Sucedió como por arte
de hechicería alrededor de las 9 de la mañana del jueves 28 de junio en
espera del coloquio “La diversidad cultural del legado africano y sus portadores en los
campos de Cuba”. Si largo era el título, inmenso el público que se
congregaba frente al Museo Provincial de Las Tunas donde se anunciaba la
conferencia.
Desde el alto portal
del inmueble, --Narciso, Brady y yo— enviados de PALANTE a la Jornada
Cucalambeana de este año, disfrutábamos el paisaje de un río de gente que
conversaba o se movía inquieta en espera del silbato oficial.
De pronto uno de
ellos—no recuerdo quién—como si viera un espectro levanta nervioso su
dedo índice para señalar un punto en la muchedumbre, a unos veinte metros de
distancia...
Me viro y… ¡Yo
también me sobrecogí, de espanto…!
Un individuo de
mediana estatura vistiendo camisa de listas azules y jeans del mismo color,
conversaba de espaldas a nosotros con una joven, luciendo una larga melena
entrecana.
No cabían dudas…! Era
el fantasma de Tomy en persona! El inolvidable caricaturista cuya fatal desaparición
física habíamos lamentado solo dos años antes.
De pronto el
trasgo se vira, lo reconozco de inmediato, y me lanzo hacia él calle abajo,
abriéndome paso entre el público que conversaba animadamente. Mi hijo
Blanquito, también en otro ángulo del Museo, ve mi
extraño comportamiento,
se asusta, y se lanza detrás de mi.

Cuando nos
enfrentamos el melenudo duende y yo, hubo un instante de sorpresa
hasta que un fuerte abrazo rompió el sortilegio de treinta años. Mi hijo se
detuvo e instantáneamente nos tomó otra instantánea.
Se trataba nada menos
que de Pedro Julio González Viera, quien
asistía al evento como delegado y jurado
de diversas competencias; pero siempre
fue y será para mi el inolvidable Péglez, seudónimo con que identificaba su
firma artística desde los hermosos tiempos de los años 60 y 70 del pasado siglo
en los cuales compartíamos responsabilidades al frente de PIONERO y PALANTE
respectivamente.

A
partir de ese reencuentro, compartimos en más de una ocasión durante los
debates, canturías, foros, cabalgatas, peñas, pies forzados, bailables,
controversias, y otras actividades que no daban ni pedían tregua durante
aquellos espectaculares cinco días de encantamiento en homenaje
al Cucalambé, al Indio Naborí, y a los 50 años del programa “Palmas
y Cañas”.
Al
regreso de aquel embrujo campestre en los predios del Cornito, recordaba
los primeros éxitos literarios de Péglez para GENTE NUEVA a partir de 1980 con
sus “Recuerdos
de la amistad”, hasta el inolvidable “Guanibara” experimento
de alquímia historietística, donde el guión, como por arte de prestidigitación
se apoya en excelentes poemas.
Lo
mismo ocurre con la “Controversia entre Elpidio y Malacara” poniéndole música a
dichos personajes humorísticos. Pero su labor actual es mucho más abarcadora:
Siempre cargó sobre sus hombros muchos proyectos socio-culturales en el reparto
Alamar; dirige desde hace años la
crítica literaria del periódico TRABAJADORES, y es miembro destacado del
grupo “Ala Décima” sumando a
los amantes de dicha forma poética en el
mundo.

A
propósito de encantamientos, brujerías y maleficios, no podemos pasar
por alto, su más famoso personaje, “El mago Amhed” que durante años hipnotizó
a la niñez cubana, y cuenta ya con 42 años de fascinación pues nació
en PIONERO durante 1970.
Sea
este mi más sentido homenaje a ese otro
mago que es Péglez.
(Concluímos
el trabajo con la portada de su libro del mismo nombre, publicado por la
Editorial Pablo de la Torriente de la NPEC, en 1988. Las tiras cómicas en
blanco y negro del personaje árabe con que ilustramos el texto, fueron tomadas
de dicha obra).
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