Esto que les cuento, si quieren me lo creen, aunque parezca increíble. Pero les aseguro que es tan verídico como que me lo contó su propio protagonista.
Corrían los fatídicos días de la dictadura batistiana. Yo hacía mis pininos en el dibujo humorístico junto con otros también noveles como Alfredo Balmaseda, con la diferencia de que yo tenía un trabajo fijo como tipógrafo, pero él estaba arañando como podía para buscarse los frijoles.
En el primer trimestre del año 1953 se convocó a un concurso de humorismo gráfico publicitario, al que profesionales y aficionados acudían motivados por un jugoso premio de mil pesos.
La temática correspondía a los intereses de varias firmas comerciales, entre ellas la revista “Bohemia”. Balmaseda sacrificó los reclamos de su estómago, y los pocos centavos que tenía los invirtió en materiales de dibujo a expensas de su propio almuerzo.
En la entrevista que le realice para PALANTE el 26 de julio de 1973, a 20 años de aquellos acontecimientos, él contó lo siguiente:
”Llevé mi original a la Asociación de Caricaturistas de Cuba, y el presidente, al ver el trabajo me dijo:
“--¡Oye, flaco! ¿Tú sabes, que no se va a exponer tu trabajo?
“¿Razones? ¿Era mi obra competitiva y a la vez peligrosa? ¿Había llegado tarde a la convocatoria? ¿Chi lo sa?“ Lo cierto es que mi idea no era mala, el premio era sustancioso, y nuestro presidente también competía con su caricatura.
“En vista de ello, cargue con mi afiche rumbo a “Bohemia” y lo dejé allí.
“Por entonces se recibían colaboraciones, y estábamos acostumbrados a entregar nuestros trabajos con los que se engrosaba el llamado “colchón editorial”. Cuando se consideraba oportuno lo publicaban y algo me caería entonces en el jamo.
“El dibujo se publicó en la portada tres meses después, casualmente coincidiendo con el ataque al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Mi sorpresa y alegría fue infinita. ¡Salté de contento!... Pero al día siguiente tocan a mi casa y la risa se trocó en llanto.
“Los sicarios de Batista, veían fantasmas donde quiera y llegaron a la conclusión de que aquella portada contenía una “clave” secreta, por lo que me encerraron un mes en el Castillo del Príncipe hasta que averiguaron que yo había realizado el dibujo mucho antes de los acontecimientos de Santiago de Cuba.
“¿Y saben lo que alegaron para justificar mi prisión?..¡Esto es en serio. No se vayan a reír!”.
Para mayor comprensión de los intrigados vecinos y con el permiso de Balmaseda, aquí va la cubierta de marras. Veamos también sus argumentos:
1) El ciego daba a entender que el régimen de facto no veía la realidad.
2) La alcancía abierta, que se estaban robando los dineros del pueblo.
3) La coterita roja del bastón era la sangre derramada por la represión.
4) El timbre, que había sonado la hora de la libertad.
5) La libertad era simbolizada por la estrellita, dentro del punto de la i.
6) Para conquistarla estaban listos 250 mil hombres ejemplares.
7) Todos ellos pertenecían a la Generación del Centenario.
8) El color kaki del sombrero es el mismo de los uniformes militares.
9) La M que forman las piernas del mendigo es la inicial del cuartel Moncada.
Esta interpretación subjetiva de aquel dibujo humorístico le costó a su autor una prisión injusta, pero pudo ser mucho peor.
Como han podido apreciar, nuestra profesión también tiene sus riesgos, y si veinte años después él pudo ofrecerme este testimonio es porque, sencillamente, se puso dichoso:
¡20 mil muertos de la dictadura batistiana lo demuestran!
Corrían los fatídicos días de la dictadura batistiana. Yo hacía mis pininos en el dibujo humorístico junto con otros también noveles como Alfredo Balmaseda, con la diferencia de que yo tenía un trabajo fijo como tipógrafo, pero él estaba arañando como podía para buscarse los frijoles.
En el primer trimestre del año 1953 se convocó a un concurso de humorismo gráfico publicitario, al que profesionales y aficionados acudían motivados por un jugoso premio de mil pesos.
La temática correspondía a los intereses de varias firmas comerciales, entre ellas la revista “Bohemia”. Balmaseda sacrificó los reclamos de su estómago, y los pocos centavos que tenía los invirtió en materiales de dibujo a expensas de su propio almuerzo.
En la entrevista que le realice para PALANTE el 26 de julio de 1973, a 20 años de aquellos acontecimientos, él contó lo siguiente:
”Llevé mi original a la Asociación de Caricaturistas de Cuba, y el presidente, al ver el trabajo me dijo:
“--¡Oye, flaco! ¿Tú sabes, que no se va a exponer tu trabajo?
“¿Razones? ¿Era mi obra competitiva y a la vez peligrosa? ¿Había llegado tarde a la convocatoria? ¿Chi lo sa?“ Lo cierto es que mi idea no era mala, el premio era sustancioso, y nuestro presidente también competía con su caricatura.
“En vista de ello, cargue con mi afiche rumbo a “Bohemia” y lo dejé allí.
“Por entonces se recibían colaboraciones, y estábamos acostumbrados a entregar nuestros trabajos con los que se engrosaba el llamado “colchón editorial”. Cuando se consideraba oportuno lo publicaban y algo me caería entonces en el jamo.
“El dibujo se publicó en la portada tres meses después, casualmente coincidiendo con el ataque al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Mi sorpresa y alegría fue infinita. ¡Salté de contento!... Pero al día siguiente tocan a mi casa y la risa se trocó en llanto.
“Los sicarios de Batista, veían fantasmas donde quiera y llegaron a la conclusión de que aquella portada contenía una “clave” secreta, por lo que me encerraron un mes en el Castillo del Príncipe hasta que averiguaron que yo había realizado el dibujo mucho antes de los acontecimientos de Santiago de Cuba.
“¿Y saben lo que alegaron para justificar mi prisión?..¡Esto es en serio. No se vayan a reír!”.
Para mayor comprensión de los intrigados vecinos y con el permiso de Balmaseda, aquí va la cubierta de marras. Veamos también sus argumentos:
1) El ciego daba a entender que el régimen de facto no veía la realidad.
2) La alcancía abierta, que se estaban robando los dineros del pueblo.
3) La coterita roja del bastón era la sangre derramada por la represión.
4) El timbre, que había sonado la hora de la libertad.
5) La libertad era simbolizada por la estrellita, dentro del punto de la i.
6) Para conquistarla estaban listos 250 mil hombres ejemplares.
7) Todos ellos pertenecían a la Generación del Centenario.
8) El color kaki del sombrero es el mismo de los uniformes militares.
9) La M que forman las piernas del mendigo es la inicial del cuartel Moncada.
Esta interpretación subjetiva de aquel dibujo humorístico le costó a su autor una prisión injusta, pero pudo ser mucho peor.
Como han podido apreciar, nuestra profesión también tiene sus riesgos, y si veinte años después él pudo ofrecerme este testimonio es porque, sencillamente, se puso dichoso:
¡20 mil muertos de la dictadura batistiana lo demuestran!
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