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3 abr 2013

UN MODERNO CADA DÍA MAS VIEJO


En noviembre de 2010 publiqué en este mismo blog dos sentidos trabajos, uno dedicado a la capital de todos los cubanos “La Habana, ombligo del mundo” y el otro un tanto más local pero igualmente íntimo ”Luyanó de mis entretelas” donde incluí detalles de mi nacimiento en una clínica muy cerca de la Esquina de Toyo, y mis mataperrerías infantiles en calles de tierra y otras peripecias sin poder disfrutar de otras aventuras que los episodios  de Chan Li Po en el radio y las matinées dominicales en los cines del barrio. De esa remembranza anecdótica copio lo siguiente:
“…Aquel era el Luyanó de Bigote de Gato, de mis sueños, de la aventura, de las bromas inocentes, del pitén del barrio, y de empinar papalotes en la Loma del Burro, la cual ocultaba parcialmente el vecino y folclórico barrio de indigentes de Las Yaguas.(…) En la panadería La Esquina de Toyo, el pan nuestro de cada día siempre estaba acabadito de hornear, y los cines de barrio ofrecían tandas infantiles a níckel per cápita. Son inolvidables las matinées del Dora, Ritz, Fénix, Moderno, Apolo y Santos Suárez, que con el tiempo han pasado a mejor vida…” 
Detengámonos aquí un minutito. Pues de estas mágicas salas oscuras, la que más me impresionó siempre fue el “Cine Moderno”, situado precisamente en la curva de la Calzada de 10 de Octubre, sin saber el por qué en aquellos momentos.

Acabo de descubrir las causas al aproximarnos al 72º. Aniversario del “Teatro América” celebrado el 29 de marzo, y hoy convertido en “Gran Teatro de Variedades”, uno de los pilares del humorismo escénico en nuestra capital.
Debutó un 29 de marzo con el film norteamericano “El Cielo y tú” interpretado por Charles Boyer y Bettie Davis, en aquellos tiempos se pasaban dos películas por tanda—una de estreno y otra de relleno— pero meses más tarde incluyó entre cinta y cinta espectáculos con artistas afamados como Pedro Vargas y Toña la Negra, entre otros muchos.
Aquel teatro de Galiano y Concordia, me causó desde entonces el mismo efecto del viejo “Moderno” de Luyanó; tal vez por su buen gusto y decoración interior, pero también por su empaque externo, mostrando una elegante y original sobriedad arquitectónica.
En estos días primaverales se celebró en nuestra capital el 12º. Congreso Internacional de Art Decó, donde se reconoció la presencia de esa arquitectura en nuestra capital, sobre todo en sus cine-teatros, señalados durante más de treinta años como símbolos del “arte moderno” hasta que en 1966 se le reconoció el título de art decó y se puso como mejor ejemplo el citado “Teatro América”, acompañado de otros emblemáticos edificios como el López Serrano, el Bacardí, y la Casa de las Américas.
Pero regresemos a sus orígenes: En el reciente evento de arquitectura, se elogiaron los trabajos de reconstrucción en el antiguo cine Lutgardita, de Boyeros (1932), hoy remozado con el nombre de Cine-teatro “Sierra Maestra”. Este movimiento arquitectónico con diseños novedosos abarcó toda la década de los treinta a los cuarenta representado en los cine-teatros Galbán, Majestic, Rirz, Palma y Fausto hasta la obra maestra del citado América. Pero lo más sorpresivo para mi fue descubrir que, el primero construido en Cuba era precisamente aquel que tan perplejamente yo disfrutaba en mi niñez, el Cine Moderno de la Calzada de 10 de Octubre, obra del arquitecto López Robirosa en 1929. O sea que él teatro ya gateaba cuando yo daba el primer do de pecho.
Hoy, al pasear mis 82 abriles frente al espectro del Moderno --ajado por el tiempo, el maltrato y la desidia—él, no yo--; pienso que merece el esfuerzo, como se hizo con el Lutgardita, para rendir tributo a la primera construcción de Art Deco en este ombligo del mundo que es mi Habana.

7 jun 2012

EL DIA DE LOS PADRES

El próximo día 17 de junio se celebrará el Día de los Padres en Cuba, y eso me trae a la mente que hace exactamente un año, ese domingo coincidió con mi regreso a la patria. En aquella ocasión fui invitado por primera vez a  los Estados Unidos para celebrar el primer cumpleaños de mi primera nietecita  Miranda.
Soy un octogenario cubano, a mucha honra. Muchos de mis familiares y amigos han quedado en el camino. Mi libreta de teléfonos  cada día está más triste, flaca, y vacía.
Todo esto viene a relucir porque desde que llegué aquel domingo festivo del 2011, a pesar de las nuevas tecnologías y el bombardeo sistemático de los medios informativos; familiares, vecinos, y hasta colegas de la prensa, me preguntan. --¿Cómo es eso por allá?
Trataré de ser lo más concreto posible:
En primer lugar Miami no es La Habana, y mucho menos Cuba. Por su  gracia y jacarandosidad, más parecido tenemos con Cayo Hueso.
Allá: Si no tienes carro climatizado estas frito: Primero, por las distancias; segundo, la premura en todo; y sobre todo, el calor incluso en primavera ardiente como la que me tocó a mi.
Como soy jubilado, es decir veterano de a pie, me quedo con lo mío. Es que la Florida tiene la misma temperatura nuestra; pero yo puedo salir de la Esquina de Tejas y llegar caminando al refrescante Malecón habanero bajo la sombra de los portales de Monte hasta el parque de la Fraternidad, y de ahí bajar por todo el Prado. También pudiera hacerlo desde los Cuatro Caminos, por Belascoain hasta el Parque Maceo.
Del  Malecón no abundaremos porque  en el mes de mayo hablamos de él en este blog, y la foto que mostramos ahora de la Plaza Vieja en la Habana Vieja, es sin embargo nueva, y muestra lo dicho.  Si se fijan bien notarán  que se le puede dar tantas vueltas a dicho emplazamiento sin coger sol; sólo caminando por la sombra de sus soportales.
Si algo le debemos a nuestro Eusebio Leal es el disfrute de “Andar la Habana”. Creo que nuestra capital es el único lugar del mundo donde al alienado turista se le hace camino el andar.
Veo a Miami como una postal de esas en colores: Todo lindo, todo limpio, todo ordenado, al estilo de los museos o a una sala de operaciones, con olor a desinfectante: Los edificios modernos; la Avenida Collins y su muestrario de arquitectura art-deco, las amplias autopistas con más de 8 sendas. Los Speedways, los Causeways, y los Expressways, te dejan ¡Way! Allá no way portales, ni frondosos árboles protectores. Y si  quieres cruzar uno de esos caudalosos ríos de asfalto hirviente, ni te atrevas. Busca el semáforo más cercano tres millas adelante, o quedarás en el way.
Pero, no todo es malo. Vi cosas increíbles: Por ejemplo, nuestras tiendas de lujo en el pasado eran tan exclusivistas que no empleaban mujeres y mucho menos subiditas de tono. ¿Y los bancos? ¿Recuerdan aquella primera portada de PALANTE?
Actualmente en los supermercados, Molls, shoppings, y similares visitados por mi, la mayoría de los dependientes son mujeres y hombres “de color” o “latinos”, los  había también  en servicios públicos como correos, guarderías y bibliotecas, entre otras muchas instituciones estatales. Como si la discriminación de antaño en EEUU.se hubiese socializado. No puedo afirmar lo mismo de los bancos, bufetes, y las grandes corporaciones, porque en todo ese tiempo no entré en ninguno.
Yo me pregunto ¿A qué se debe esto? ¿Son más bajos los salarios? ¿Estarán obligados a redondear sus ingresos con los “tips”? ¿Será acaso ese 99% de empleados públicos a quienes primero les llegan los recortes y los despidos en las crisis como las actuales? Porque dajémonos de cuentos, en EE.UU. todo se mide con dinero.
A propósito, en  las grandes tiendas por departamentos y otras menos agraciadas existen por miles letreros llamativos que dicen SALE, SALE y ninguno ENTRA, ENTRA. Gracias a mi traductor personal descubrí que la clave del éxito está precisamente en ese ÉXIT; sólo por allí pude salir.
En la calle, nadie te para o te advierte nada y no hace falta: Por doquier avisos de todos tamaños y colores son suficientemente explícitos en inglés, cuyo incumplimiento se traduce en multas y penalidades que dan pena..
Apenas vi policías de tránsito, además innecesarios; para eso están las cámaras sincronizadas a los semáforos, sin contabilizadores de segundos que te adviertan como los “chinos” nuestros. Por lo tanto, a las vías rápidas, la alta velocidad y los cambios de luces instantáneos, se suma una tecnología de punta, con la que el chofer no puede discutir, porque no se le amonesta.
Al día siguiente por internet te llega una linda instantánea por valor de 100 USD, donde ves como las gomas delanteras de tu auto pisan ingenuamente la raya cómplice del fisco, mientras un guiño lumínico señala que te llevaste la amarilla. ¡Imagínate cuánto si fuera la roja!
Allá todo está limpio, reluciente y climatizado, desde el automóvil y las oficinas hasta las viviendas. No hacen falta campañas contra el tabaquismo.
Tampoco esas que dicen: “Un incendio puede evitarse”; pues en auto cerrado no entran moscas, ni humo tampoco; en las oficinas menos, y en tu propia casa, --si estás tenso--, debes salir a fumar al patio o al parqueo, pues al menor humito suena la alarma y se desencadena la parafernalia de los bomberos, --con sus equipos, sus sirenas, y sus costos--, que también te los pasan por la piedra, perdón, por correo.
Hay otras muchas vivencias de ese corte, captadas aquí y acullá. En cada una asoma la oreja peluda de la coerción económica.
Del 911 y el FBI nada les cuento porque, de continuo desayunamos, almorzamos, y comemos en Cuba  con ellos. No hay un dichoso serial, o teleplay foráneo que los dejen en paz.
El teatro, el cine, los museos, los zoológicos, todo cuesta --¡y cómo!-- de ahí que nuestra diversión cotidiana fuese la televisión, con una programación las 24 horas, en decenas de canales –algunos en Español y otros intraducibles--donde priman la publicidad y las ventas de quemazón, como aquellas antiguas del “Machetazo” en Cuba.
Los más viejos conocemos ese gancho de…-Rebajado a $999.99-- en vez de mil verdes. Para los que no sepan ingles, les traduzco: Son 24,000 pesos M/n.
En cuanto a las películas, usted debe prepararse a verlas descuartizadas, o sea por capítulos--como las telenovelas—porque cada 15 minutos son interrumpidas para venderle un carro que no necesita, o un descuento de cualquier producto que tampoco le hace falta. Si no dispone por lo menos de cinco horas, ni lo intente, o le tendrán que contar el final al día siguiente.
Vi algunos espacios humorísticos aceptables, pero la curiosidad del criollo es tanta, que son conocidísimos en Cuba; pero quiero detenerme en otros de gran impacto para la teleaudiencia de origen latino. Como es el programa “Caso Cerrado” en español, diseñado acorde con el gusto estereotipado de los patrocinadores, o sea “típicamente latinoamericano”.
Cuenta con la Dra. Pola, una abogada-conductora que sabe de leyes, con un carisma especial pues… ¡Hasta canta entre comercial y comercial! Por tanto, no pude sustraerme al impulso de hacerle una caricatura personal viéndola en la pequeña pantalla. ¡ALLÁ VA ESO!
Soy lego en la materia, pero siento que los casos que se presentan, o que pude ver en esos días,  tienden a exacerbar nuestros defectos, o sea la chusmería, la guapería, las palabrotas. Incluso se les permite a los litigantes ofenderse mutuamente, o irse a las manos en medio del juicio. En fin: ¡El reality-show vigueta con la guapería del solar llevado a los tribunales el sopapo en vivo y en directo!
En cuanto a los dibujos animados. Tal vez sea una apreciación muy personal, pero los personajes de Disney de antaño, tan humorísticos y alegres, se han vuelto sosos, retóricos, y faltos de gracia. El Mickey y el Donald de mi infancia, tan dinámicos y sorprendentes, parecen hoy estirados profesores dando clases de latín antiguo o de trigonometría. Me quedo pues con Elpidio Valdés, Fernanda, Chuncha, o el Capitán Plín; pero sobre todo, con esos maravillosos dibujos animados musicales del ICAIC, en las voces de Teresita Fernández, Lubia María Hevia, y otras tantas voces especializadas en la canción infantil. ¡VIVAN PUES EL CUBANIMA Y LA COLMENITA! 
Todas las comparaciones son malas, pero quisiera terminar con mi impresión de lo que acaba de transcurrir en Cuba y lo que presencié allí hace aproximadamente un año:
La final  del Play-Off entre Ciego e Industriales fue algo tan emocionante y espectacular que deberá pasar como récord  a la Historia del deporte del beisbol cubano.
Allá fui invitado a un partido nocturno entre los  Florida Marlins  y los Washington Nationals. Como constancia de ello les muestro el boletín de entrada al estadio viejo, el Sun Life Stadium de Miami. El nuevo acaban de estrenarlo este año. Pero nos cobraron como nuevo, pues el parqueo resultó muy caro, la entrada a las gradas del centerfield por el estilo, y el juego bastante monótono. Claro, el público no toca ensordecedoras cornetas ni congas bullangueras en las gradas, para eso están los altoparlantes que solo molestan entre innings. Después, silencio absoluto. (Parece que también hay multas). Lo cual agradecen peloteros, umpires y mi Trompa de Eustaquio en particular.
Del partido no recuerdo nada importante, sólo la voz de mi hijo cuando dijo: -- El cuarto bate Sánchez, ése de primera, es un cubano, pero de aquí.
Todavía a un año de aquella expresión, sigo pensando qué me quiso decir.
Lo del baloncesto era distinto; se discutía la final de la NBA y resultaba dificilísimo con$$$eguir entradas. Nos conformamos con ver los partidos por televisión ya que los famosos Bulls (Toros) de Dallas enfrentaban a los Heats (Candela) de Miami. Había un trío de ensueño por los locales: Leblon, Wade y Bosh. Tampoco pasé por alto esta oportunidad, y aquí les dejo mi impresión musical de ese trío:
El ambiente previo a la gran final era también candente: Cientos de afiches, autos circulando con banderolas desplegadas, y otras excéteras publicitarias en cada rincón de la ciudad te abrumaban. Las tiendas repletas de camisetas deportivas, pero el precio aumentaba según el número en la espalda del basquetbolista correspondiente. Las del famoso trío costaban tres por tres, veces más que el resto. Y en la calle las conté por cientos entre los y las jóvenes, --por cierto, me dio más busto verlas a ellas, que a ellos.
Pero sucedió algo insólito, los Heats se enfriaron de tal manera que perdieron el partido final. A la mañana siguiente…¡La cagástrofe!
Como si hubiese explotado una bomba de neutrones dejando la ciudad intacta pero la gente atomizada. Las tiendas amanecieron con rebajas astronómicas en los mostradores de las camisetas deportivas. No había clientes, y me imagino que ni regaladas los floridanos las aceptarían.
A los pocos días desaparecieron por completo, y me perdí  la oportunidad de pacotillar una ganga para mi nieto del lado de acá del charco. Esa fue la última impresión que me llevé antes de regresar, y como ven, --tanto en las buenas como en las malas-- allí todo depende del dinero. Dicen que este año la historia se repite, pero en vez de tres héroes del basket sólo quedaron dos bajo el aro, como si la crisis financiera y los despidos hayan invadido   el tabloncillo.
¿Hasta los presidentes? En noviembre habrá elecciones. Veremos si también les toca a ellos.

25 abr 2012

GUERNICA CONTRA EL OLVIDO

La voz gruesa del otro lado del auricular me apremiaba:
--No tienes pérdida, chico, en la estación de Atocha terminan todos los itinerarios; al bajar del tren tomas la escalera que conduce a la calle del mismo nombre, y allí, en el Número 91 de Atocha, frente al puti-show, tienes tu casa.
Efectivamente así fue; en el cuarto piso, el colega y amigo Carlos Giménez, uno de los historietistas más famosos del mundo, autor de Kolaoo el leproso, Paracuellos, Rambla arriba Rambla abajo, Los profesionales, Barrio, entre otros muchos álbumes paradigmáticos del género, me esperaba ansioso. Contrastando con sus méritos, el abrazo fraternal y solidario de un hombre modesto, me aguardaban en el descanso de la escalera. Otro que bien baila, estaba junto a él: Alvarito.
No fue la primera ni la única vez que Carlitos, --como le llaman amigos y familiares,-- me invitara a pasar un fin de semana en la capital madrileña, aprovechando mis visitas a Asturias, patria querida de mis antepasados.
Gracias a ello, en el verano del 2005 pude pasarme un par de días recorriendo casi a paso doble, los salones del Museo del Prado, y de Reina Sofía, pues ni en un mes los vería completos.
Al leer las efemérides del día me vino a la mente un instante inolvidable de aquel acontecimiento, cuando me enfrenté --unos 10 metros, cristal por medio--, a una de las obras más impresionantes que haya contemplado en toda mi vida.
Allí, frente a mi, el famoso Guernica de Picasso, el trágico hecho de su destrucción ocurrió precisamente a las cinco de la tarde de un día como este 26 de abril, pero de 1937. En ese momento sobrevolaban el pequeño poblado de Vizcaya escuadrillas de aviones alemanes de la Legión Cóndor al servicio del dictador Francisco Franco, dejando caer una interminable lluvia de bombas explosivas e incendiarias que arrasaron con el pueblo. Entre sus escombros quedaron más de dos mil muertos.
Fue la primera acción aerea-terrorista masiva de la historia, y un experimento para lo que ocurrió con posterioridad en la Segunda Guerra Mundial. No me extiendo sobre este manido tema, pues acabo de abordarlo en la edición anterior bajo el título de “La Guerra y la Paz”.
Una semana después del genocidio, ya Picasso había elaborado un centenar de bocetos para el monumental cuadro de la masacre, con el caballo agonizante, el niño moribundo entre los brazos de la madre, y otros elementos simbólicos, como el del toro herido. El miura, --representativo del pueblo español--, ya había sido tratado por él un par de años antes en la serie Minotauros.
En junio de 1937 el cuadro ya era exhibido en el pabellón español de París, y desde ese momento se consideró una de las obras cumbres de la pintura del siglo XX.
Aquello fue una excepción: Caracterizado el pintor por la constante búsqueda y rompimientos formales; en el caso de “Guernica” hay más una motivación ética que artística. Fue un impacto demasiado intenso que le provocó una febril actividad y un compromiso a partir del sentimiento.
Un año antes de aquella agresión nazi-fascista Picasso había sido nombrado por la República director del Museo del Prado, pero no llegó a ejercer debido a la guerra civil. Emigró entonces a Francia y ayudó a salvar de las garras franquistas, algunas de las joyas más preciadas de la plástica española como el “Carlos V” de Tiziano, o “Los fusilamientos del 3 de mayo” de Goya.
Al extenderse el nazismo por toda Europa, el Guernica pasó de Francia a los Estados Unidos en la década de los años cuarenta, donde fue llevado al Museo de Arte Moderno de Nueva York donde quedó en depósito por casi cuarenta años más.
Al morir Picasso en 1973, su última voluntad fue que el Guernica—sin dudas un bien patrimonial del pueblo español--, solo regresaría al suelo patrio cuando en él existiera una democracia.
Como a Franco no lo sucedió la república, sino una monarquía parlamentaria, se puso en duda el retorno de la obra a la península. No pocos reclamos de una y otra parte se suscitaron. A la larga, triunfó la tesis de que una monarquía de ese tipo sería suficiente garantía, y tras largas negociaciones entre el Museo neoyorquino y sus herederos, se llegó a la conclusión de trasladar el cuadro.
Por fin en 1981, llegó a la península y fue depositado provisionalmente en el Casón del Buen Retiro hasta que en definitiva pasó al Museo de Santa Sofía. De ahí que en mi visita años después, pude contemplar dicha maravilla.
De la monumental obra picassiana se ha escrito tanto como su descomunal, variada, y exitosa producción. Ni mi capacidad ni el espacio me permiten abordar tal hazaña.
Para finalizar sólo quiero referirme a una curiosidad:
El Guernica se exhibió en Nueva York a petición propia de su autor por casi cuatro décadas; sin embargo, Pablo Ruiz Picasso, nacido en Málaga el 25 de octubre de 1881, nunca pisó territorio estadounidense. Por el contrario, durante 25 años estuvo fichado en los archivos secretos del FBI como un “asunto de seguridad” bajo la etiqueta (C) Comunista, ya que desde 1944 perteneció al Partido Comunista Francés, y por tanto resultaba peligroso para la cacería de brujas implantada durante el nefasto macarthismo.
Picasso: El pintor más importante del siglo XX en todo el mundo, no fue la única víctima. Igual destino corrieron personalidades tan célebres como el escritor Louis Aragón, el arquitecto Lecobusier, o el genial Charles Chaplin. ¿Y de los 10 de Hollywood, qué?