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8 oct 2011

EN POCAS PALABRAS

ENTRE BORRACHOS ANDA LA COSA

En el pasado nuestro, muchos slogans publicitarios descansaban en frases cortas e imaginativas como remedo a los refranes que tanto enseñan y gustan. Uno de ellos era aquel que decía: “El secreto del highball está en la liga… ¡Y ya no es un secreto, qué caray!”, a continuación la marca del ron aparecía en pantalla o era musicalizada en un jingle radial.

No siempre esto resultaba así, pues a veces el mensaje no respondía a la realidad; como aquella Liga que endulzó a todo el mundo durante gran parte de la primera mitad del siglo XX --La Liga de las Naciones-- hasta que surgió otra mezcla nada sabrosa y mucho más tóxica: El eje Berlín-Roma-Tokío, preferida por borrachos de poder como Hitler, Mussolini e Hirohito, pero resultó el trago más amargo jamás inventado, entre cuyas víctimas estuvieron millones de judíos.

Hablando de este pueblo: Recuerdo también en mi niñez –católica a la fuerza, no por la iglesia, sino por las costumbres familiares—que los judíos eran los malos de la película, pues habían crucificado a Jesús en Jerusalén, tierra Palestina. Hoy la gran prensa habla de antisemitismo, ¿Y no son igualmente semitas todos los árabes incluyendo a los palestinos? Es una nueva semántica hegemónica y unilateral, donde demokracia se escribe con K.

Pero no nos dejemos mediatizar; volvamos al bar:

Tras la Segunda Guerra Mundial hubo que inventar otro coctel y surgió la ONU (Organización de las Naciones Unidas) que tenía la ventaja de unir a todas las naciones si se miraba a través del espejo, pues al revés se leería UNO. Es decir un solo pueblo multinacional bajo el criterio de la democrática frase: “Un país, un voto”.

Pero una cosa piensa el borracho y otra el cantinero; la organización tuvo hijos espurios. El primogénito Consejo de Inseguridad creó una nueva fórmula tóxica: --Un país, un veto.— Y ya sabemos lo demokrática que resulta esta práctica.

Pero el más pequeño es igualito de belicoso a su hermano. Lo bautizaron OTAN en español, pero en inglés resulta lo contrario, NATO. Por eso no nos entendemos.

La OTAN defensora de la paz, organiza guerras, que ya no son mortales sino humanitarias con daños colaterales incluidos como la última inventada contra Libia. En su embriaguez selecciona zonas de exclusión aérea para que los civiles no sean víctimas inocentes, sin embargo miles mueren en las ciudades bajo sus bombas inteligentes, de racimo, y tal vez de uranio empobrecido financiadas por millonarios.

A todas luces el “delirium tremens” de la OTAN parece como un plan piloto para aplicar en el futuro; por cierto, ya no usan ni pilotos. Sus drones, son como “la gatica de María Ramos”. Tiran las bombas y esconden la mano: Del verdugo, claro.

Parece como que aquel otro lema publicitario de “Ron Matusalén…Hoy alegre, mañana bien…” los hubiera embriagado. Lo cierto es que el Tío Sam, en el papel de Mandrake el Mago, --con la ayuda de su asistente la NATO-- disfrazada de Lotario; se sacó de la manga la carta trucada del terrorismo independientemente que la gente --es decir-- los pacientes espectadores en sus propios circos desarrollados, les haya descubierto el truco y les respondan “indignados”.

“Siembra vientos y recogerás tempestades” reza otro viejo refrán. Y quien siembra bases militares en todos los rincones del mundo sólo recogerá más “indignados” locales; pero “Guerra avisada no mata soldado”.

Vivimos en plena dipsomanía: El mundo más irracional de toda la historia, en nombre de la razón. ¿No hubo una guerra fría entre dos potencias nucleares?... Mientras ésta se mantuvo a fuego lento, la gente estaba preocupada pero en equilibrio. Si una de ellas se desmerengó a sí misma desapareciendo el fantasma del comunismo: ¿Por qué Estados Unidos inventa el nuevo espectro del terrorismo? ¿Estará curda?... No, si acaso está borracho de poder y quiere meter miedo a los demás con sus duendes y alucinaciones. En su borrachera de terror vaticinó la guerra contra el terrorismo, amenaza que pende como un espectro sobre sesenta o más oscuros países del mundo. Lo peor es que nos haya incluído a nosotros que no creemos en fantasmas.

DOS DESCUBRIMIENTOS: AFRICA Y AMÉRICA

1961: Con solo 28 años Ana Núñez Machín publica en Cuba su primer poemario “Sangre Insurrecta” dedicado a los brigadistas alfabetizadores “Conrado Benítez”. Hasta entonces la joven maestra había compartido su profesión con la de reportera en el diario “Noticias de Hoy”. Las condiciones mostradas en el volumen hizo que el inolvidable Manuel Navarro Luna, le sugiriera escribir la biografía de Rubén Martínez Villena, y ella, inspirada en el revolucionario cubano, acometió la tarea con todas sus fuerzas. Por esta época contábamos en PALANTE con la amistad de Ana, y su padre, el destacado fotoreportero Carlos Núñez.

1971: Como resultado de esos años de desvelos, Ediciones Unión presenta al mercado en 1971 el libro titulado “El Joven Villena” de Ana Núñez, a instancias de otro grande de la profesión --Francisco (el gallego) Mota-- quien estimuló los esfuerzos de la joven. Dicha obra por sus indiscutibles méritos había obtenido el premio de biografía “Enrique Piñeyro” de la propia institución el año anterior. Todos en la UNEAC y en la prensa reconocíamos el abnegado trabajo y la dedicación que ponía en cada una de sus obras, pero ahora nos sorprendía en su poética juventud como investigadora de la figura de Villena.

1988: Al fundarse la Editorial Pablo de la Torriente, en diciembre de 1985 y pasar del semanario PALANTE a formar parte de su staff, me seguía dando vueltas en la cabeza la idea de revivir aquellas postalitas en colores de nuestra niñez, no solo por el hecho de coleccionarlas, sino también de utilizarlas como barajas en nuestros juegos infantiles. Lo más difícil sería encontrar un método de distribución, que antes se resolvía comercializándolas como agregado a galleticas o caramelos vendidos al menudeo. Gracias al financiamiento de la Unión de Empresas de Recuperación de Materias Primas en 1988 se pudo llevar a cabo la idea de editarlas.

1989: Este año, auspiciada por dicha Unión por fin salió al mercado la colección de cien postales en colores en forma de encartes de la revista mensual “COMICOS”. Fue un bello recuerdo al “Señor de la Vanguardia” en el 30 aniversario de su desaparición física. ¿Y quien mejor podía escribir los textos para el álbum “Camilo” que la experimentada investigadora Ana Núñez Machín? Fue también escogido el afamado pintor y diseñador René Mederos para las ilustraciones. Lo que no sabíamos en ese momento, es que Ana firmaría el trabajo bajo el seudónimo de ÁFRICA, utilizado a veces por ella con anterioridad, pero desconocido para la mayoría.

1990: El anuncio de los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara, a celebrarse del 14 al 30 de octubre en la ciudad azteca, nos remonta casi veinte años atrás, cuando se firmó aquel convenio por tres años con una unión empresarial dedicada al reciclaje de materias en desuso, y que además, nos apoyaba en tan loable y lúdica iniciativa. Durante todo ese año se trabajó sin descanso en la confección de las nuevas postalitas como saludo a los XIII Juegos Deportivos Panamericanos que se celebrarían en 1991, y otra proposición similar prevista para el año siguiente que se dedicaría al Quinto Centenario del Descubrimiento de América a celebrarse en 1992.

1991: Aunque esas postalitas jamás llegaron a publicarse debido a que comenzaban las dificultades del periodo especial, han dado pie al cintillo que encabeza este trabajo relacionando con el descubrimiento de África, la escritora, y América el continente. Muchos fueron los planes, ilusiones y objetivos de la editorial que se nos vinieron abajo. Lo de nuestra institución fue un pálido reflejo de lo ocurrido con todo el país. Pero aquí estamos aún, renovándonos día a día, y luchando por nuestra causa contra viento y marea en la convicción de que como dijeron hace exactamente dos décadas nuestros dirigentes históricos ante las dificultades: ¡Sí se puede!... ¡SEGURO QUE SÍ SE PUEDE!

EL MARAÑÓN (VII PARTE): El parque: abierto las 24 horas

Cuando yo era chiquitico y del mamey…La cosa era distinta y diferente…

Si hoy la vida gira alrededor de los celulares, las computadoras, el teatro, la radio, y la televisión; antaño el que no disponía de un radiorreceptor tenía que botarse para el fresco, con lo que no solo se recreaba sino que también se refrescaba.

No sabemos cuándo, dónde, y quién, puso la primera piedra del primer parque, de la historia --ya fuera Jurásico o no—.

El parque es ese lugar sagrado donde acude tanta gente: Los de la tercera edad, se desayunan con el sol mañanero, hacen calistenia o intercambian mentiras de tiempos idos; los de la primera edad -los niños- mataperrean en el recreo vespertino tras la salida del colegio; y en la noche queda montado el escenario para el plato fuerte: Un espectáculo sólo para mayores y entrada por parejas. Más tarde al caer la madrugada también otros caen en sus brazos, --perdón-- bancos; son borrachos sin amparo filial y también duermen en pareja, pero con la mona.

Hasta la más humilde aldea cuenta con su parque correspondiente, y como vimos antes tiene numerosas aplicaciones.

Sirve de brújula: --¿La farmacia?, Ahí, a la derecha, tras el parque.

De velódromo: --¡No es nada mami! Me caí patinando en el parque.

De citas: --Chini, nos vemos esta noche a las ocho en el banco frente a la barbería.

De evacuación: --¡Vámonos… Otra vez el dichoso pajarito me hizo la gracia!

Y así podemos citar otros ejemplos del multioficio que desempeña el parque.

Toda esta actividad de solaz y esparcimiento tenía un fondo musical llamado retreta. Consistía ella en un popurrí de piezas musicales instrumentadas por uniformados de la Banda Municipal que era también militar, pues la dirigía un general.

Sin embargo, el parque no pudo evadirse de la discriminación en aquellos tiempos de vacas gordas y premios flacos.

El parque era como el astro rey, pero hasta el sol tiene sus manchas, --negras por añadidura--, y ese jardín no siempre resultaba un edén. Por las noches los jóvenes acudían a marearse dando vueltas y más vueltas, las hembras en un sentido, y los varones en otro, hasta que chocaban de frente e intencionalmente, para palabrearse. Palabrearse significaba dejar de dar vueltas en el parque y sacar boleto para la entrada, --con suerte--, dos veces por semana a la casa, bajo la mirada protectora de la chaperona. De esa trampa solo se salía casados, o con un par de sillones desfondados.

Pero, volvamos al parque… Habíamos dicho cómo las parejas paseaban en sentido contrario, pero no aclaramos que los blancos no podían mezclarse con los negros. Era una especie de ritual coreográfico respetado por ambos grupos danzarios. En ese apartheid criollo, los más claritos circulaban por el centro de la instalación casi pegaditos a la glorieta…

Perdón, se me había olvidado…

La glorieta era la única casa sin paredes, que se levantaba en el centro del parque, con una cúpula protectora de las “gracias” avícolas; como refugio en días de lluvia; o miradas indiscretas en noches de amor.

Regresemos al desfile nocturno…

El espacio exterior del parque estaba reservado para los más prietecitos y las mulatísimas que debían circunvalar la zona con mucho cuidado, por si algún despistado fotingo trespatás perdía el control y se subía a la acera. Aunque la verdadera razón era la de quedar al alcance del policía de turno --tolete en mano--, quien acudía raudo para imponer el orden si se producía algún percance.

Ese era el parque que me contaba mi abuelo, porque a mi me tocó otra época; la de Chan Li Po y su proverbial paciencia. Pues en cuando terminaba el episodio en vez de ir al parque me metían en la cama, y a dormir para llegar a tiempo al colegio.

En un próximo capítulo pensamos aclarar algunas otras cosas de ese negro pasado.

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