuenta propia y formaba parte de la congregación. Esto era algo mucho más atractivo para los habitantes del viejo continente sometidos al continuo guerrear entre sus potencias y las asfixiantes relaciones de producción existentes. Por lo pronto la explotación tenía un límite; pasadas las pruebas podía conquistar su independencia y la soñada riqueza si aprendía bien la lección.

Como organización social, Los Hermanos de la Costa era una especie de republiquita sin propiedad privada. Los cargos se otorgaban por votación,--casi siempre eran elegidos los más aptos y respetados— y tenían una especie de seguridad social primitiva al recibir cierta compensación humanitaria por daños y perjuicios, como la privación de un órgano en combate.

Desde 100 escudos y un esclavo por la pérdida de un ojo, hasta la amputación del brazo derecho con 200 escudos y dos esclavos. Estas son sólo algunas leyes que disfrutaban aquellos proscritos de la época, mucho más humanas que las impuestas oficialmente por el dogma de la iglesia y las órdenes reales de la Corona; o por el Neoliberalismo actual que asfixia a un 99% de la población mundial.

Este régimen socio-político-–mucho menos salvaje que el de sus enemigos imperiales, sentó sus bases en la Isla de la Tortuga, situada al norte de Haití, donde acabamos de rememorar los diez años del terremoto más devastador de su historia, en un país ya condenado por las enfermedades, la ignorancia, el hambre, y la miseria; pero sobre todo por la exclusión extranjera y la falta de solidaridad.

Hoy Haití se incluye como miembro observador del ALBA, y otro amanecer se vislumbra.