EL AUTOR: Bill Griffith, como se identifica en los medios, caricaturista nacido en Brooklyn, Nueva York, el 20 de enero de 1944, firma sus trabajos bajo el seudónimo de Griffy, pero su verdadera identidad responde a William Henry Jackson Griffith, nombre de pila que tomó de su bisabuelo, famoso fotógrafo del far west en el siglo diecinueve. Desde niño tuvo raras preferencias, pues se inclinó más por los comics surrealistas de “Krazy Cat” (La Gata Loca) creado por George Herriman y el caricaturesco detectfive “Dick Tracy” de Chester Gould; que por los tradicionales superhéroes de la Marvel, o los edulcorados “ratones-patos” de Disney.
Debutó profesionalmente en el cómic en 1969, inspirado en su propio padre, con “Mr. Toad”, un sapo egocéntrico y autosuficiente. Como personaje secundario, aparecía el payaso Zippy, un fricky que con el tiempo logró independizarse desplazando al batracio paterno de la tira. En la década de los años 70 Bill Griffith se desplazó de la ciudad de los rascacielos hacia San Francisco, sumándose al movimiento underground inspirado por el legendario Robert Crumb. Un grupo de publicaciones alternativas que circulaban de forma “subterránea” en el entramado mediático oficial. El destape sexual, el pacifismo, la drogadicción como escape social, la sátira política y de costumbres fueron sus principales armas.
Es entonces, 1970, que Zippy debuta semanalmente en REAL PULP No. 1, y va escalando posiciones protagónicas en publicaciones locales como Pasquín, hasta pasar en 1984 a The Citizen de San Francisco. En 1990 el King Feature Syndicate adquiere los derechos reservados para publicar una tira diaria de “Zippy”. En la actualidad 200 periódicos reproducen su personaje en toda la nación.
LA OBRA:
Zippy, viene del término Zip, que en inglés significa zumbido instantáneo como el silbar de una bala, por tanto Zippy representa, la rapidez o la fuerza, que el propio autor bautiza como “El Enérgico”. En realidad Zippy es un payaso microcefálico, (pin head o cabeza de alfiler), rara enfermedad infantiloide mezclada con agilidad mental, o de “tiro rápido”, de ahí lo de Zippy.
En la tira cómica, su autor --de carne y hueso--, se autorretrata en el personaje Griffy, que interactúa con el protagonista --de papel--Zippy, en un diálogo permanente; utilizando ciertas muletillas populares como: “¿Nos estamos divirtiendo?” Esta singular característica le permitió a Griffith comentar la actualidad con diálogos incisivos, donde mezcla el surrealismo con la cotidianidad, algo que él definió como el inusitado estilo de historieta-reportaje.
Lo más extraordinario viene ahora: Griffy, desconocía que el verdadero Zippy existió en la realidad con sus mismos nombres, Guillermo Henry Jackson, y vino a descubrirlo por casualidad en 1975, cinco años después de creado el personaje de ficción. Aquí vemos una fotografía del payaso cuando actuaba como una rareza de circo para P:T: Barnum entre 1864 y 1926. También existía como antecedente el film de horror clásico que Tod Browning realizó en 1932 bajo el título de “Monstruos” donde aparece Zippy entre otros frickies tan insólitos como él.
El éxito que obtuvo con su personaje Zippy hizo de Bill Griffith un investigador de otros “freaks” que se exhibían como rarezas de circo. He aquí una muestra de Schlitzie una payasa nacida en Simon Metz (1892), quien actuó en dos películas: La mentada “Freaks” de 1932, y como la Princesa Betsy en “Meet Boston Blackie” (1941).El público la reconocía indistintamente como El Eslabón Perdido, La Mona, o El último de los Incas. Tenía buen carácter, pero cuando el público la molestaba formaba una soberana pataleta difícil de controlar. Actuó hasta 1969 y falleció un par de años después.
Lo que tal vez mis curiosos vecinos no sepan es que Griffy y Zippy estuvieron en Cuba durante dos semanas en 1994
A partir de aquella visita a mi casa –tamales por medio—mantuvimos con Bill Griffirh una fraternal correspondencia, y me envió a vuelta de correos, el cuaderno de Zippy que tituló “Cuba uncovered” (1995), en él aparecen las tiras de marras, que se publicaron diariamente.
En la novena entrega, la pareja se adentra en una cueva sepultada por la nieve cerca del lago Tahoe, y según avanzan dentro de la caverna sienten como la temperatura se hace más cálida a los acordes de música salsa. De pronto aparece en el túnel un personaje cubano que los conduce hacia el exterior.
A partir de esa tira, en una parodia aduanal titulada “Nada que declarar” los encabezamientos están en español y ambos comienzan su aventura recorriendo en 38 propuestas todo nuestro país, hasta el capítulo “Sierra Nevada”, donde regresan al territorio norteamericano por un pueblo situado a 23 millas al sur de Peoria, Illinois, también llamado Havana.
Me enorgullezco pues de contar con la amistad de Griffy y Zippy.
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