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1 ago 2012

ASESINATO EN ALTA MAR

Me encantan las sorpresas, por eso en cada nueva propuesta trato de presentarles algo novedoso. En este caso se trata de una versión muy personal de las aventuras de Sherlock Holmes, pero de carácter interactiva pues deben ser ustedes, mis fieles vecinos, quienes descubran el misterio con los datos que les presento a continuación.
Situamos la acción a comienzos del pasado siglo, con el auge constructivo de los enormes trasatlánticos como el Poseidón y el Titanic, este último a cien años exactos de su trágico naufragio. 
Como el resto de las grandes navieras, la Anglo-American Steamship and Co., competía con dos modernas naves, que también utilizaban los nombres de dioses o semidioses de la Mitología Griega. En este caso el colosal Hércules, de 28,000 toneladas y su hermano menor con casi la mitad de su peso muerto, donde se desarrolla la acción.
He aquí la primera pregunta: ¿Cómo le pusieron a este último?
Alrededor de doscientas personas, de abundantes recursos viajaban en primera clase del lujoso buque, entre ellas. En primerísimo lugar nuestros famosos detectives Holmes y su compañero el doctor Watson.
Otra pareja constituida por el archiduque Von Takle, de rancia prosapia teutona, y su esposa--más teutona todavía-- la archiduquesa Walkiria. Además, la hija de ambos, una rutilante quinceañera, a quien bautizaron Linda por simple redundancia.
El capitán C. Bollino, al frente de la embarcación, con un bigote a lo Mark Twain, cuyos grados se los ganó como viejo lobo de mar entre tempestades y tabernas.
Joe Macandal, sobrecargo joven y atlético, --un mango como le dirían hoy. Blanco de todas las miradas femeninas de a bordo, y envidia del resto.
La acción se desarrolla a mitad del trayecto entre Liverpool y Nueva York, en una noche en que las estrellas competían en brillantez con la fastuosidad del fetecún que el matrimonio Von Takle, había organizado para festejar los quince años de su agraciada “jeune fille”.
Tras la lujosa cena, el salón de baile fue testigo de una espléndida celebración, donde los manjares competían con las bebidas servidas en cantidades navegables.
Cinco horas de jolgorio fueron suficientes para que la tradicional flema inglesa del período victoriano naufragara en alcohol y perdiera su compostura, dando paso a la lujuria y el desenfreno.
Pocos bailadores resistían el maratón danzarlo al compás de un solo violín, pues los músicos exhautos, roncaban el vaho etílico encima de sus respectivos instrumentos, y el único que mantenía el ritmo era el violín del heroico Holmes, aún de pie precisamente por efectos o defectos de la heroína.
Mientras esto ocurría, una pareja escudada en la oscuridad de la noche entraba subrpticiamente en el camarote de la festejada, que mostraba el sugerente número 69 en la puerta.
Su madre---la de ella, claro—se había retirado ponchada bien temprano al cubículo contiguo debido a los efectos del otro ponche.
En esos momentos se siente un disparo seguido de un terrorífico grito de mujer De pronto, el golpe de un cuerpo pesado que cae al mar y segundos después la sirena de alarma suena disponiendo la detención del buque bajo la suposición de ¡Hombre al agua!
Y yo me pregunto ¿No podría ser también una mujer?
Sin duda se trataba de un asesinato y no un suicidio, pues en ese mismo instante, una mano nerviosa escribía las causas de la defunción sobre una hoja de papel,--y que yo sepa--los suicidas escriben su última voluntad antes, no después de muertos.
Hasta aquí los detalles que les brindo para que sean ustedes, mis sagaces vecinos, quienes descubran el misterio de este ASESINATO EN ALTA MAR.
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Pausa a 43º Longitud West y 52º. Latitud North para proponer  soluciones:
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Aquellos que maliciosamente pensaron que la nave del cuento se Llamaba Herculito, les respondemos que están equivocados. El nombre del vapor es HÉRCULES II.
Esa noche la archiduquesa se había recogido temprano al camarote número 70, y la pareja de enamorados que entró al contiguo la formaban su esposo Von Takle y el sobrecargo Macandal, ambos gays. Pudieron entrar con facilidad al 69 porque el marinero tenía las llaves maestras y ambos sabían que Linda estaba muy ocupada en el camarote del capitán.
De nuevo los malpensados se equivocan: Linda fue para que el viejo lobo de mar le enseñara su pistola de reglamento. En la manipulación, se le fue un disparo y del susto ella soltó un grito de terror, a la vez que asustada tiró el arma por la escotilla cayendo ésta al Atlántico.
Ése fue el sonido que se escuchó al chocar el arma contra la superficie del agua. ¿Quieren un cuerpo más pesado que una calibre 45?
La alarma fue accionada por Holmos, quien dedujo por los sonidos, que había caído alguien al mar, soltó de inmediato el violín y haló la cuerda, mientras el doctor Watson, como siempre, dejaba constancia escrita en su agenda esta nueva aventura de su genial colega.
A estas alturas de la narración, ustedes se preguntarán:
Bien, pero…Si se trata de un crimen en alta mar, ¿Quién es el asesino?
Me veo en la triste obligación de confesarles que el único criminal soy yo por
haberles hecho perder 40 minutos preciados de su tiempo leyendo esta bazofia…

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