Puedo mostrarles ahora dicho retrato humorístico que le realicé hace algunos años, más salido del corazón que del pincel, y que él con el sentido bromista que lo caracterizaba siempre conservó en la sala de su dulce hogar de la Víbora.
Según mi atrevida opinión, su nombre lo llevaba bien puesto, como los pantalones, pues se correspondió con su comportamiento en vida.
Lo conocí personalmente cuando realizaba en 1959 mis pininos gráficos en Prensa Latina. Por entonces ya este angelote había dejado su impronta benefactora en numerosas redacciones periodísticas. A saber: LA DISCUSIÓN. MEDIODÍA, NOTICIAS DE HOY, EL MUNDO, INFORMACIÓN, AHORA, LUZ, Última hora, social, carteles, páginas, ellas, y la superviviente BOHEMIA. Sin contar con no pocos noticieros radiales y otros medios. Por tanto ya era un consagrado en la profesión, cuando se develó su angelical vocación.
Me explico: En toda aquella época anterior, Augier se había dedicado a combatir con la pluma otros ángeles pero de las tinieblas. A partir de la experiencia de nuestra agencia internacional de noticias, se convirtió no sólo en el co-fundador de la misma junto al inolvidable Jorge Ricardo Massetti, sino también en su ángel acompañante, y en esa forja ambos hornearon alumnos de la talla de Ricardo Sáenz, Roberto Agudo, José Dos Santos, Juan Marrero, Gabriel Molina, Rodolfo Walsh, el Gabo, y Timossi, entre otros muchos profesionales cubanos y extranjeros.
Ahora no solo espantaba los ángeles exterminadores de la prensa reaccionaria internacional y criolla, sino que –con tales seguidores-- se convertía en un verdadero maestro de la profesión.
Uno de ellos: Juan Marrero, recuerda cuando Ángel Augier se autodedicó este poema al cumplir sus 85 años:
La vejez es menos triste
si es con amor que se asume
y algo queda en el perfume
de juventud que tuviste.
Si el amor que así resiste
los rigores de la edad,
aún más brilla esa verdad
cuando alegre el corazón
recibe con su canción
las flores de la amistad.
Gabriel Molina, también deudor de sus enseñanzas observa otra de sus características, el humorismo poético con esta composición:
Soledad por tu sol y por tu ola;
isla sola, sol y ola
Confundidos cuando, acariciándote
la piel mulata de la costa,
la femenina piel fragante de tabaco,
y la piel de la playa
cálida y temblorosa con su arena de azúcar.
Son solo botones de muestra en su insuperable obra poética, más él seguiría fiel a su destino angelical.
Si en 1959 fue el ángel guardián de Masetti en Prensa Latina. Dos años más tarde lo sería de quien él y toda Cuba consideraban el Poeta Nacional, Nicolás Guiilén. Ambos fundaron la UNEAC en 1961 y a partir de ese momento se convirtió no solo en la sombra protectora del autor de Sóngoro Cosongo, sino su seguidor más fiel, investigador, y biógrafo a la vez; y todo esto sin restarle calidad a su propia obra, ni dejarla en un segundo plano de atención.
Vemos pues que esta criatura seráfica no solo formó parte de la vanguardia periodística, sino también del coro celestial y parnasiano.
Pero, su misión espiritual parece no terminar ahí: Sin abandonar su propia obra, de 1967 a 1970 lo vemos incorporarse a un nuevo proyecto de dimensiones proféticas en Cuba: El Instituto de Literatura y Lingüística, presidido por el también escritor, ensayista e historiador José Antonio Portuondo. Aquí nuestro ángel desplegó de nuevo sus alas benéficas con la sencillez, la amabilidad y modestia que le eran afines.
Como hemos visto, Augier no sólo brindó generosamente sus bondades en Cuba, sino que las repartió también por el mundo. Son famosas las entrevistas que para BOHEMIA hizo a Charles Chaplin, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, y Paul Eulard, entre otros consagrados. Lo que sí lo hizo fue, con la sencillez de quien toda la gloria del mundo cabía en un grano de maíz. Así que agreguemos a sus cualidades la de martiano integral.
De Ángel Augier, un arcángel en toda la extensión de sus alas benditas, podríamos enumerar centenares de calificativos, todos ellos envidiables, pero estaríamos negando su propia esencia espiritual: La modestia.
Si a ustedes mis fieles vecinos les ha resultado exageradas las motivaciones para pagar esta deuda centenaria, les aseguro que me he quedado corto, y agrego que allá en el cielo, donde debe estar extendiendo sus seráficas alas Angelito, --como le llamábamos cariñosamente-- debe estar sonrojándose de pena.
(Agradecemos a la revista ENFOQUE de la UPEC los datos que permitieron esta merecida semblanza).
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