Apenas transcurrido medio año, el movimiento de protesta conocido como los “indignados” llegó al corazón de las finanzas del Imperio, ocupando Wall Street y creció como la espuma allí, en toda la nación, y en los países más desarrollados del mundo.
Inexplicable comportamiento éste visto desde la superficie de la Bolsa de Valores, pero como todo fenómeno tiene esencias y apariencias, me fui a cierta lectura que Eduardo Galeano nos ofreció y que la revista Casa facilitó en su edición de junio-septiembre de 1999 bajo el título de “Decires y callares”. En uno de sus párrafos subrayo las siguientes frases:
“…Pedro Saad caminó sobre las aguas. En el centro de Rusia, una tarde de mucho frío, Pedro caminó por encima del río Volga, que el invierno había congelado. Pedro estaba solo, pero mientras caminaba iba sintiendo, en las plantas de los pies, la vibración del río que estaba vivo bajo el hielo… Hacía ya unos cuantos años, al otro lado del mundo y del tiempo, Pedro había caminado por alguna calle de Guayaquil, una tarde de mucho calor. Pedro estaba solo, pero mientras caminaba iba sintiendo en las plantas de los pies, el latido de la tierra que estaba viva bajo el asfalto…”
Me llamo Francisco no Pedro, pero la lectura me trasladó de inmediato a mi experiencia neoyorquina, cuando caminaba por sus calles y con alguna frecuencia mi andar era interrumpido por alguna chimenea o respiradero. El humo permanente y cálido salía de sus entrañas para demostrar que algo estaba vivo allá abajo, y no era el Metro solamente.
Tal vez la reflexión de Galeano explique lo que para mi, y creo que para muchos de mis vecinos también, resultaba inexplicable:
Bajo la superficie de las sociedades de consumo, con sus lujos y sus suntuosas extravagancias, bajo la Quinta Avenida y Times Square, vibra el corazón de los miserables desde los tiempos de Víctor Hugo, o de los Condenados de la Tierra que nos hablara Franz Fannon. En fin, volviendo al Galeano de “Las Venas Abiertas de América Latina”. Ese libro fue un regalo único e invaluable que Chávez le hiciera no hace mucho al presidente Barack Obama, y que ojalá el prematuro Premio Nobel de la Paz 2010 haya leído para bien suyo y de todos.
A partir de ahora trataré de individualizar a ese 99 por ciento de “indignados”, pero me encuentro con una sorpresa. No sé si en otros idiomas ocurre lo mismo, pero en español, busqué noventa y nueve palabras con el prefijo in, que significa oposición y me quedé corto. ¡Encontré 886 palabras comenzando con esa partícula! Y si agregamos otras de igual significado que comienzan con im, por ejemplo: Impedidos de manifestarse contra el imperio de las transnacionales, que imponen una política económica imprudente e implacable la cifra podría superar el milenio.
Por tanto, una tarea que pintaba difícil, me resultó bastante cómoda. Aquí van mis 99 indignados o sus causas, cada uno de ellos identificados con letras negritas:
Todo individuo debe sentirse intranquilo con la crisis económica
que viene produciendo inseguridad laboral
e insondables contradicciones
de un futuro incierto
y la inclemencia de los tiempos en que se vive,
caracterizado por la indiferencia
debido a políticas incoherentes
y gobiernos incomprensibles;
lo que provoca insuperables conflictos
e incuria de los acomodados ante la pobreza generalizada.
Somos pues víctimas de la inconsistencia oficial
con represiones inútiles
e incesantes agresiones
de administraciones indolentes,
imposibilitadas de mejorar
la injusta situación económica,
e incesantes regulaciones creadas
por gobiernos indiferentes
ante las incontrolables y voraces corporaciones
a veces ocultas como sociedades incógnitas,
o independientes de las leyes,
que provocan regulaciones inhumana
ya sea contra deudores insumisos
o alguien incómodo
cuando es víctima de acciones indecorosas.
En este caso uno no debe mostrarse indeciso,
o indiferente ante los hechos,
y mucho menos incrédulo,
pues aunque parezcan inocentes,
el daño ocasionado por estos parásitos puede ser inmenso
al sentirse inmunes al peso de la ley.
La resistencia debe ser incuestionable,
adoptando posiciones incorruptas,
incompatibles con el delito,
inmunes a la penetración ideológica,
y capaces de intensificar la lucha
contra esta nueva inquisición.
Seamos implacables contra la avaricia,
insubordinados,
y rebeldes incorregibles;
enfrentémonos a quienes pretenden instalar
en los gobiernos a políticos inmorales
y en el mejor de los casos inocuos,
como si estuvieran en la inopia,
o fueran insensibles
ante la injusticia y el despojo;
esa sería nuestra mejor forma de insurrección
frente al cabildeo innoble
de las corporaciones y el saqueo internacional.
Integrémonos,
no seamos instrumentos dóciles
a la intimidación
y la insidia
de voceros a sueldo del terrorismo mediático e inculto del siglo XXI,
e inmutable ante la realidad
de los inminentes cambios
que por lógica deben iniciarse
con el desarrollo indetenible
de países incorruptibles y emergentes,
esos que ofrecen nuevas propuestas e iniciativas,
tendientes a combatir la injusticia,
y la indigencia social
de este mundo moderno, pero ingobernable.
Insistimos en estos términos
conscientes de que los explotadores instigan
para dividir a los pueblos inmaduros
e inconsistentes;
momento inminente para producir el zarpazo
innoble del neocolonialismo
y el intercambio desigual.
No olvidar que el mejor aliado de la intervención extranjera
y las guerras de rapiña son los intereses de las transnacionales,
las zonas de influencia,
el petróleo, y otras fuentes de ingreso fácil,
para incrementar sus millonarias cuentas bancarias,
mientras intoxican al resto del mundo
amenazándolo con la intransigencia
o la invasión,
en respuesta a cualquier iniciativa que signifique
cambios incisivos en esa política de guerra,
como palanca de sustentación en su infinita sed
de dominio global e intimidación.
Volviendo a las calles insurrectas de Nueva York
y otras tantas de un primer mundo hasta hace poco intacto,
ahora las campanas del la pobreza, la indigencia y el desempleo
tocan insistentemente a rebato también a sus puertas
para recordarles que nadie es inmune a las crisis,
ni siquiera, aquellos insaciables bancos y cabilderos
que creyéndose libres de pecado, crearon una crisis inmensa,
hipotecaria, industrial, bancaria, económica, financiera, y climática:
Es decir, sistémica pero, algo infinitamente más peligroso nos amenaza;
la indeseable pérdida de valores
que nos convierte en bestias inhumanas,
insensibles ante la desgracia de sus semejantes.
De eso se trata en estos plantones juveniles contra la indiferencia oficial,
la de esos que nos llevará inexorablemente a una tercera guerra mundial.
Se sabe que el mundo, no es infinito.
Algún día tendrá que desaparecer inminentemente,
pero de nosotros los humanos inteligentes depende que nos dure un poquito más.
Cuente y verá que hasta aquí son 99 las palabras señaladas:
Como anotamos al principio, hay muchas más recogidas en la investigación; éstas son sólo el 99 por ciento representativas de movimiento Ocupemos Wall Street.
El ejercicio nos bastaría para despedir el año con un mensaje de paz, y armonía, tratando por todos los medios de que aquel APOCALIPSIS anunciado por la Biblia, no nos agarre NOW.
He aquí la copia de una de las 15 láminas que el maestro del Renacimiento Alberto Durero con apenas 25 años de edad hiciera para la serie “Apocalipsis”. En ella los cuatro jinetes pronosticados por la Biblia: --La muerte, el hambre, la guerra y la peste-- amenazaban ya al mundo a mediados del siglo XVI. Este 2012 que se nos viene encima al galope parece precedido por esos mismos fantasmas. Ojalá que no: ¡FELIZ AÑO NUEVO!
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