Es cierto, aunque entre el poder y el hacer exista un trecho muy largo, pues factores de otra índole pueden interponerse. Pongamos un solo ejemplo: La centenaria revista BOHEMIA es una fuente inagotable del diario acontecer nacional e internacional; sin embargo, las ediciones de la primera mitad del siglo XX se conservan mucho mejor que las tiradas de los últimos cincuenta años, debido a la calidad del papel empleado. Por tanto se corre el peligro de perder la memoria gráfica de la etapa más reciente de nuestra prensa; si no se toman medidas urgentes de digitalización.
Otro tanto ocurre con el cubano Cristóbal Torriente y su personaje “Liborio”, que desde el punto de vista formal simbolizó al pueblo cubano de la época como un campesino de largas patillas y machete al cinto, pero incapaz de desenvainarlo ante las vicisitudes.
Si a esto le agregamos su productividad, con cientos o miles de caricaturas, incluso en una publicación donde era dueño y director Don Ricardo, ya tenemos el limitadísimo cuadro comparativo con el resto de los autores más comprometidos e identificados con las luchas de su época.
Nos remitimos pues al libro “La caricatura: Tiempos y hombres”, (Colección Majadahonda) del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2002, donde Juan David nos habla de cuando la caricatura fue por primera vez cubana, y se remonta a los tiempos en que, tras la caída del coloniaje español, el pueblo ve cercenada sus ansias de libertad por “el corsé plattista que permitía constitución, himno, bandera y escudo para exhibir los domingos y días de fiesta, en fin: Una republiquita de medio pelo”.
En su capítulo “Una pelea de la caricatura contra la Enmienda Platt” señala que, por entonces EL ANEXIONISTA, diario protegido por las autoridades intervencionistas a principios del siglo XX, vio como los propios voceadores callejeros quemaban unos tres mil ejemplares en medio de la vía pública al grito de ¡Viva Cuba Libre!. Y continúa:
“…Con entusiasmo parejo, esos mismos vendedores voceaban las ediciones de LA LUCHA y LA DISCUSIÓN, diarios que reflejaban y exaltaban la rebeldía popular… ”Juan Guialbero Gómez, ligado de modo tan íntimo a Martí y una de las figuras claves de la insurgencia del 95, fue por años redactor de LA LUCHA… ”Y aquello de proclamarse “Diario cubano para el pueblo cubano”, incrementaría la tirria del elemento integrista contra LA DISCUSIÓN…”En esas dos publicaciones, la caricatura, después de casi medio siglo al servicio del más rancio colonialismo, comenzó una nueva vida: Fue por primera vez cubana a cara descubierta, y sin percatarse de ello, antiimperialista… “Sus poquísimos cultivadores cubanos, entre los cuales se destacaron el experimentado Ricardo de la Torriente y Jesús Castellanos, joven neófito surgido al calor de los acontecimientos…”
Del “Liborio” de Torriente, ya hablamos con anterioridad. Castellanos también lo utilizó, pero lo dotó de un carácter más combativo, más rebelde, al estilo del guerrillero mambí, aunque desarmado.
“…Así estaban las cosas cuando el 5 de abril de 1901 la tirada de “LA DISCUSIÓN” se vendió como pan caliente al precio nunca visto de a peso el ejemplar. Tal denuncia la provocaba una caricatura de Jesús Castellanos titulada “El Calvario Cubano” en la que el dibujante actualizaba la bíblica escena de la crucifixión: Clavaba al pueblo como a Cristo en la cruz, flanqueado por los dos ladrones, personificados nada menos que por Wood y el propio presidente McKinley.”
De inmediato el interventor ordenó la detención del caricaturista y del director de la publicación Manuel María Coronado, quien había regresado de la manigua redentora con los grados de coronel.
“…Temprano en la mañana del día 6 fueron conducidos ante el juez de instrucción…”Coronado como editor responsable, se encargó de refutar los cargos…”El administrador de la justicia ratificó la prisión de los acusados con exclusión de fianza…”
En eso le llegó al director de LA DISCUSIÓN una citación para presentarse en la residencia gubernamental, mientras el caricaturista quedaba de retén. Lo que sucedió en el encuentro, no tengo referencias; lo cierto es que ambos fueron liberados, y la respuesta más alta la daba el propio director Coronado en la tirada vespertina del día siguiente:
“…En sus páginas, un editorial titulado “Dos fechas”, establecía de entrada un siniestro paralelo. “Suspendido por Weyler el 26 de octubre de 1896. Suspendido por Wood el 6 de abril de 1901…”
Habría mucho más que agregar, pero me parece que con solo este ejemplo basta para ratificar lo planteado por Nuez de que la historia de Cuba puede muy bien contarse en caricaturas, siempre que se haga antes que el implacable Cronos destruya las huellas de tinta en el papel, que con tanto ingenio, sacrificio y voluntad, han dejado los artistas de la sátira y el humor para reflejar la lucha de nuestro pueblo en todas sus manifestaciones.
Otro tanto ocurre con el cubano Cristóbal Torriente y su personaje “Liborio”, que desde el punto de vista formal simbolizó al pueblo cubano de la época como un campesino de largas patillas y machete al cinto, pero incapaz de desenvainarlo ante las vicisitudes.
Si a esto le agregamos su productividad, con cientos o miles de caricaturas, incluso en una publicación donde era dueño y director Don Ricardo, ya tenemos el limitadísimo cuadro comparativo con el resto de los autores más comprometidos e identificados con las luchas de su época.
Nos remitimos pues al libro “La caricatura: Tiempos y hombres”, (Colección Majadahonda) del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2002, donde Juan David nos habla de cuando la caricatura fue por primera vez cubana, y se remonta a los tiempos en que, tras la caída del coloniaje español, el pueblo ve cercenada sus ansias de libertad por “el corsé plattista que permitía constitución, himno, bandera y escudo para exhibir los domingos y días de fiesta, en fin: Una republiquita de medio pelo”.
En su capítulo “Una pelea de la caricatura contra la Enmienda Platt” señala que, por entonces EL ANEXIONISTA, diario protegido por las autoridades intervencionistas a principios del siglo XX, vio como los propios voceadores callejeros quemaban unos tres mil ejemplares en medio de la vía pública al grito de ¡Viva Cuba Libre!. Y continúa:
“…Con entusiasmo parejo, esos mismos vendedores voceaban las ediciones de LA LUCHA y LA DISCUSIÓN, diarios que reflejaban y exaltaban la rebeldía popular… ”Juan Guialbero Gómez, ligado de modo tan íntimo a Martí y una de las figuras claves de la insurgencia del 95, fue por años redactor de LA LUCHA… ”Y aquello de proclamarse “Diario cubano para el pueblo cubano”, incrementaría la tirria del elemento integrista contra LA DISCUSIÓN…”En esas dos publicaciones, la caricatura, después de casi medio siglo al servicio del más rancio colonialismo, comenzó una nueva vida: Fue por primera vez cubana a cara descubierta, y sin percatarse de ello, antiimperialista… “Sus poquísimos cultivadores cubanos, entre los cuales se destacaron el experimentado Ricardo de la Torriente y Jesús Castellanos, joven neófito surgido al calor de los acontecimientos…”
Del “Liborio” de Torriente, ya hablamos con anterioridad. Castellanos también lo utilizó, pero lo dotó de un carácter más combativo, más rebelde, al estilo del guerrillero mambí, aunque desarmado.
“…Así estaban las cosas cuando el 5 de abril de 1901 la tirada de “LA DISCUSIÓN” se vendió como pan caliente al precio nunca visto de a peso el ejemplar. Tal denuncia la provocaba una caricatura de Jesús Castellanos titulada “El Calvario Cubano” en la que el dibujante actualizaba la bíblica escena de la crucifixión: Clavaba al pueblo como a Cristo en la cruz, flanqueado por los dos ladrones, personificados nada menos que por Wood y el propio presidente McKinley.”
De inmediato el interventor ordenó la detención del caricaturista y del director de la publicación Manuel María Coronado, quien había regresado de la manigua redentora con los grados de coronel.
“…Temprano en la mañana del día 6 fueron conducidos ante el juez de instrucción…”Coronado como editor responsable, se encargó de refutar los cargos…”El administrador de la justicia ratificó la prisión de los acusados con exclusión de fianza…”
En eso le llegó al director de LA DISCUSIÓN una citación para presentarse en la residencia gubernamental, mientras el caricaturista quedaba de retén. Lo que sucedió en el encuentro, no tengo referencias; lo cierto es que ambos fueron liberados, y la respuesta más alta la daba el propio director Coronado en la tirada vespertina del día siguiente:
“…En sus páginas, un editorial titulado “Dos fechas”, establecía de entrada un siniestro paralelo. “Suspendido por Weyler el 26 de octubre de 1896. Suspendido por Wood el 6 de abril de 1901…”
Habría mucho más que agregar, pero me parece que con solo este ejemplo basta para ratificar lo planteado por Nuez de que la historia de Cuba puede muy bien contarse en caricaturas, siempre que se haga antes que el implacable Cronos destruya las huellas de tinta en el papel, que con tanto ingenio, sacrificio y voluntad, han dejado los artistas de la sátira y el humor para reflejar la lucha de nuestro pueblo en todas sus manifestaciones.
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